Más niños y jóvenes han intentado suicidarse
Lo que parecía un incómodo silencio era en realidad un grito de auxilio. Al inicio de este año, Alexandra (los nombres son protegidos) empezó a mostrarse diferente. La familia de la chica, de 26 años, notó que no hablaba con nadie. Siempre estaba triste y descuidó a su hijo de 3 años.
Se lo contaron al paramédico de la Cruz Roja, David Alarcón, quien hace seis meses llegó a la vivienda de la joven, en Los Chillos (Quito), y la encontró muerta en el baño. Según los familiares, los problemas con su pareja llevaron a Alexandra a quitarse la vida.
Este es uno de los cinco suicidios que el paramédico ha atendido en la pandemia. Pero también pudo conocer otros 10 casos de personas que lo intentaron. Entre todos los eventos, alrededor de un 30% ha tenido relación con la crisis del covid-19, dice Alarcón.
Ese fue el caso de Juan, de 22 años. No soportaba el confinamiento que se vivió en el 2020. “Se sentía ansioso”, recuerda el paramédico que el joven le contó. Un día salió y al regresar, su mamá le dijo que estaba poniendo en peligro a la familia, ya que podía contagiarlos.
Dos días después presentó síntomas gripales. Eso le asustó, al punto de intentar quitarse la vida. Mientras el paramédico lo atendió, Juan le explicó que lo hizo porque no quería poner en riesgo a su familia si hubiera contraído covid-19.
Entre enero y junio de este año, el Servicio Integrado de Seguridad ECU-911 reporta un incremento del 37%, respecto al 2020, en emergencias referentes a suicidios. Y un 15% más en las relacionadas con intentos autolíticos.
Desde la sala de videovigilancia del ECU, Héctor Quispe identifica comportamientos que, generalmente terminan en suicidios, sobre todo en zonas de Quito consideradas de alto riesgo como los puentes de El Chiche o Gualo.
¿Cuándo se encienden las alarmas? El evaluador de operaciones recuerda que hace dos meses observó a una mujer llorando, que caminaba hacia el segundo puente. “Son comportamientos comunes, las personas parecen confundidas, cabizbajas”.
En hospitales reciben más pacientes que intentaron suicidarse. La especialista en emergencias y desastres María Fernanda Molina sostiene que antes de la pandemia, al mes llegaban a su área unas siete personas con cuadros depresivos o por intento de suicidio. Ahora son más de 27.
La emergencióloga recuerda a Vanesa, de 15 años. Le afectó la falta de interrelación con sus pares en la pandemia, por lo que cayó en depresión e intentó suicidarse. De algunas maneras dio señales antes de ese acto. Empezó con trastornos de alimentación, cuenta la médica.
“Ventajosamente recibió atención a tiempo”.
En la atención, Vanesa le contó a la doctora que habló con sus padres. Les dijo que estaba mal, muy deprimida por no tener con quién compartir, así que pidió permiso para salir y se lo negaron.
Psicólogos también notan el incremento de casos en personas de menor edad. La jefa del servicio de Psicología del Hospital Metropolitano Adriana Oñate señala que mientras antes de la pandemia atendía a más hombres de 35 a 45 años con riesgo suicida, ahora son más adolescentes y adultos jóvenes.
La peor forma de responder, dice la especialista, es invalidando los sentimientos. Recuerda, por ejemplo, el caso de un paciente que dio varias señales, diciendo incluso que se lanzaría de un puente, pero su familia no le creyó.
El maltrato físico, la violencia intrafamiliar, el bajo rendimiento escolar o el abandono son situaciones que vivieron los niños que intentaron suicidarse y llegaron al Hospital Baca Ortiz. En esta pandemia atendieron 23 casos.
Jóvenes también llegan a centros del IESS. En Ambato, por ejemplo, el especialista en emergencias y desastres Miguel Crespo atendió en mayo a Valentina, de 17 años, quien intentó suicidarse. Vivía, le dijo, violencia de género.
La pareja de Valentina no era el padre de su hijo. Él la controlaba, no le permitía salir ni tener amigos; y ella aguantaba; él ayudaba con pañales y ropa para su hijo. “Le frustraba haberse retirado del colegio y no tener trabajo. Sus familiares no tienen dinero para apoyarla, estaba desesperada”.
En el mundo se habla del aumento de suicidios por la covid-19. En 2020, por ejemplo, las tasas de suicidio en Japón subieron por primera vez en 11 años, según informó la BBC.
En su atlas de salud mental, la Organización Mundial de la Salud dice que los países de renta media como Ecuador invierten menos del 2% del presupuesto de salud en lo mental. “Hace falta mayor inversión del Ministerio y de gobiernos locales”, precisa el psicólogo Nicolás Reyes. La promoción y prevención de estos casos se puede hacer, por ejemplo, desde el ámbito educativo, acota.
Comments (0)