1, 2, 3… ¡Cua cua! Rawayana puso a bailar el Arena Park de Samborondón
No es muy habitual que haya tanta gente agrupada para un show un miércoles por la noche en Guayaquil (exactamente en Samborondón). Sin embargo, los venezolanos Rawayana demostraron este 2 de octubre por qué son una de las bandas más importantes de Latinoamérica en este momento. Su poder de convocatoria es masivo y su tour mundial ¿Quién trae las cornetas? está siendo todo un éxito, sin duda alguna.
El evento se inició cercano a las 21:00, con una gran cantidad de asistentes un tanto dispersos, que se alinearon apenas las luces indicaron el principio de lo que fue una imparable fiesta. Desde la primera canción, Nada malo, se sintió la energía y el dominio escénico de Alberto Montenegro, Antonio Casas, Andrés Story y Alejandro Abeijón, quienes con un ensamble de guitarras, bajo, batería, percusión y secuencias se lucieron como músicos e intérpretes. Reggae, pop, funk, ritmos latinos y más. Los oriundos de Caracas fueron fulminantes. La experiencia fue completa; desde lo visual, hasta lo sonoro, hubo un alto nivel de calidad. Impecable.
Por otra parte, el Arena Park de Samborondón es ideal para este tipo de espectáculos. La comodidad que ofrece lo amplio del recinto es su mayor virtud, esto no significó que ayer el lugar no haya encontrado un lleno en su mayoría. Nadie quería perderse a Rawayana.
Éxitos como Incomprendido, Sin ti y por supuesto, el punto más alto de la noche, Funky fiesta, se han vuelto himnos de una nueva generación que está dispuesta a volver a disfrutar la música en escenarios, sin miedo a circunstancias ajenas al arte. Gente que quiere pasarla bien, divertirse y entretenerse.
Cabe mencionar que no faltaron las banderas venezolanas. Se hicieron presentes en todas las localidades, quizás como parte de la nostalgia de quienes también pudieron sentirse en casa de nuevo por una noche.
1, 2, 3… ¡Cua cua! De inicio a fin, los cantos y coros no faltaron, el baile tampoco, incluso por exigencia de una banda que pidió a su gente que no pare de saltar. Una audiencia conectada con el inolvidable momento de la presentación de sus artistas favoritos, quienes al concluir recalcaron que fue un honor visitar este país nuevamente.
Vendrán menos, vendrán más, pero no hay objeción al decir que en los últimos tiempos, Guayaquil y Samborondón no habían estado tan animados e iluminados. Rawayana logró que, por una velada, todo quedara a un lado. (O)
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