El adiós al ‘Negro’ Paz y su imborrable trayectoria
Rodrigo Paz Delgado -político, empresario, dirigente deportivo, exalcalde de Quito, contador de anécdotas, bailarín y farrero– murió ayer 17 de agosto del 2021.
Falleció en Tampa, Estados Unidos; había sufrido allí una caída hace ocho días, que lo llevó a una casa de salud donde le detectaron una úlcera.
Paz nació en Tulcán, en 1933, hijo de don Plutarco Paz, liberal ateo y emprendedor, y de doña Gloria Delgado.
Desde niño se radicó en Quito. Cursó la primaria en La Salle y se graduó de bachiller en el Colegio Americano. Viajó a Estados Unidos a estudiar Economía en la U. Bridgeport.
El jazz, los boleros, la salsa, el mambo, el chachachá y la música clásica fueron sus pasatiempos musicales.
Amante de la lectura, jugador de póquer y tenis, prefería el whisky antes que el tabaco, vicio al que nunca le prestó atención por convicción y por el asma implacable que le fastidió desde que cumplió 40 años.
La vida política de Paz es bastante conocida. En 1979, el presidente Jaime Roldós Aguilera le nombró Ministro de Finanzas. En el 96, cobijado por los verdes de la Democracia Popular, buscó la Presidencia de la República, pero ocupó el cuarto puesto. En 1997, en el Gobierno de Fabián Alarcón, dirigió el Consejo Nacional de Modernización del Estado.
No estaba dentro de sus planes la Alcaldía de Quito, pero cayó en la tentación de su coideario Osvaldo Hurtado y de otros correligionarios y amigos. A los 55 años llegó a la Municipalidad y fue Alcalde desde 1988 hasta 1992.
En los cuatro años de gestión, el ‘Negro’ Paz ejecutó importantes obras: hizo realidad el proyecto de Agua Potable Papallacta (que hasta el momento abastece de agua a la capital) y se construyó y amplió la red vial: los tramos sur y norte de la Panamericana; las avs. De los Granados, Eloy Alfaro, Oriental y Occidental.
Además, se realizó el Plan Laderas del Pichincha, y se construyeron siete intercambiadores y el Camal Metropolitano. Se llevaron a cabo más de 3 000 obras en toda la urbe, especialmente en los sectores populares, según su asesor, Fernando Carrión.
Paz también se destacó en el mundo empresarial. Entre sus logros están abrir la primera casa de cambios del Ecuador, dar vida a la empresa constructora e inmobiliaria Proinco, participar en la construcción del primer centro comercial de Quito (el CCI) y abrir el Banco de la Producción.
En 2008, la Revista América Economía le otorgó el Premio a la Excelencia Empresarial. También fue reconocido en varias ocasiones como uno de los empresarios más respectados del Ecuador en el Ranking que elaboraba Revista Líderes y PwC en la década del 2000.
En el ámbito deportivo, en 1954 se volvió albo. De ahí en adelante se bordó un romance inusitado entre la LDU y Rodrigo Paz. Fue, hasta el momento de su partida, presidente honorario del equipo albo. Uno de sus sueños fue la construcción del estadio de la Liga, Casa Blanca (más en la P12).
Sus últimos años
Todo el país sabe de la trayectoria de Paz en el deporte y en la política, pero pocos llegaron a conocerlo como lo hizo Fabián Caiza, de 53 años, quien desde el 2016 se encargó de cuidarlo debido a su delicado estado de salud.
Era él quien lo levantaba de la cama, le servía sus alimentos, le ayudaba a tomar duchas, lo acostaba, lo escuchaba… Por eso la voz se le entrecorta pocos minutos después de enterarse de la pérdida de Paz: “Más que mi jefe, era mi amigo, como un padre”.
Don Rodrigo lo llamaba ‘Pantera’, porque de un salto subía los 14 escalones cuando él lo necesitaba. La noche antes de viajar a EE.UU., el 31 de julio, Paz y Caiza se desvelaron mirando Netflix. Hasta las 03:30 vieron capítulos de ‘Yo soy Betty, la Fea, uno tras otro. Y a las 04:00 salió rumbo al aeropuerto. “Si hubiese sabido que no lo volvería a ver más…”, piensa en voz alta.
Así como un conocedor de la historia del país enumera los pasos importantes de Paz en la esfera pública, Caiza enlista sus virtudes: “generoso, gracioso, desprendido del dinero, bueno con los trabajadores, dado a los demás, alegre, sencillo… Le gustaba que le abra las cortinas para ver el Pichincha”.
Caiza ayuda a dibujar a un ‘Negro’ Paz más humano y recuerda esas cotidianidades que pocos saben del exalcalde. En la pandemia, se lavaba las manos cada cinco minutos, se dormía a las 03:00 y se despertaba a las 06:30. Se encariñaba con las series (prefería las de narcos), y las actrices turcas eran su debilidad.
Su comida favorita eran los llapingachos y cuando era joven iba a Taita Pedro, un local cerca de su finca, y se comía ese plato con cinco huevos.
Caiza sabe que cuando su jefe se concentraba, no le gustaba ni que volara un mosco, y pocas veces lo vio de mal humor. “¿Por qué está bravo?, le preguntaba. “No estoy bravo, estoy molesto”, me respondía. “¿Pero por qué está molesto?”, “Por si acaso”, me decía, y reía.
Paz era un contador de recuerdos y gozaba de una memoria prodigiosa. La última entrevista que don Rodrigo dio fue a este Diario, el 15 de julio.
Estaba en su casa, en Bellavista, y con la caballerosidad que siempre le caracterizó, habló de los problemas de Quito.
Algunas de sus declaraciones debieron ser omitidas porque -medio en broma- soltó un par de palabras fuertes contra el actual Alcalde. Al día siguiente, llamó a la periodista para agradecerle y reclamarle: “¿Por qué no puso esas palabrotas que le dije? Todo el mundo estuvo de acuerdo con eso, solo mi esposa nomás me reclamó que de gana hablo así”, dijo y soltó una carcajada.
Luego mandó a ‘Pantera’ a comprar tres ejemplares. Uno lo dejó en su cuarto, los otros sobre la mesa de billar del estudio, donde aún permanecen.
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