‘Fui la graduada con mejor promedio, pero la Jaume dio el discurso en la ceremonia final’: la popular Anita Buljubasich revela detalles de los estudios universitarios de la gente de TV
Nota de la Redacción: Reproducimos el pódcast ‘Entre dos’, de EL UNIVERSO, con Ana Buljubasich, para quienes prefieren leer. También puede verlo en nuestra cuenta de YouTube.
El primer intento de entrar a la televisión fue fallido para Ana Buljubasich. Hoy, ya jubilada, la conductora y productora de televisión comparte en Entre dos que fue rechazada para protagonizar la telenovela La chica de Manta, pero luego la pantalla le abrió las puertas en Cómicos S. A. Fue entonces que Jorge Kronfle la descubrió y la seleccionó para ser animadora de Quien sabe, sabe con Pancho Cabanilla.
Anita, como le dicen sus seguidores, considera que Kronfle fue su padrino televisivo, pero advierte que tuvo mucha gente buena a su alrededor: Carlos Piechestein, que la contrató para el programa cómico, y Alfredo Adum, que siempre la apoyó.
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En el pódcast de EL UNIVERSO reveló que le tiene pavor a la inteligencia artificial. Se enorgullece al hablar de Ronald Farina, a quien considera el mejor animador del Ecuador, y su rostro se ilumina al detallar los logros de su hija en Argentina, país natal de Anita.
Anita, ¿cómo llegas a Ecuador?
A ver, mi madre era ecuatoriana, guayaquileña, pero de las familias antiguas de Guayaquil. Por ejemplo, el hospital del Seguro Social tiene el nombre de Teodoro Maldonado Carbo y mi abuelo era primo hermano de él. Era Manuel Ignacio Murillo Maldonado. Entonces, son familias muy antiguas de Guayaquil. También eran dueños de diario El Telégrafo, ¡imagínate!, una cosa de muchísimos años. Entonces, alguien le dice a mi mamá: “Lleva este paquete a un señor Buljubasich”, y ese fue el comienzo. Ella se enamora de este argentino, se casó y nos tuvo. Pero después, cuando mi papá fallece, murió muy joven, mi mamá decide después de 25 años volver a su país y fue la mejor decisión del mundo, de verdad.
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¿Estás nacionalizada en el Ecuador?
No. Y te voy a explicar por qué no. No por falta de ganas. Yo me siento ecuatoriana más allá de cualquier papel. En el momento en que a los 18 años teníamos la posibilidad de nacionalizarnos fuimos a hacer los trámites con mi mamá, pero para sacar la residencia eran poquitos y para nacionalizarse eran enormes. Entonces, por un tema burocrático, nada más, no lo hicimos en ese momento. Después pasaron los años y la verdad es que ya me sentí tan ecuatoriana que no lo necesité.
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¿Y cómo llegas a la televisión?
Por una casualidad, porque yo trabajaba en el periódico (EL UNIVERSO), después estaba trabajando en radio, hacía de todo un poco para mantener a mis hijos. Se me da la posibilidad de hacer un casting para Ecuavisa, para La chica de Manta (telenovela) y en primera instancia me seleccionan, me dan los libretos y ensayo. Pero la Chica de Manta era un personaje suavecito, muy dulce, y yo como venía de radio tenía muy buena experiencia para el manejo de la voz, pero como no era actriz, de hecho no soy actriz, gesticulaba muy segura y eso no iba con el personaje. Entonces, antes de estrenar, me ve un director y dice: “No, ella no. No tiene la sutileza de esta chiquita que viene a la ciudad”. Entonces no me lo dieron... Y yo bajé ese cerro llorando, decepcionada. Paco Cuesta me decía: “Pero te podemos dar el trabajo de la enfermera”. Y yo le dije: “¿Y qué hace la enfermera?”. “Nada”. “¿Y cuánto va a ganar?”. “Nada”. “Entonces no quiero”, y me bajé ese cerro llorando, transpirando. Imagínate lo que es bajar con tacos ese cerro. Cuando llegué a la radio, Arturo Pérez me dice: “Oye, en TC están buscando una chica para Cómicos S. A., llámalos ahorita, llámalos por favor”. (Carlos) Piechestein me entrevistó y fue impresionante, porque era un martes, ponte tú, y medio terminamos de conversar me dijo: “Te espero los jueves”.
¿Por qué sentiste la necesidad, muchos años después, de profesionalizarte? No tenías el título de comunicadora social, pero trabajabas y eras reconocida.
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Bueno, yo tenía como esa cosita en el corazón de que no lo había logrado. La televisión me había absorbido el 100 % del tiempo. Y yo siempre decía: ”Yo quiero en algún momento hacerlo”. Luego vino la ley de (Rafael) Correa, entonces yo dije: “Ay, cuando yo me quiera jubilar a lo mejor me van a decir: ‘Sí, está todo muy bien, pero como tú no eres profesional con título no puedes’”. Entonces, por esas cosas de la vida, me reuní con varias personas, pero una de ellas fue la gente de la Universidad Casa Grande y yo les di la idea: “¿Por qué no hacen algo para profesionalizar a los que tenemos tantos años en carrera?”. “Pero ¿será que logramos el cupo?”. “Con quince personas abriríamos la carrera”, me dijo Marcia Gilbert. “80″, le puse, “80″ (estudiantes).
¿Y quiénes fueron tus compañeros en ese proceso?
Ah, no. Yo tuve gente espectacular: Rafael Cuesta, Teresa Arboleda, Carlos Luis Morales, Vito Muñoz, Gabriela Pazmiño, Mariela Viteri. Bueno, impresionante, la primera promoción de profesionales de Casa Grande. Y, para que tú sepas, yo fui la graduada con el mejor promedio.
La que dio el discurso de grado.
No, yo no lo di. Lo dio la (Carolina) Jaume.
¿Por qué?
No sé, porque ella consigue y siempre cae parada. Ella dio el discurso, yo no soy muy ‘figureti’ en esas cosas y ella, digamos, como que sí le gusta. Pero fui la mejor graduada, tuve la mejor calificación. La verdad es que... Un orgullo, porque ahí estaban mis nietos, estaban mis hijos; y yo estudiaba como estudiaban todos los compañeros que te acabo de mencionar, Teresa Arboleda, imagínate, todos tenían unas notas espectaculares, pero, bueno, yo tuve más.
Ah, muy bien, felicidades. De los programas en que se te ha visto, ¿cuál es el que te genera más nostalgia?
A ver, yo he amado a todos. Quien sabe, sabe fue importantísimo, porque de alguna manera yo tenía mucha afinidad con eso, pero Cosas de casa fue casi mi hijo. No lo creé yo, pero lo dirigí toda la vida y a la larga terminé siendo quien le dio el concepto a Cosas de casa. A De casa en casa directamente lo creé yo. Granados en pijama fue un programa que me llenó de satisfacción, porque pude cumplir el sueño de trabajar con un grande como Pablo Granados.
¿Por qué los programas como Quién sabe, sabe han ido desapareciendo y hay muy poco de ese estilo en televisión?
No sé, te digo que me duele, pero hoy por hoy te puedo decir que estuve en Teleamazonas; invitada al programa 100 ecuatorianos dicen, y me volví una adicta a este; a Adivina quién cae (Ahora caigo), el que hacía Víctor Arauz, porque me encantan los programas de preguntas y respuestas. Creo que Teleamazonas está apostando todavía por la producción nacional.
Y con éxito, porque tengo entendido que habrá segunda temporada de Ahora caigo.
Con éxito, con buenas franquicias. A los demás canales no sé qué les está pasando. Yo creo que es un tema de presupuesto.
De presupuesto y de decisión también.
Sí, sí, sí, sí, la decisión juega un papel muy importante, porque nosotros hacíamos producciones con dos reales. O sea, nosotros somos de la escuela de Estefanía Isaías, donde realmente hacíamos lo mejor con dos reales.
Y es posible hacer televisión hoy en día con dos reales, porque vemos que el audiovisual está teniendo éxito ya en otras plataformas, en redes sociales.
Yo creo que sí. Yo creo que con creatividad se puede hacer todo. Tú acabas de mencionar las redes y yo realmente soy una fanática de ver lo que hace la juventud en las redes. Yo veo muchas cosas hechas en las plataformas que están mejor hechas que en la televisión (actual). Te juro, yo a veces veo algunas cosas y digo: “Este chico tendría que trabajar en un canal de televisión hace rato”.
Pero ya no les interesa tampoco.
No, porque ya descubrieron una ventana y una independencia, y me parece espectacular. Si eres bueno, vas a brillar... La televisión siento que ha retrocedido en ese tema y que en las redes se está logrando más.
Anita, de las personas que has visto crecer en televisión, ¿hay alguien de quien te sientas un poco mamá?, que miras con orgullo y dices: “Este es mi muchacho o esta es mi muchacha”.
Hay muchos que realmente me hacen sentir muy orgullosa, pero creo que sin lugar a dudas Ronald Farina es para mí, hoy por hoy, el mejor presentador del Ecuador. No por desmerecer ni subestimar a los demás, hay muchos y muy buenos, pero Ronald Farina es el mejor.
¿Qué convierte en el mejor a Ronald?
Bueno, primero, su rapidez mental, su facilidad de palabra, su cultura general. Él combinó todo muy bien. Él también es uno de los que llevé a la universidad de la oreja, sacó el título y... Brillante. No, Ronald es espectacular, Ronald lo combinó todo. Él siempre dice que yo fui su mentora y no sé qué, pero yo solamente tuve el olfato de ver el potencial que él tenía. Él se encargó de pulirlo y ha superado a la maestra.
¿Tú crees que el tema de redes sociales, de audiovisuales en streaming, es una amenaza para medios como la televisión?
Si nos quedamos de brazos cruzados, sí. O sea, todos sabíamos que esto iba a venir, a mi criterio, todos lo sabíamos. Creo que la pandemia lo adelantó, nos obligó a muchos a trabajar desde la casa con un celular y a inventarnos un estudio y qué sé yo. Yo pienso que es un tema de personas, todavía sigue siendo un tema de personas, de creatividad; la gente que lo consume necesita sentirse atraída. ¿Cómo fusionarlo?, ¿cómo hacerlo?, ¿cuál es la apuesta o lo que se debe presentar? Es lo que no sé. Lo que sí sé es que, si seguimos con la misma fórmula, vamos a perder.
¿Qué piensas de la inteligencia artificial dentro de la industria del entretenimiento y la información?
Yo le tengo pánico.
¿Por qué?
Porque, conociendo al ser humano como es, que ha utilizado las redes y la tecnología como las está utilizando, viendo lo que ha pasado, entonces a la inteligencia artificial yo le tengo pánico; porque tengo pánico al ser humano malo, a ese le tengo miedo; ese que va a utilizar todas estas herramientas para buscarle la quinta pata al gato y a utilizarla de mala manera. Si tú me dices que se va a utilizar en temas de salud, para la medicina, para descubrimientos, me interesa, pero no va a ser así. La gente la va a empezar a usar... Yo le tengo pánico de verdad. Cuando veo que pueden agarrar una foto mía y cambiarme la fisonomía y hacerme hacer o ponerme una actitud de algo que yo no hice o decir cosas que yo no dije, me da pánico.
¿Y te da miedo que tu hija, Ana Paula, haya alzado el vuelo y ahora ya esté residiendo en tu país, haciendo carrera en Argentina?
No, ¿sabes qué?, me da un enorme orgullo, porque miro para atrás y digo: “A ver, la gente decía: ‘Las cosas le pasan a Ana Paula, porque es la hija de Ana Buljubasich’”. Resulta que la hija de Ana Buljubasich en Argentina no conocía a nadie, porque Ana Buljubasich en Argentina no es nadie, absolutamente nadie, y, sin embargo, esta niña... Y lo conversábamos el otro día con ella: “Mira para atrás, Ana Paula. Estuviste en esa serie Go! en Netflix. Luego estuviste como jurado en el programa de (Marcelo) Tinelli en tres temporadas. Luego trabajaste con Martín Bossi durante un año y medio y, hoy por hoy, estás luchando con algunos casting que se están realizando”. Y, en el nombre del Señor, declaro y decreto que así será. Soy una persona de fe. Si esas cosas salen, o sea, mi hija habrá, en dos o tres años, logrado mucho, pero mucho más que yo.
Más en la actuación que en la música. ¿O está combinando las dos cosas?
Ahora no está haciendo música. Pero ella se planteó una cosa que me pareció inteligente. Me dijo: “Mira, mamá, la vida del cantante es muy difícil. Hay que grabar el video, que cuesta plata; hay que pagar la promoción, que cuesta dinero; hay que mezclar la canción, es una plata importante por canción, y yo ya llevo nueve canciones que suenan, llegan a estar en primer lugar o en los cinco primeros lugares, pero esto es como un bebé que tiene hambre, que se debe amamantar a cada rato, de lo contrario no suena. Es muy complicado el medio. Entonces, yo prefiero ser una actriz que canta y no una cantante que actúa. Entonces, me voy a enfocar en esto de la actuación, teniendo el plus de cantar. ¿Por qué? Porque como actriz yo tengo que invertir en mi preparación”. Y, ¿sabes qué?, estoy feliz. Ella estudia Comedia Musical, estudia una cosa que no sé cómo se llama, que es bailar con tacos. Estudia canto, obviamente, estudia interpretación, actuación...
Y está enamorada Ana Paula.
Está enamorada.
A ver, cuéntanos un poquito, aunque te va a matar.
No, no, no. Es un buen chico. Yo lo conocí, conocí a su familia. Él vino a Ecuador, se enamoró de Ecuador. Él pasó la fiesta del año pasado... La pasaron ellos acá. Conoció el Ecuador, conoció más de lo que yo conozco, creo, porque agarró ‘la cuca’, que le hicimos al carrito de Ana Paula, que es una cucarachita y se fue a recorrer. Mira, aprovechó que Ana Paula iba a grabar una película en Ambato y él hizo todo el recorrido en el carro. La verdad es que es un muy buen muchacho, muy buen chico. Él se enamoró del Ecuador y de nuestra familia y nosotros de él.
¿Él también se dedica a la actuación?
No, nada que ver. Él es un empresario, es abogado también. Pero, bueno, ahora están bien, mañana no sé, porque el amor es así.
¿Cuánto tiempo ya lleva ese amor?
Ya tienen dos años. Espero que sigan juntos. A mí me gustaría que sigan juntos, pero yo nunca me meto en esas cosas. Ellos escogen.
Anita, ¿qué cambiarías de tu trayectoria? ¿Hay algo que cambiarías?
¿Qué cambiaría de mi trayectoria? Creo que nada. Me gusta haber empezado de abajo. Me gusta haber cargado cables, haber ayudado a poner las luces, cámaras, haber sido libretista, coordinadora de producción, asistente de producción, productora, directora y luego gerente de producción. Me gusta. A mí me gusta haber hecho el camino paso a paso. Tal vez me arrepiento de no haber aprendido a editar.
Ah, ¿no sabes editar ni en el teléfono?
No. Hasta me metí en un curso y me retiré, soy una tapa. Sabes que me sentía claustrofóbica en las cabinas chiquititas de edición del canal, entonces sentía que me faltaba el aire y no aprendí.
¿Qué extrañas de la televisión?
A la gente, a mis compañeros, que para mí fueron miembros de mi familia. O sea, a ellos los extraño mucho.
¿Y qué es lo que disfrutas más de la vida de la Anita de hoy?
Todo, todo. Disfruto todo. Disfruto estar en la casa, planchar, lavar, cocinar, estar con mi marido más tiempo, que mis hijos puedan decirme: “Mami, ¿puedes quedarte con mis hijos?”. “Sí, perfecto”. Porque puedo. Disfruto que también sigo haciendo cosas. Estoy haciendo un programa para Solca y los temas médicos a mí me apasionan, así que poder.
¿Un programa en streaming o un programa en qué?
En una cablera que se llama Más salud, menos cáncer. Estoy trabajando con marcas también, sigo haciendo cosas y eso me hace feliz. O sea, no estoy del todo, tampoco vaga, también estoy haciendo mis cositas. Eso me llena.
También hiciste un libro.
Dos, dos sacamos.
¿Qué pasó con esa iniciativa?
Lo hicieron los televidentes, porque fue con las cartas de ellos. El primero se llamaba El libro que ustedes escribieron. El título se lo puso Nerio (esposo), que fue incluso una parte para ayudar a la Fundación María Gracia de Pepita de Zevallos, a quien aprovecho para mandar un abrazo. La extraño a montones. El segundo libro fue Juntos lo escribimos otra vez...
Fue más bien una iniciativa de ayuda social, pero ¿te interesa escribir?
No, no, mi marido dice que estoy perdiendo el tiempo. Él escribe muy bien y, ante lo que escribe Nerio, me da vergüenza a mí agarrar una pluma (risas).
Pero Nerio escribe música y poemas.
No, Nerio escribe libros también. No sabes cómo escribe. Mi cuñada, Mariel Córdova, escribe poesías y escribe precioso.
Una familia de artistas.
La única que no es artista soy yo.
Bueno, hiciste actuación también.
Pero de cara dura (ríe)...
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