Nervios, irritabilidad y confrontación marcaron el debate presidencial obligatorio 2025
Los nervios y la ansiedad por demostrarse capaces y anular las declaraciones del rival marcaron el debate presidencial obligatorio 2025, aunque estas emociones estuvieron muy delimitadas por el tiempo asignado a las intervenciones; los candidatos debían entregar sus ideas, cuestionamientos y réplicas en apenas 25 segundos.
La doctora Mónica Llanos Encalada, psicóloga clínica y docente, notó nerviosismo en el panel desde el inicio. Los candidatos se cuidaban, buscaban decir lo adecuado.
Juan José Christiansen Soriano, entrenador en habilidades de comunicación y especialista en comunicación no verbal, dice que una primera impresión del debate fueron los comportamientos asociados al desafío o a la agresividad en la comunicación: “Señalamientos con el dedo índice, ceños fruncidos, tonos de voz fuertes que parecen regaños”.
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Un punto de color: los recursos visuales, como hojas e infografías, hicieron su cometido, llamaron la atención y ayudaron a respaldar el mensaje de una manera disruptiva.
El candidato presidente Daniel Noboa (ADN), al ser el centro de las preguntas de mayor ataque, se manejó con ironía, reflexionó sus respuestas, trató de permanecer calmado ante las provocaciones directas como la pregunta de Cucalón: “¿Eres o te haces?”. Pero su enojo y frustración se manifestaron en la frente tensa y las cejas alzadas.
“El tono pausado y movimientos controlados de Noboa pueden transmitir tranquilidad y confianza en lo que dice. Al hacer algo distinto del resto, su voz lo hace diferenciarse”, es la opinión de Christiansen.
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El mentor hace constar que el no haber aprovechado todo el tiempo de la primera intervención puede jugarle en contra al actual presidente que busca la reelección. “También sigue con su típica media sonrisa, solo con un lado del rostro. En comunicación no verbal, está asociada con la microexpresión del desprecio, con autoconfianza o arrogancia, si se usa en exceso”, advierte.
Los gestos, las manos y el contacto visual: errores y aciertos en la primera parte del debate
Llanos piensa que Jimmy Jairala (Centro Democrático) se mostró inseguro, incómodo con las preguntas que le hicieron. También estaba muy enfocado en sus expresiones, para reflejar gran interés en los temas tratados.
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A Henry Cucalón (Construye) lo observó cauto al responder. Francesco Tabacchi (CREO) vino con su propia dosis de duda, pensando bien las respuestas, pero un poco más espontáneo.
Christiansen cree que Cucalón estaba tenso, algo normal en este tipo de eventos, pero sabía cómo manejarlo: un ligero balanceo en la postura del candidato pareció ser su táctica. Su contacto visual con la cámara y sus gestos simétricos (el mismo gesto con ambas manos) lo ayudan a reforzar con seguridad su mensaje.
Ve como un punto en contra que Jairala no hiciera contacto visual con la cámara, pues esto le hizo perder conexión con el público. “A pesar de querer dar un discurso fuerte, cuando no se mira hacia la cámara puede perder fuerza el mensaje, podría transmitir que no se preparó lo suficiente”. También le llama la atención su bronceado. “Se conoce que un color de piel más rojizo y menos pálido transmite mayor calidez, no sé si fue a propósito, pero puede beneficiarle”.
De Tabacchi le parecieron interesantes sus gestos, la mano en el pecho para denotar sentimiento. “Este tipo de gestos transmiten una conexión emocional fuerte. El uso del puño ha tenido primordialmente un par de intenciones: para señalar unión y para señalar fuerza”.
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Llanos continúa el análisis con el candidato socialcristiano Henry Kronfle, quien estuvo tenso, “pero con expresiones controladas para mostrar enojo y emoción”. Christiansen opina que le faltó contacto visual, pues desviar la mirada y leer mucho perjudica la percepción de confianza. “Una desventaja de quienes usan lentes es que las luces se reflejan en ellos. Esto hace que pierda la mirada directa del televidente y por ende afecte su capacidad de conectar con la gente”. Repetir un solo gesto con la mano puede llegar a ser monótono.
Llanos pasa al candidato Luis Felipe Tillería (Avanza), quien entró al debate relajado y seguro de haber preparado su estrategia. Christiansen apunta que Tillería también muestra esos ligeros balanceos corporales, movimientos de un lado a otro, asociados a la liberación de tensión y estrés. “Pero si se hace mucho, puede afectar en la percepción de seguridad”. Le reconoce el uso de frases rimadas, que ayudan a la recordación de los mensajes.
En el debate hubo varias: “Con Tillería se acaba la pillería” y “Ni un cartón ni un ladrón”.
En contraste, Jorge Escala (Partido Unidad Popular) se mostró “muy inseguro, no espontáneo; sus respuestas leídas lo pusieron nervioso”, en palabras de Llanos. Christiansen explica que Escala tiene un estilo de comunicación conocido como oratoria tradicional. “Esos tonos de voz típicos del político de antaño suelen no funcionar con el votante actual.
En cuanto a Juan Iván Cueva (movimiento Amigo), Llanos opina que trató de transmitir confianza y seguridad, pero esto no estuvo acompañado de un discurso convincente.
“El uso de la imagen de Anonymous al inicio del debate, por Cueva, es el tipo de acciones que logra que un candidato prácticamente desconocido se haga notar, aunque sea por acciones ‘memetizables’”, destaca Christiansen; “el punto es cómo usará luego esa atención que generó”.
Cuando la imagen se sobrepone al discurso: excesos en el segundo tiempo
En la segunda parte del debate, Enrique Gómez, de SUMA, entró exagerando sus gestos para mostrar empatía, presentó respuestas muy elaboradas, concentrado en responder bien, es la lectura de la psicóloga Llanos.
La candidata Luisa González (Revolución Ciudadana), por otro lado, se mostró incómoda y preocupada al ser cuestionada. “Se esfuerza por verse segura”. De ella, Christiansen destaca que escogió usar lentes, un crucifijo notable y bléiser. “Imagino que la intención es transmitir seriedad y preparación, conectar con el pueblo creyente y resaltar una buena postura”. La gestualidad con las manos es algo que ella sabe manejar, con movimientos simétricos y descendentes que aportan a hacerla ver como una persona segura.
Una de sus principales rivales, Andrea González, de Sociedad Patriótica, proyectó seguridad, sinceridad y congruencia entre sus expresiones y sus palabras.
“Pedro Granja estuvo seguro y habló con naturalidad”, puntualiza Llanos, mientras que Christiansen se fija en su estilo, sin corbata, casual, como un distanciamiento del “típico político encorbatado”.
Iván Saquicela se decantó por enfatizar su interés y su enojo, lo cual no dejó lugar para su personalidad real. Él sí se fue por el camino del discurso político tradicional.
La psicóloga subraya que el candidato de Pachakutik Leonidas Iza estuvo nervioso, preocupado e inseguro.
Víctor Araus trabajó mucho en su imagen, en mostrarse parco para indicar firmeza y control, pero esto se redujo a nervios cuando fue interpelado, señala Llanos. A Christiansen le pareció llamativo su estilo; “sin embargo, me parece que va a ser objeto de algunos memes y la gente hablará más de su vestimenta que de sus propuestas”, agrega. (E)
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