Al menos 10 muertos y más de un centenar de heridos en uno de los mayores ataques rusos sobre Kiev

Kiev se ha levantado en la mañana de este martes con el olor a quemado en el aire ya tan familiar para sus ciudadanos. Seis distritos de la capital ucrania han sufrido en la madrugada múltiples explosiones de drones y misiles en otro bombardeo a gran escala ruso. El ataque ha causado al menos 10 muertos y más de un centenar de heridos. La peor parte se la ha llevado el distrito de Solomianski, que ha recibido una decena de impactos, casi todos concentrados en dos manzanas.
La imagen del día es la de un bloque de viviendas de nueve plantas que un misil ruso ha seccionado por completo. El ministro del Interior, Ígor Klimenko, ha asegurado que el armamento utilizado era un misil balístico, pero la trayectoria observada por vecinos consultados por EL PAÍS y los datos de las Fuerzas Aéreas indicarían que puede tratarse de un misil de crucero.

Una decena de personas han muerto en el lugar, aunque los servicios de emergencias todavía buscan otras posibles víctimas bajo los escombros. En un primer momento se ha informado de que el número de fallecidos son 14, pero el alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, ha precisado a primera hora de la tarde que la cifra son de momento 10. La policía ha indicado que la confusión se debe a que sus equipos de rescate han confundido restos de vecinos que ya habían identificado con otras posibles víctimas.
El cohete impactó directamente en el edificio, aunque los indicios recogidos por EL PAÍS en el lugar de los hechos apuntan a que el misil iba en realidad dirigido a una zona industrial al otro lado de la avenida donde se sitúa la construcción, a unos 150 metros.
Frente al edificio de viviendas destruido hay una manzana con varias fábricas que recibió por lo menos cinco impactos directos, tanto de drones como misiles, según pudo comprobar este diario. En esta zona industrial están registrados fabricantes de múltiples tipos de productos, desde alimentos a generadores eléctricos. Es algo inusual que una localización tan determinada reciba tantos impactos de largo alcance. Las Fuerzas Aéreas han informado de que solo seis misiles superaron las defensas antiaéreas, lo que indica que el principal objetivo de esta madrugada fue esta área industrial concreta.
Es habitual que en bombardeos rusos como el de esta madrugada las autoridades restrinjan el acceso a la prensa si en la zona atacada hay objetivos militares o estratégicos. No ha sido así en estas fábricas de Solomianski, donde los periodistas han podido trabajar con libertad de movimientos.
El ataque con tanto armamento en este barrio de Solomianski ha afectado a decenas de edificios y ha dejado multitud de heridos que horas después seguían siendo atendidos en hospitales o, los más leves, a pie de calle. En Odesa, en el sur de Ucrania, ha fallecido dos personas y 17 han resultado heridas.
El último ataque con un número parecido de víctimas mortales en Kiev se produjo el pasado abril, cuando fueron asesinados 12 civiles. El mayor número de fallecidos en un bombardeo ruso en la capital sucedió en julio de 2024: murieron 33 personas y 121 fueron heridas.
Nueva munición de racimo
Klitschko ha difundido un vídeo en sus redes sociales mostrando que por lo menos uno de los misiles utilizados por el invasor cargaba una nueva munición de racimo, esferas de metal del tamaño de un puño. “Rusia intenta matar al máximo número de gente si utiliza este tipo de munición”, ha dicho el alcalde.
Miles de personas han pasado la noche en vela en Kiev, en refugios o en las partes más seguras de sus apartamentos, como el baño o los pasillos entre paredes maestras. Las explosiones se han repetido durante horas en casi todos los barrios de la ciudad, sobre todo, por los derribos de los drones Shahed. Ciudadanos como Marina, una madre de una niña de nueve años, que solo ha podido dormir cuatro horas. Su domicilio se encuentra a tan solo un kilómetro del principal objetivo en Solomianski. “Hemos pasado mucho miedo, situaciones así son frecuentes, pero esta vez sí creía que íbamos a perderlo todo”.

Marina se acercó a la zona principal de los impactos para visitar a unos amigos de la escuela de su hija. A su lado deambulaba una mujer con claros síntomas de sufrir una conmoción cerebral, con hematomas en la cara y una venda en la cabeza.
Es otra jornada más de una intensa campaña de bombardeos a gran escala de largo alcance que Rusia está llevando a cabo desde mayo contra múltiples provincias de Ucrania, pero sobre todo contra la capital. El modus operandi suele ser el mismo: son lo que se denomina militarmente como ataques combinados en los que primero se lanzan centenares de drones bomba que saturan los radares y defensas antiaéreas; luego llegan misiles de crucero y balísticos disparados cientos de kilómetros desde el aire o desde tierra. Tanto los Shahed como los cohetes cambian constantemente su trayectoria para hacer más difícil su interceptación.

“Estos ataques son terrorismo puro”, ha escrito en sus redes sociales el presidente ucranio, Volodímir Zelenski. “El mundo entero, Estados Unidos y Europa deben reaccionar de una vez como las sociedades civilizadas reaccionan ante el terrorismo”, ha añadido Zelenski desde Canadá, donde se encuentra participando en la cumbre del G-7. El mandatario ucranio centra, sobre todo, su presión diplomática en convencer al presidente de EE UU, Donald Trump, de que aplique nuevas sanciones sobre Rusia y apruebe nuevas entregas de armamento para Ucrania, sobre todo sistemas antiaéreos. Trump ha dejado claro que no está por la labor.
Zelenski ha insistido en los últimos días en que era necesario que él y Trump se reunieran bilateralmente durante la cumbre del G-7. La cita finalmente no se producirá porque el presidente de EE UU ha regresado antes de lo previsto a Washington, alegando que debe centrarse en negociar la paz entre Israel e Irán. “Putin actúa de esta manera solo porque se puede permitir continuar esta guerra. Él la quiere continuar”, ha lamentado Zelenski, “es negativo cuando los poderosos del mundo hacen la vista gorda ante esto”. Trump y Putin han mantenido en el último mes tres entrevistas telefónicas en las que han expresado su buena sintonía.
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