Buscar consensos
Primera semana de aire fresco. Con esperanzas de superar la agobiante situación y un renovado afán de emprender en proyectos. Las ilusiones son compartidas por mucha gente que confían en un gobierno que escuche, se mantenga cerca de la gente y confirme su compromiso de ir al frente de una caravana que lidie con las angustias de todos los estamentos de la sociedad.
La realidad no ha cambiado pero la percepción de encontrar una vía que le lleve al país por un camino que tenga menos obstáculos, mayor certidumbre y mas que nada mayor equidad, luce mejor.
Cierto es que, mucho de lo que hoy se siente refleja el alivio de salir de un dilema que le ponía otra vez a este pequeño pero hermoso mundo nacional frente a un precipicio alimentado por el odio, la venganza, la exclusión, el abuso y otra vez la pérdida de los derechos y la libertad.
La verdad que lo conseguido tiene mucho valor. Abre el espacio para disponer de un ambiente de vida con mayor capacidad de convivencia y respeto que es el ingrediente vital para buscar una economía que tenga vigor y un mundo social más justo. Es el resultado de la reconquista del fervor político en varios segmentos, incluso de las nuevas generaciones que se han mantenido apáticas, pero que sintieron lo que es formar parte de una sociedad y tener responsabilidades que van más allá de la cotidiana actividad personal.
Pero, no sólo ellas, sino incluso adultos de diversa extracción social que se vieron en el espejo y de pronto despertaron su actitud cívica.
Esta oportunidad debe ser entendida como la última para conseguir consensos nacionales en temas de gravitación (pocos, pero concretos) que defiendan la democracia, sus instituciones y marquen los límites de la gestión pública y de las actividades privadas bajo principios inexcusables de defensa de la dolarización.
Que ofrezcan seguridad, certeza, estabilidad y, construyan un futuro de inclusión, responsabilidad, honestidad en todos los órdenes y, no sólo en el manejo de los recursos públicos sino en el cumplimiento de las obligaciones con el Estado.
Que el respeto a la ley, a los contratos sean letra escrita en piedra.
Es hora de comprometerse.
Aquí va la primera propuesta: tener en todas las instituciones públicas presupuestos equilibrados.
Cero déficits. Con gastos que prioricen los campos sociales y se los evalúe por la calidad de sus resultados.
Inversión pública rigurosamente establecida y financiada fondos del petróleo y la minería. Cerrar la brecha actual de forma progresiva.
Empresas públicas sin garantía de monopolio y autosustentables. Discutámosla seria y objetivamente.
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