Con herramienta digital se buscará reducir el desperdicio de alimentos en Quito

Una aplicación móvil para que comerciantes, restaurantes y otros grupos ingresen productos que no se venden y puedan comercializarlos a un precio más asequible para evitar el desperdicio o para su donación a fundaciones es una de las acciones que se plantea desde el Municipio capitalino para prevenir la pérdida alimentaria.

A finales de enero pasado, el Concejo de Quito aprobó una ordenanza metropolitana que busca promover la prevención, reducción y aprovechamiento de la pérdida y desperdicio de alimentos, así como regular a nivel distrital el uso y distribución de los alimentos recuperados, aptos para el consumo humano.

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Estefanía Grunauer, concejala de Quito, quien fue la proponente de esta normativa local, señaló que en la capital se producen 400 toneladas diarias de desechos, de las cuales el 70 % puede ser aprovechado.

A decir de la concejala, las empresas medianas y pequeñas y los mercados son los lugares en los que hay más desperdicio.

Una de las instituciones que trabaja en aprovechar al máximo el tema alimentario es el Banco de Alimentos de Quito.

Su objetivo es evitar el desperdicio, redistribuyendo alimentos a personas de escasos recursos. Para ello, hay nueve fases, entre ellas gestionar donaciones, recibir un producto apto para el consumo humano de un donante, registrar los productos y transportarlos.

Luego se clasifican los productos y son procesados para determinar si son o no aptos para consumo humano. De no ser aptos van a una disposición final, que es compostaje o huertos. Si son aptos, se entrega el producto a la población vulnerable, hay un acompañamiento a los beneficiarios y finalmente se elaboran informes.

Para 2025 se procesarán al menos 3.200 toneladas de alimentos para contribuir a erradicar el hambre en personas de extrema pobreza. En los últimos años han pasado de 844 toneladas a 2.115. Una tonelada representa 2.915 platos de comida.

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Según la ordenanza metropolitana, para cumplir con la creación de la herramienta digital en un plazo de ocho meses, contados desde la sanción de la ordenanza, que fue el 22 de enero, la Secretaría de Desarrollo Económico y Productivo coordinará con las entidades públicas y privadas que se considere el desarrollo del modelo de gestión de la app digital.

La herramienta digital será de uso voluntario por parte de los actores de la cadena de suministros de alimentos y operará como un facilitador para la implementación de la ordenanza.

Las organizaciones que sean actores activos sobre la prevención, reducción y/o aprovechamiento de las pérdidas y desperdicios de alimentos en el Distrito Metropolitano de Quito podrán acceder a incentivos tributarios, para lo que se creará una normativa.

La Secretaría General de Coordinación Territorial, Gobernabilidad y Participación, la Secretaría de Salud y la Secretaría de Inclusión realizarán una zonificación de las circunscripciones urbanas y rurales con mayor incidencia en situación de vulnerabilidad y el plan de priorización de distribución de donaciones de alimentos.

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Diego Vivero, vocero de la Federación de Restaurantes de Pichincha, señaló que siempre en sus negocios buscan ser eficientes en la producción para que haya la menor cantidad de desperdicio y mermas.

Puntualizó que cuando la comida ha sido procesada e incluso ha pasado al plato de un comensal no puede ser vendida ni entregada.

“Si sobra un pedazo de pizza, yo no entrego; si el cliente no se la quiere llevar él mismo a su casa, nosotros no podemos, estamos prohibidos de hacerlo”, dijo.

Mencionó que hay lugares de self-service que hacen mucha comida y sobra, pero deben verificar sus cadenas de frío y de calor.

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Diego Garrido, concejal metropolitano de Quito, expresó que según la Empresa Pública Metropolitana de Gestión Integral de Residuos Sólidos (Emgirs) en la capital se producen alrededor de 2.082 toneladas diarias de residuos sólidos, de las que aproximadamente un 50,50 % son desechos orgánicos, es decir, provienen de alimentos y de residuos orgánicos.

La idea, agregó Garrido, es dar una capacitación eficiente para utilizar el desperdicio de alimentos, por un lado, como abono o materia prima para la elaboración de comida de animales, y, por otro, para poder abrir más comedores populares y trabajar de la mano con bancos de alimentos.

Además de generar promociones a través de cadenas de alimentos y dar cumplimiento a uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que indica que hasta 2030 las ciudades deben reducir al menos un 50 % del desperdicio de alimentos.

Para Grunauer será un proceso largo, pero que ya se inició con la aprobación de la ordenanza. (I)