La ruta para buscar una cama en las unidades de cuidados intensivos
La ruta de la Alfa 2 por hospitales y clínicas de Guayaquil se ha vuelto más calamitosa. Edison Chiriguaya, conductor de la ambulancia del Cuerpo de Bomberos, sabe cómo llegar en el menor tiempo posible a los sitios. Pero su experiencia no ha sido suficiente.
“En los casos de covid-19 nuestro trabajo es estabilizar al paciente, suministrarle oxígeno y buscar una unidad médica”, cuenta Luis Chiriboga, paramédico del equipo. “Vamos de hospital en hospital sin encontrar espacio”.
En sus últimas 48 horas de guardia, ambos atendieron 12 emergencias. Ocho fueron por cuadros críticos de coronavirus.
La Federación Médica Ecuatoriana calcula que en el país hay cerca de 540 camas en unidades de cuidados intensivos (UCI) para covid-19; todas ocupadas. Su presidente, Santiago Carrasco, asegura que hay listas de espera con más de 50 pacientes que han pasado por “el recorrido de la muerte”.
La Alfa 2 ha visitado hasta seis hospitales con enfermos graves. Algunos están semiinconscientes; no pueden hablar, afectados por otras enfermedades como la diabetes.
Sus registros de saturación de oxígeno en sangre marcan por debajo del 40%. Es una señal de urgente intubación.
El intensivista Alberto Campodónico recibe unas 10 desesperantes llamadas a diario, de quienes buscan espacio en UCI para sus familiares. El especialista asegura que una saturación menor al 90% y más de 30 respiraciones por minuto son claros signos de alarma.
Con estos parámetros el tratamiento en domicilio con oxígeno ya no es suficiente, porque se necesitaría cambiar un tanque cada hora. “Si no consiguen atención en un hospital, probablemente serán parte de la lista de mortalidad”.
Pichincha y Guayas concentran la mayor cantidad de camas UCI para covid-19 y duras escenas de un agobiante peregrinaje. Llegan en autos particulares y taxis a hospitales que debieron desplegar carpas o abrir salas en cafeterías para contener la elevada demanda.
Solo en Guayaquil hay 80 pacientes en espera. Quito tiene 240 camas para terapia intensiva, que están copadas en toda la red de salud.
Cristian Cevallos, presidente de la Sociedad Ecuatoriana de Cuidados Intensivos, capítulo Pichincha, aclara que los pacientes en espera no han dejado de ser atendidos. “Permanecen en unidades críticas de emergencia (…). Si dentro de la lista de espera alguien se complica, ese paciente está condenado a morir”.
La lucha contra el tiempo es cada vez más dramática ante la rapidez de las nuevas variantes del SARS-CoV-2. Campodónico explica que el lapso en que las complicaciones pueden aparecer se redujo de siete a tres días. En ese tiempo, el daño pulmonar puede alcanzar hasta el 90%. “Un caso es manejable cuando la neumonía no supera el 50%”. Por eso la espera por UCI limita las posibilidades de mejora.
Juan Ampuero trabaja en la recuperación de los sobrevivientes de covid severo. Desde que comenzó la pandemia ha colaborado en la rehabilitación física y respiratoria de quienes superaron el virus en las salas de terapia intensiva.
Hace una semana experimentó la angustia de la enfermedad dentro de casa. Un integrante de su familia se contagió y el tratamiento ambulatorio no evitó que se agravara.
“Estuvimos cuatro horas buscando atención en hospitales, pero no había disponibilidad. Contacté a colegas y, finalmente, llegamos a una clínica privada, con un desembolso importante de dinero”.
La atención oportuna, con una cánula de oxígeno de alto flujo y corticoides, impidió el uso de un ventilador mecánico. Ahora su familiar se recupera en una sala de hospitalización.
La insuficiencia respiratoria grave requiere de ventilación mecánica invasiva o intubación, un método de soporte que está colapsado por la gran demanda, como indica Julit Cevallos, presidenta de la Sociedad de Cuidados Intensivos, capítulo Guayas.
“La situación es caótica no solo para los pacientes, también para el personal médico. Parece época de guerra, porque tenemos pacientes que no evolucionan mientras hay otros que esperan un respirador. Son duras decisiones”.
Y la presión va en aumento. Cada vez hay más pacientes de entre 40 y 50 años de edad, que suelen desarrollar una insuficiencia respiratoria súbita. Eso, sumado a que la estancia en UCI puede prolongarse por 15 días y, en algunos casos, incluso hasta por un mes.
El riesgo no se reduce al llegar a terapia intensiva. Cevallos explica que pueden aumentar los problemas hepáticos, renales -hay pacientes que terminan en hemodiálisis- o se puede dar un fallo multiorgánico por sobreinfecciones. Ese peligro se duplica para quienes están en espera.
En lo que va de abril, las ambulancias de los bomberos de Guayaquil han atendido 250 llamadas por problemas respiratorios, en su mayoría de alta complejidad. Al final de una dolorosa travesía, casi siempre terminan donde empezaron, en la casa del paciente.
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