Messi no encuentra la felicidad
Leo Messi sabía que tenía que encontrar una solución a lo que iba a ser su inminente salida del Barcelona. Decidió seguir compitiendo y se marchó a París, pero la ciudad de la luz no le ha iluminado lo suficiente para que el argentino encuentre algo parecido a lo que tuvo durante dos décadas en la capital catalana. Ahora aparecen la Champions League y el Real Madrid en el horizonte y por fin encuentra una motivación para intentar acercarse al nivel que tuvo en los últimos años o al menos para justificar su paso por el PSG. El reto deportivo que le sirva de estímulo, algo que no sucede cada fin de semana en la Liga francesa.
Messi salió de su entorno, el que le apoyó para demostrar ser el mejor jugador del mundo en competencia con Cristiano Ronaldo. Sabía que cada semana tenía un nuevo desafío en una Liga competitiva al máximo como la española y que le exigía dar un paso más en cada partido. Sin embargo, la Ligue 1 no ayuda al argentino a encontrar ese punto de forma emocional que necesita. No le motiva.
En su viaje a París solo figura un objetivo y ese no es otro que la Champions, pero el día a día se le pone cuesta arriba, más de lo que pudo llegar a pensar cuando decidió seguir al primer nivel competitivo. De hecho, el Balón de Oro conquistado hubiera sido más complicado de haber decidido seguir jugando en Miami. Le hubiera penalizado sin duda.
Algunas voces apuntan a que el segundo año en el PSG está en duda, pero Messi quiere seguir compitiendo hasta el Mundial de Qatar, ese que se celebrará en los meses de noviembre y diciembre de 2022. Después se verá, pero el Balón de Oro necesita sentir la competición al menos hasta el final del presente año. En juego, la Copa del Mundo, esa que no ha ganado y que está ante la última oportunidad de poder levantarla. Rumores apuntan a una salida del PSG en junio, complicada por, quizás, su último Mundial.
Vestuario dividido
A su llegada al Parque de los Príncipes, Messi se encontró un vestuario dividido. Mucho cromo de coleccionista y demasiado ego junto. El exazulgrana sintió protegido con Di María, Paredes, Neymar y compañía. Esa fractura en muchas ocasiones se ha trasladado al terreno de juego con un PSG que dista mucho de ser el equipo que iba a arrasar con todo. No todos juegan para él y ya se ha dado cuenta.
Pochettino no termina de dar con la tecla, en parte por el galimatías del vestuario y también por un club que invita a la confusión, con la duda de la continuidad técnico de manera recurrente. Zidane está ahi y su sombra pesa mucho. El técnico lo sabe y su acercamiento al Mnanchester United parece algo más que un simple deseo.
El argentino se está preparando a conciencia para el enfrentamiento ante el Real Madrid. Es su momento y lo sabe. Sus números asustan por la sequía de los mismos y solo la Champions puede darle la felicidad que no encuentra en París y que sí tenía en equipo azulgrana, el mismo que le abrió a puerta de salida al que ha sido su jugador referencia durante muchos años..
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