Ucrania toma la iniciativa con una nueva ofensiva en suelo ruso al mismo tiempo que se negocia la paz

Ucrania toma la iniciativa con una nueva ofensiva en suelo ruso al mismo tiempo que se negocia la paz

En Krasnopilia, al norte de Ucrania, no queda prácticamente un alma, pero la policía continúa patrullando sus calles. Solo un borracho se tambalea por su principal avenida mientras los vehículos del ejército cruzan veloces. Ivan, soldado de una brigada de las Fuerzas de Defensa Territorial ucranias, explica que la policía está allí para evitar saqueos, algo habitual en las localidades abandonadas por la guerra.

Ivan regresó la noche anterior de la frontera que separa la provincia ucrania de Sumi y la rusa de Bélgorod, donde él y miles de sus compañeros abrieron en marzo un nuevo frente dentro de Rusia. Krasnopilia era el nudo logístico de esta ofensiva y los bombardeos del enemigo la han hecho inhabitable. Casi todos sus edificios municipales han sido destruidos. Del Palacio de Cultura se levantaba el lunes una humareda después de haber sido golpeado por una bomba aérea guiada. La sede del Gobierno comarcal, en el lado opuesto de la calle, también se cae a pedazos. Otro militar, que prefiere no identificarse, confirma lo mismo que Ivan: las fuerzas aéreas rusas y los drones castigan Krasnopilia para evitar que el transporte ucranio hacia Bélgorod pase por allí, forzando que sus cadenas logísticas sean más largas. Como si fuera una advertencia, en la entrada del pueblo da la bienvenida un camión calcinado por el ataque de un dron.

Un camión calcinado por el ataque de un dron, en los alrededores de Krasnopilia (Sumi) el pasado lunes.

Krasnopilia se localiza a 15 kilómetros del tramo fronterizo de unos 13 kilómetros cuadrados donde las tropas ucranias están combatiendo, según coinciden analistas ucranios y rusos. Rusia golpea más de una vez los grandes edificios públicos del municipio porque en sus sótanos pueden establecerse bases ucranias. Pero los ataques no son solo contra estos grandes bloques: a pocos kilómetros de allí, en una zona rural donde se concentran unidades ucranias, también se reproduce el estruendo de los impactos del fuego ruso con munición de racimo.

Las tropas ucranias que están combatiendo en Bélgorod son parte de las unidades que han ido abandonando desde marzo el territorio ruso de Kursk, 12 kilómetros más al norte. El presidente Volodímir Zelenski autorizó en agosto de 2024 la incursión sorpresa que llevó a sus fuerzas armadas a tomar el control de unos 1.300 kilómetros cuadrados de suelo ruso. Los objetivos de esta arriesgada operación eran tres: demostrar al Kremlin que también su territorio es vulnerable; tener un pedazo del mapa del invasor para intercambiar en futuras negociaciones de paz; y forzar al enemigo a destinar allí parte de sus contingentes en la provincia ucrania de Donetsk, donde Rusia está poniendo toda la carne en el asador para conquistar más terreno.

La Casa de la Cultura de Krasnopilia, aún humeando tras un reciente ataque con una bomba aérea guiada, el pasado lunes.

Medio año después empezó una contraofensiva rusa que ha dejado a Kiev con 60 kilómetros cuadrados de Kursk. Pero si hace tres semanas se daba casi por hecha la retirada inmediata de todas las fuerzas ucranias de Kursk, ahora la situación es más estable para los intereses ucranios, en parte porque el jefe del ejército ruso, Valeri Guerásimov, ha tenido que responder con sus regimientos a la ofensiva en Bélgorod.

Esta estrategia ucrania implica varios riesgos, no solo por el hecho de destinar sus diezmadas tropas a invadir suelo ruso en vez de estar defendiendo territorio ucranio, como numerosas voces dentro del país han reclamado, sino porque Vladímir Putin ha advertido de que mientras haya tropas enemigas en Rusia, él no tiene nada que negociar en el proceso de paz.

Los servicios de inteligencia del Ministerio de Defensa de Ucrania aseguran que Putin quiere ver las regiones rusas libres de fuerzas ucranias antes del 9 de mayo, día en el que se conmemora la victoria soviética sobre la Alemania nazi, fecha que en Rusia es de gran simbolismo nacional y patriótico. Kiev ha decidido que hará todo lo posible para aguar la fiesta.

Dientes de león en la provincia de Sumy.

Uno de los regimientos ucranios que ha destinado contingentes a la operación en Bélgorod es la 47ª Brigada Mecanizada, una de las más destacadas porque fue la primera en estar formada enteramente por militares entrenados por países de la Alianza Atlántica y con armamento de la OTAN. La 47ª Brigada ha participado en las principales batallas de los dos últimos años, en la fracasada contraofensiva de verano de 2023 en el frente de Zaporiyia, en la defensa de Avdiivka y de Porkovsk, en la incursión en Kursk y ahora en la operación en Bélgorod. Así lo atestiguan unidades de este regimiento identificadas por EL PAÍS en este sector del frente y lo confirma Vasili, un operador de artillería de la 47ª Brigada.

Vasili, como otros soldados entrevistados en la retaguardia de la ofensiva sobre Bélgorod, emana optimismo en su manera de hablar. El contraste con el estado de ánimo en el sector de Kursk es enorme, como reconoce por su propia experiencia este joven de 29 años. Los ucranios llevan allí medio año a la defensiva y en el último mes están retrocediendo a marchas forzadas, siendo evacuados de forma agónica y sufriendo muchas bajas. Pero en el sector de Bélgorod, las tropas ucranias han pasado a la ofensiva. El hecho de tener la iniciativa y no tener que estar semanas en trincheras aguantando el empuje enemigo es un impulso al estado de ánimo de las tropas: lo fue en agosto de 2024 en Kursk o en 2022, cuando las Fuerzas Armadas de Ucrania hacían retroceder al invasor en el norte, este y sur del país.

Interior de la Casa de la Cultura de Krasnopilia, atacada varias veces en los últimos días.

“Solo los rusos están informando de nuestros éxitos en Bélgorod, y dicen la verdad, nuestro Estado Mayor no dice nada porque el progreso del operativo depende de la confidencialidad”, afirma Vasili, en referencia a los múltiples comunicados de alerta que están transmitiendo cuentas militares rusas y las autoridades de la provincia rusa. Las restricciones ucranias para el trabajo de los medios y las medidas de seguridad para acceder a Sumi son elevadas, al nivel de otros momentos en los que sus operaciones militares han sido de una importancia estratégica de primer orden. Vasili solo puede confirmar que están cumpliendo el principal cometido de su misión: que los rusos se vean forzados a trasladar a sus regimientos a Bélgorod.

Cerca de la zona donde se están librando los combates, una veintena de soldados de asalto con equipamiento nuevo esperan a los vehículos que los acercarán a la frontera cuando caiga el sol. Las pocas horas que separan el día y la noche son el mejor momento para realizar las rotaciones de tropas y evitar el control de los drones, tanto los de cámara diurna como los que tienen visores térmicos. Son efectivos incorporados al ejército en los últimos meses, explica uno de ellos. Casi todos parecen superar la cuarentena. El ejército ucranio es el más viejo del mundo (su media de edad es de 42 años). Pese a los esfuerzos para reclutar a jóvenes de hasta 25 años, los esfuerzos de movilización continúan centrándose en edades más avanzadas.

Este militar afirma que llevan poco tiempo en Sumi y que, por lo que le cuentan los más veteranos en la región, afrontan una de las misiones más arriesgadas de la guerra: asaltar suelo ruso cuando el rival ya sabía, tras la ofensiva en Kursk, que lo podrían intentar de nuevo: “Cada lugar del frente en Ucrania es duro, pero a nosotros nos ha tocado el más difícil”.

Un grupo de soldados de asalto, en las inmediaciones de la zona donde se están librando los combates.