En la carrera hacia el 2025, Daniel Noboa pasó de ser un candidato lejos de la polarización a convertirse en un férreo anticorreísta
La postura de Daniel Noboa se transformó en los seis meses que lleva en el poder. En campaña fue un candidato que evitaba caer en la división correísmo-anticorreísmo. Pero con el tiempo, los intereses políticos se enfrentaron y ahora el presidente apunta sus dardos, cada vez con más frecuencia, hacia el exmandatario Rafael Correa y sus coidearios.
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Al inicio de su mandato no tuvo problema en forjar una alianza legislativa con el movimiento Revolución Ciudadana (RC). Esto le sirvió al jefe de Estado para aprobar sus leyes económicas. Las diferencias empezaron a marcarse con el aumento del IVA, hasta que el acuerdo se liquidó con la detención de Jorge Glas en la Embajada de México, en Quito.
En el primer discurso que dio Daniel Noboa al asumir la Presidencia de la República, el 23 de noviembre de 2023, dijo frases que aludían a dejar de lado la que se ha convertido en una tradicional disputa de extremos. “El anti tiene un techo y el pro es infinito”, exaltó e invitó a dejar atrás el “viejo esquema político” y convocó a “resolver los grandes problemas que aquejan al Ecuador”.
Seis meses después, el 24 de mayo de 2024, en su Informe a la Nación esgrimió palabras contra Correa y su organización política, sin la necesidad de mencionarlos directamente.
“El nuevo Ecuador tampoco cede ante presiones externas o incluso de ciudadanos que se hacen llamar ecuatorianos y hasta quieren que se sentencie a su país. Ahora el tiempo nos da la razón y nos la seguirá dando”, expresó el presidente desde el atril del pleno de la Asamblea Nacional, ante un auditorio al que decidieron no asistir los asambleístas de la Revolución Ciudadana.
Lo dijo en alusión al pedido de Rafael Correa para que se sancione internacionalmente a Ecuador por la incursión policial a la sede diplomática de México para detener a Glas. Y también por la decisión de la Corte Internacional de Justicia, que rechazó las medidas provisionales que México había solicitado contra Ecuador.
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En el transcurso de estos meses, Noboa ha hecho comentarios con el propósito de desacreditar a sus adversarios políticos al asociarlos con el correísmo. El pasado 17 de mayo, por ejemplo, dijo en una entrevista que la vicepresidenta Verónica Abad empezó su carrera política con la Revolución Ciudadana y que “era afín al correísmo”.
Aunque Noboa ha adoptado esta postura para desprestigiar a sus rivales, contradictoriamente, no tuvo reparos en sumar a su equipo de asesores a Diana Jácome, quien sí respaldó años atrás al movimiento del expresidente Correa.
El cambio que ha tenido el presidente, de ser un candidato autoproclamado de centro a convertirse en un gobernante anticorreísta, no sorprende y encaja en su carrera hacia la reelección en 2025, opinó Alondra Enríquez, consultora político digital en Golden Company.
“Definir una postura, una ideología, es el primer agente para movilizar a las masas. A Daniel Noboa lo que le pasó es que, si bien es cierto se construyó un arquetipo de centro durante la campaña, ya en el Gobierno era necesario definir una postura, porque no se puede gobernar desde la centralidad, cuando se tiene una estructura del Estado tan compleja como la ecuatoriana y además transversalizada por el crimen organizado”, comentó la experta.
En su análisis, Enríquez mencionó que “la coyuntura en el Gobierno le obligó al presidente a tener clara su posición”, más allá de considerarse un candidato conservador o de derecha, definir líneas prácticas según su modelo de Gobierno. Tras los resultados de la consulta popular, en la que perdió en las preguntas del contrato por horas y el arbitraje internacional, el Ejecutivo tuvo que definir una hoja de ruta para los siguientes meses de su administración.
“A los electores jamás les vas a ganar con este espacio endeble, con falta de coherencia entre la práctica y el discurso”, comentó. No obstante, la consultora precisó que “la polarización es algo que desagrada en los electores” y los votantes en Ecuador esperan, más allá de las ideologías, es que haya una verdadera gerencia de la política pública.
Más gente se identifica lejos de los extremismos
Esa disputa política correísmo versus anticorreísmo es algo con lo que ya no sintoniza una buena parte del electorado. Una encuesta de la empresa Comunicaliza, publicada el 14 de mayo, reveló que son más personas las que no se identifican con ninguno de los extremos; el 38,2 % de los encuestados respondió que no se ubica ni correísta ni anticorreísta. Adicionalmente está el 14,3 % de personas que contestó “no lo sé”.
Quienes se definen muy correístas y algo correístas abarcan el 24,5 %; mientras que los ciudadanos que se consideran algo anticorreístas o muy anticorreístas son el 23,1 %.
La empresa lleva dos años midiendo estas categorías porque encontró que la escala ideológica “izquierda y derecha” limitaba tener una lectura más apropiada del escenario político en Ecuador, ya que, por ejemplo, el anticorreísmo también aglutina a gente que se clasifica de izquierda.
Álvaro Marchante, consultor político y director de Comunicaliza, explicó que el segmento de quienes no se ubican ni correísta ni anticorreísta es el mayor de la población, porque “tiende una postura de equilibrio entre los extremos antagonistas”. Sin embargo, aclaró que las tendencias se mueven dependiendo del tema que atañe o afecte a la ciudadanía.
Respecto del cambio de discurso del presidente de la República, Marchante coincidió que en la campaña Noboa se benefició al manifestar una “postura intermedia”, alejándose de la polarización. “Pero luego llega al Gobierno y hay que hacer mayorías”, dijo el consultor.
En ese contexto, señaló que hay que tener en cuenta que “de cara a las elecciones presidenciales de 2025 hasta el momento no se observa una figura que represente al anticorreísmo”. Por ello, el actual mandatario tendría interés por captar esos votos, puesto que el movimiento Construye corre el riesgo de no estar en la papeleta de los próximos comicios.
“Es un espacio importante de la población. Estamos hablando de casi un cuarto de la población, que no tendría ninguna alternativa a figuras del correísmo”, observó.
La polarización se enciende más en campaña
Bernardo Gortaire, politólogo internacionalista, reflexionó que la narrativa en torno a la figura de Rafael Correa “es como un carbón encendido que se prende más en tiempos electorales”, porque detrás está la búsqueda de votos de cualquiera de los dos extremos. “Se vuelve como una herramienta fácil para los comunicadores y los marqueteros políticos”, comentó.
Si bien cerca del 40 % de la población no se identifica en ninguno de los dos extremos, la puja se mantiene por intereses de actores políticos y porque el correísmo es una fuerza política amplia.
“El mayor problema dentro del escenario de la polarización y de que existan actores que son fervientemente correístas o fervientemente anticorreístas es que la identificación del otro, la persona externa, aún sigue asociando ciertas ideas o identidades políticas con pertenecer a uno de los dos bandos”, resumió Gortaire y señaló que aquello provoca que cuando se emiten comentarios de análisis político, de inmediato surgen respuestas en redes sociales, orgánicas o de bots, que encasillan a las opiniones dentro del correísmo o del anticorreísmo, como si no hubiera cabida a otras opciones.
Ahora bien, según Gortaire, la actitud de Noboa no solo respondería a la pretensión de atraer votantes, sino que también podría responder a que en su círculo cercano, compuesto principalmente por empresarios pertenecientes a la élite económica, hay personas que vieron afectados sus intereses durante el gobierno de Correa. (I)
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