"La meritocracia, la igualdad de oportunidades y la solidaridad se sientan en un juzgado"
Este jueves tendrá lugar la esperada vista oral, fijada por el Juzgado de lo mercantil número 17 de Madrid, para abordar de nuevo el proyecto de la Superliga de fútbol impulsada por Florentino Pérez, con el respaldo de Joan Laporta, y rechazada por la FIFA, la UEFA, el sindicato de futbolistas FIFPRO, LaLiga, la Asociación Europea de Clubes ECA, las Ligas europeas EPFL y la Federación de aficionados FSE.
Esta vista viene precedida de la resolución del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (vinculante para el juzgado español) según el cual FIFA y UEFA abusaron de posición dominante ya que sus normas que supeditan la creación de una nueva competición a su autorización "no están sujetas a ningún criterio que garantice su carácter transparente, objetivo, no discriminatorio y proporcionado". Este fallo, celebrado con enorme satisfacción por los promotores de la Superliga, tuvo una lectura diferente por parte del máximo organismo futbolístico europeo: "Esto no significa un respaldo o validación de dicho proyecto".
Otro paso previo a esta vista, rotundo y significativo, ha sido la declaración implícitamente contraria a la Superliga firmada, a propuesta de Francia en el marco del Consejo de la Unión Europea, por todos los países de la Unión... ¡menos España!
Resulta verdaderamente inexplicable que nuestro Gobierno se posicione en el carril contrario al de todas las demás naciones en cuanto a un modelo europeo del deporte basado en la "apertura, igualdad de oportunidades, mérito deportivo, relación entre el rendimiento anual en las competiciones domésticas y todas las competiciones europeas", tal como rige el documento firmado por todos.
Precisamente fue este último párrafo (que bloquea las competiciones cerradas) el que España pidió eliminar para rubricar el texto, a lo que se negaron el resto de los países. Ante esta negativa, el Gobierno español no suscribió el documento.
De esta forma nuestro Gobierno elegía posicionarse contra el interés general en favor del interés particular de dos clubes. Una actuación con la que evidentemente contentaron a Florentino (principal impulsor de la Superliga), pero que provocó el desconcierto absoluto del resto de Europa y de todos los sectores futbolísticos de nuestro país.
Tras la negativa de todas las naciones a eliminar el famoso párrafo, desde el Gobierno español se justificó la decisión de no firmar en que el caso está 'sub iudice', a la espera precisamente de la vista de este jueves, y en "el deseo de no interferir en el procedimiento judicial". Una argumentación (excusa) demasiado frágil, ya que es evidente que todos los países de la UE respetan y están obligados a acatar las decisiones judiciales. Y cabría preguntarse, además: ¿Acaso no es una manera de condicionar/interferir el hecho de no rechazar (llevando llamativamente la contraria a todo el mundo) el modelo cerrado?
Llegados a este punto, por increíble e incomprensible que parezca, la meritocracia, la igualdad de oportunidades y el espíritu solidario en el mundo del fútbol 'se sentarán' hoy en el banquillo de un juzgado madrileño. Vuelve a ponerse en juego mucho más que la Superliga (que, por cierto, no podrá llamarse así porque el nombre le pertenece a la competición de Dinamarca): está sobre la mesa el futuro de un deporte que hasta hoy fascinaba a todos los aficionados, de cualquier equipo y condición. A partir de mañana, ya veremos.
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