Maestros y padres sostienen la enseñanza inclusiva virtual
Dar clic para entrar a la clase de la maestra Carla Escobar es abrir la pantalla a una explosión de creatividad, dinamismo y gestualidad. Su lado del monitor está lleno de coloridos recursos para los alumnos de inicial.
Hay fichas gráficas, carteles para la asistencia, dibujos para el reporte del clima, guantes con diminutos títeres en cada dedo y una caja con emoticones para arrancar sonrisas a Thiago y a sus compañeros.
En la clase solo se oye la cálida voz de la educadora de la Escuela Municipal de Audición y Lenguaje, en Guayaquil. Los micrófonos están en silencio mientras ella acentúa el movimiento de sus labios y recurre, esporádicamente, al lenguaje de señas.
Entre el material didáctico y el soporte de los padres desde las casas, Escobar se esfuerza para que el aprendizaje llegue a sus estudiantes con discapacidad auditiva. No ha sido sencillo; la virtualidad ha impuesto sus obstáculos.
“Pero no nos fijamos en las barreras -dice con optimismo la profesora-, buscamos soluciones en equipo para captar su atención, que a veces se pierde frente a la pantalla. Así que he pedido a los padres que tengan material a la mano”.
Las clases no presenciales han incrementado el desafío para la educación especializada e inclusiva. Y no solo por las fallas de conectividad -un problema generalizado en la virtualidad-, sino por el mayor esfuerzo en la aplicación de recursos, técnicas y sesiones individualizadas de refuerzo.
Pero esas dificultades también han abierto la oportunidad a explorar nuevas herramientas digitales de soporte, según cada discapacidad. Han permitido afianzar el compromiso de los padres durante el proceso de aprendizaje, como tutores en casa.
Kenya Muñoz es la mamá de Thiago, de 4 años. Ha superado la escasez generada por la pandemia de covid-19 para idear en casa material práctico con la guía de la escuela.
“Ha sido complicado, porque antes de la pandemia ya se había acoplado a las clases presenciales. Ahora, desde casa, lo apoyamos en todo”.
En familia y durante las sesiones virtuales lo motivan a aprender la lectura de labios; así confían en que podrá hablar, pese a su hipoacusia, como lo logró su maestra.
En el país, 97 533 personas en edad escolar tienen algún tipo de discapacidad, como registra el Consejo Nacional para la Igualdad de Discapacidades (Conadis). El Ministerio de Educación reporta 108 planteles de educación especializada e inclusiva, fuera de los establecimientos con programas de inclusión escolar.
Un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), publicado en junio, reconoce los desafíos que afrontan los docentes durante la pandemia y el riesgo de deserción educativa, particularmente en grupos escolares más vulnerables.
Para incentivar su permanencia en el sistema, el organismo motiva a los educadores a buscar formas para adaptar sus contenidos académicos y apostar por técnicas de pedagogía inclusiva.
Sobre el escritorio del maestro Víctor Hugo Aucaquispe hay arcilla, pinturas y pedazos de cartulina. Son los materiales que ha pedido para que sus alumnos, también de la Escuela de Audición y Lenguaje, participen en la clase de Arte desde sus hogares. La sesión del día empieza con una breve rutina de ejercicios, para generar interacción.
Frente a la pantalla, Karol Muñoz también interactúa con los alumnos de primero de bachillerato de la Unidad Educativa Especializada e Inclusiva Manuela Espejo. Es la docente tutora de chicos de 15 a 18 años, con discapacidades físicas e intelectuales, y destaca el papel de los padres.
“Son luchadores, como sus hijos, y su motivación nos inspira a seguir. Hemos recurrido a conexiones por todos los medios tecnológicos para avanzar en el aprendizaje. Por ejemplo, si no saben cómo usar el computador hacemos videollamadas para dar una explicación más cercana”.
Así, Johnny aprendió a manejar la tableta con la que se conecta a diario. Felícita Guagua, su mamá, es su guía en casa. “Ha sido difícil, pero es una experiencia maravillosa. A medida que aprende le ayudo con los refuerzos, porque quiero que sea independiente. Y sé que él lo logrará”.
Aunque a distancia, Neyci Alarcón busca despertar los sentidos del tacto, el gusto, el oído y el olfato entre sus 12 alumnos. Es maestra de básica de la Escuela Municipal de Ciegos 4 de Enero, ella también ha puesto en práctica plataformas con macrotipos -letras de gran tamaño- y videos con una detallada explicación oral, que le han servido tanto a ella como a sus chicos; todos tienen discapacidad visual.
Miss Neyci también graba videos caseros. En la escuela entregaba cartillas braille para la clase del día; ahora, con tutoriales sencillos, enseña a los padres a elaborar sus propias cartillas con regleta y punzón. “No importan las barreras. La meta siempre será que el niño se apropie del aprendizaje”.
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