200 emprendimientos reactivan a Portoviejo
Nadie quiso darle trabajo tras una búsqueda incesante por la capital de Manabí, después del inicio de la pandemia por el covid-19.
En esos recorridos, Yandri Montes pensó que era hora de emprender, así que fue a visitar a su abuela, Betty Valle, y con apenas USD 5 empezó su pequeño negocio de venta de bocadillos tradicionales.
Se inició en abril de este año con la venta de empanadas y después con panes rellenos con manjar, pero no le fue nada bien y estuvo a punto de desistir de la idea.
Sus amigos, con quienes practica skate en el parque La Rotonda de Portoviejo, fueron sus mejores aliados para llevar a mejor término una nueva propuesta que le permitiera competir y que su producto tuviera más salida.
A ellos les consultó cómo podía mejorar sus empanadas para que sean diferentes a las normales. Varios de sus amigos, entre ellos Paulo Viteri, le dieron la clave. Gracias a eso hoy es la mayor novedad en la capital manabita.
Ahora vende chaufanadas, que dejaron de ser una masa de verde como cualquiera.
Llevan una suerte de chaulafán, un relleno jugoso con carne molida, refrito y también el “secreto de la abuela”, cuenta Montes, mientras muestra el aperitivo, que tiene un aspecto suculento.
El joven, de 24 años, salió de la crisis en la que estaba ante la falta de recursos con la ayuda de sus aliados que, además, lo apoyan en la distribución de hasta 50 chaufanadas diarias. Cada unidad se vende a USD 0,50 en varios lugares de Portoviejo, a los que sus amigos van en patinetas.
Este emprendimiento fue identificado por la Dirección de Desarrollo Económico del Municipio de Portoviejo dentro de un portafolio de pequeños negocios que surgieron en la emergencia sanitaria y que fueron considerados, sin importar las condiciones en las que movían sus ventas.
En total, fueron 200 los que lograron ser ubicados por esa dependencia y que luego fueron promocionados en ferias virtuales en el cantón.
Fabián Santana, director de Desarrollo Económico del Cabildo, dice que ideas como la de Montes son parte de una etapa inicial de un acompañamiento que realizan, para que los productos se regularicen y crezcan, hasta que lleguen a cadenas de la provincia y también en todo el país.
Actualmente, 40 emprendimientos y sus artículos se venden en supermercados como Tía, Supermaxi y Santa María, entre otros a escala local y nacional.
Entre esos están los tradicionales chifles, salprieta, maní, manjares, rompope, licores, entre otros.
El whisky de Jonathan Loor, por ejemplo, está en las perchas del Santa María y se distribuye en Quito, Guayaquil y La Concordia. Si bien el emprendimiento no nació con la pandemia, el Municipio le da asesoría en la venta.
Se llama Ceibo Whisky y es producido por toda su familia en Portoviejo. En el patio de la vivienda llaman la atención los 66 barriles donde se ‘madura’ el producto.
Una de las últimas producciones de 22 barriles, que tardaron tres años en madurar, salió en junio, cuando se autorizó la venta de bebidas alcohólicas en Portoviejo.
Según Loor, su whisky es procesado en barriles de pechiche (y no de roble), un madero tradicional y autóctono de la cultura manabita. Los reservorios los consiguió en el cantón Montecristi, donde los artesanos los venden en pequeños locales que están instalados en la vía.
Por eso este emprendedor se enorgullece al decir que su producto tiene un origen propio, porque lleva el sello manabita. Normalmente el whisky se procesa en cubas de roble, de las cuales hay muy pocas en el país.
Este joven empresario es ingeniero químico y su idea de negocio empezó en el 2010, cuando elaboró un destilador de alcohol para una tarea.
En principio quiso incursionar en la preparación de cerveza artesanal, lo cual logró, pero no en el término correcto. “Sin pensarlo, estaba haciendo un fermentado de la cebada malteada con grano, que es la adecuada para el whisky que luego se añeja en barriles”, explica.
Su primera producción de un litro no fue la ideal, pero tras varias pruebas fue afinando el estilo que tiene hoy.
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