Thuram perfecciona la trampa para los centrales del Barça

Simone Inzaghi revisó una y otra vez la eliminatoria del Barça contra el Dortmund en cuartos hasta que descubrió algo que le entusiasmó. Cuentan personas próximas al cuerpo técnico del Inter que el entrenador y sus ayudantes advirtieron un patrón asombroso en el partido de ida. El Barça se impuso por 4-0 pero observaron que Serhou Guirassy, el punta del Borussia, dispuso de hasta tres ocasiones clamorosas solo en la primera parte, propiciadas por desajustes en la pareja Cubarsí-Iñigo Martínez cuando intentaban decidir si salían de su zona para perseguir a los extremos y los interiores. Pudo firmar un hat-trick en 45 minutos. A Guirassy le habría bastado con conectar remates sencillos que erró, un poco por nerviosismo, otro poco por descoordinación. Durante los días que precedieron al partido contra el Barça en Montjuic, Inzaghi procuró reproducir en el campo de prácticas las situaciones que desencadenaron las ocasiones de Guirassy. En su lugar empleó a un futbolista que parece su réplica mejorada: Thuram.
Marcus Thuram fichó por el Inter cuando se quedó libre, siguiendo el procedimiento que siguió la mayoría de los jugadores que capta el club italiano desde que bordea la quiebra. Agotó sus últimos meses en el Monchengladbach sin que ningún equipo de la Premier se interesara por él y en el verano de 2023 se mudó a Milán. Después de casi un año de baja por lesión, ahora completa la que probablemente sea la mejor temporada de su carrera. A fuerza de trabajo y de buen humor, como confesó al Corriere della Sera: “Soy una persona feliz de la vida”.
Cuenta un analista de la Premier que el Tottenham desestimó el fichaje de Thuram porque necesitaba el doble de energía para producir los mismos efectos que otros delanteros. Acumulaba desmarques a montones pero solo unos pocos seguían la trayectoria ideal en el momento justo. Abnegado y humilde, con el tiempo reconoció sus limitaciones. Se especializó en emplear el cuerpo para asegurarse una posición, controlar y rematar sin complicarse con los regates que soñó cuando, siendo un chaval, pretendió jugar de extremo driblador. Su padre, Lilian, campeón del mundo en 1998, le persuadió: si quería vivir del fútbol debía ser realista.
Inzaghi se pasó la semana anterior al viaje a Montjuic ensayando movimientos de distracción y atracción. Mientras Lautaro Martínez, Arnautovic y Taremi, oficiaban de señuelo, Thuram acudía a pescar. El entrenador diseñó con Lautaro una serie de maniobras para provocar la duda en los zagueros rivales: salir de zona e ir a buscarlo, o quedarse a proteger el área. Los ejercicios reproducían el patrón del Dortmund, que liberó a Guirassy aprovechando el big bang que generaba un segundo atacante que atraía a Iñigo Martínez y obligaba a Cubarsí a ajustar su posición para cubrir el hueco dejado por su compañero. El objetivo era permitir que Thuram, como Guirassy, recibiera desmarcado en el carril central y abriera el juego a las bandas para que, desde allí, automáticamente, cruzaran el balón. Una vez en ese escenario, comprobaban que la defensa del Barça se desencajaba por completo.
“Un riesgo calculado”
Desde el Inter observan que los zagueros del Barça eligieron la peor opción demasiadas veces. Salieron cuando debían recular o se quedaron cuando podían anticipar. Cubarsí por bisoño, Iñigo por el estrés que se deriva de su condición de responsable absoluto de una estructura que, a excepción de Balde (lesionado) y Araujo (suplente) carece de futbolistas rápidos para reaccionar en el límite de tiempo que impone la defensa adelantada. Aprovechando el espacio conquistado a la duda, los delanteros del Inter abrieron a las bandas y se sucedieron centros o pases con valor gol desde los costados de Dimarco y Dumfries. El 0-1 de tacón de Thuram en Montjuic se desencadenó cuando Lautaro sacó de la zona a Cubarsí mientras Thuram atraía a Iñigo al mediocampo. El 3-4 también, solo que Taremi sustituyó a Lautaro. Lo convirtió Mkhitaryan y el VAR lo anuló por fuera de juego milimétrico. Pero en el Inter aseguran que fue legal y lo repiten para darse ánimos de cara a la vuelta de hoy en San Siro. “¡Nadie, jamás, ha metido cuatro goles en campo contrario en la ida de las semifinales de la Copa de Europa!”, dice un directivo interista.
“El Barça arriesga en defensa”, dijo Inzaghi este lunes. “Pero es un riesgo muy bien calculado por Flick”.
Muchos cálculos tendrá entre manos el técnico alemán. De las 18 veces que un equipo en su casa encajó tres goles en una semifinal de Copa de Europa, solo el Nottingham Forest —3-3 ante el Colonia en 1979— alcanzó la final. En el Inter lo tienen claro: después del 3-3 en Barcelona, hay que provocar otro big bang en Milán.
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