Scottie Scheffler no es Tiger Woods, pero es lo más parecido
El golf tiene un nuevo tirano y se llama Scottie Scheffler. No es Tiger Woods, nunca será Tiger Woods, pero su dominio del juego y sus resultados en 2024 le convierten en lo más parecido al Tigre que ha visto este deporte desde la época de hegemonía del vencedor de 15 grandes. Ha sido el año de Scheffler, número uno del mundo sin discusión y ganador de ocho torneos, entre ellos el Masters de Augusta, además del oro olímpico en los Juegos de París. La superioridad del estadounidense, de 28 años, ha sido aplastante, una brecha con el resto de competidores del circuito americano que se ha agrandado tras la marcha de Jon Rahm, un rival que podía mirarle a los ojos, a LIV, la Liga saudí.
La colección de trofeos de Scheffler en los últimos meses quita el hipo: Arnold Palmer, The Players, Masters, RBC Heritage, Memorial Tournament, Travelers, Tour Championship y Hero World Challenge. Son ocho triunfos y 17 clasificaciones entre los 10 mejores en los 20 torneos disputados en el PGA Tour. De lazo, la gloria olímpica y el título de la Presidents Cup con Estados Unidos. Es la primera vez que un golfista suma al menos siete victorias en una temporada desde que en 2007 lo lograra… claro, Tiger Woods. Y ni siquiera el gran mito del golf logró el registro estadístico que Scheffler acaba de abrochar: su media de golpes este año en el circuito ha sido de 68,01 por vuelta, la cifra más baja en la historia (los datos se recopilan desde 1987). Son tres cursos consecutivos bajando de los 69 golpes, lo nunca visto. Woods ha rebajado ese registro en cuatro ocasiones en su imperial carrera, pero nunca enlazó tres seguidas.
El segundo en la clasificación ha sido Xander Schauffele (68,52), y Rahm se apuntó un promedio de 68,81 golpes en 2020 y de 68,82 en 2023, sus mejores actuaciones. Nadie salvo Scheffler ha estado tan cerca de romper la inimaginable barrera de los 68. Y eso que esta marca no ha tenido en cuenta los Juegos Olímpicos (de hacerlo, el estadounidense ya estaría en los 67).
“Yo solo trato de competir y ganar”, resume el protagonista, hombre muy religioso que agradece a Dios su talento, “pero eso no me cambia como persona cuando vuelvo a casa. Si empezara a coger mis trofeos y a pasearme a lo grande, mi esposa me daría una bofetada. Ganar torneos de golf no me hace diferente. Intento no dar demasiada importancia a los resultados, buenos o malos”.
La cuestión es que en el caso de Scheffler esos resultados no son buenos o malos, sino buenos o muy buenos. Su golf apenas presenta fisuras. Le pega recto desde el tee, pese a ese extraño y antiacadémico baile de pies en los golpes cuando emplea el driver, desde la calle ajusta con precisión de cirujano en sus acercamientos a la bandera, cuando se fabrica abundantes opciones de birdie, y es en el putt, sobre todo en las distancias más cortas, donde tiene mayor margen de mejora. De ahí que en el primer torneo de la nueva temporada, el Hero World Challenge a principios de este diciembre, estrenara un agarre en pinza para los putts de menos de cinco metros después de entrenarlo con su técnico en los greens, Phil Kenyon. El invento funcionó y Scheffler retomó el hilo donde lo había dejado, ganando otra vez, con -25 y seis golpes de ventaja sobre Tom Kim. El organizador del torneo, que no era otro que Tiger Woods, le entregó el trofeo en un simbólico traspaso de poderes. De rey a rey.
Jorge Campillo, el único español con la tarjeta del circuito americano este año, se rinde como todos al campeón. “Jugué con él en Royal Liverpool, un día de entrenamiento en el Open Británico. Muy majo. Yo jugué bastante bien, y me estuvo preguntando, pero es que el tío no falló un tiro. Le pega largo desde el tee y la bola le sale recta sin ningún efecto, y de la calle la manda casi al hoyo. ¡Y dicen que no patea bien! Si pateara como Tiger en sus mejores tiempos, que no fallaba un putt de dos metros para abajo, igual ganaba 12 torneos al año. Su temporada es espectacular. No lo veo tan bueno como Tiger, eso sí, pero es un fenómeno. Mentalmente parece calmado y maneja bien las situaciones. Es verdad que falla tan poco, se mete en tan pocos líos jugando al golf, que ni siquiera necesita ser tan fuerte de cabeza”.
La máquina de jugar al golf y de ganar en la que se ha convertido Scheffler tiene sin embargo un lunar: los grandes. Son dos Masters en la mochila, 2022 y 2024, además de 10 clasificaciones entre los 10 mejores, un bocado que parece pequeño para su nivel de juego en las últimas temporadas. Este curso venció en Augusta y vivió un episodio surrealista durante el Campeonato de la PGA. El número uno, que acababa de ser padre de su primer hijo, un niño llamado Bennett, fue arrestado antes de la segunda jornada por saltarse un control de tráfico y enfrentarse a los agentes al intentar llegar al campo en medio de una tormenta. El estadounidense fue esposado, detenido y fichado por la policía de Kentucky, y llegó con el tiempo justo de salir a competir. El episodio hubiera descentrado a cualquiera, pero no a él, en la lucha por el título hasta el final.
El premio Jack Nicklaus al mejor jugador del circuito americano ha acabado en las mismas manos en las tres últimas ediciones. ¿Quién era el único en lograrlo antes? Tiger. Scottie Scheffler supera a Woods en récord de ganancias en un curso, los 29 millones de dólares que ha amasado esta campaña, un subidón impulsado por el aumento de los premios en el PGA Tour tras la guerra económica con LIV. Y ya es el quinto golfista de la historia con más semanas en el trono mundial (119), cerca de alcanzar a Rory McIlroy (122) y por detrás de Dustin Johnson (135), Greg Norman (331) y la leyenda Tiger (683).
Los caminos de Scheffler y Woods no dejan de cruzarse. Este año jugaba en Riviera cuando después de golpear una bola un aficionado le gritó: “¡Felicidades por ser el número uno, Scottie. Ya sólo te quedan 11 años más para ser como Tiger!”. Scheffler rechaza la comparación, aunque asume el reto: “Tiger es único. Todos le idolatramos, ha sido nuestro referente. Lo que hizo a lo largo de los años es una locura. Cada vez que me comparan con él es muy especial. Me quedan 13 grandes para igualarle, así que creo que me voy a ceñir a mi rutina, seguir mi plan y mantener el equilibrio”. Ya lo dice él: no es Tiger, pero sí es lo más parecido.
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