Una tortuga ecuatoriana visitó la costa de cuatro países

Una tortuga ecuatoriana visitó la costa de cuatro países

Con menos de 1 año de vida, Julián ya había recorrido los mares de cuatro países. Esta tortuga carey salió de las aguas de Ecuador en marzo del 2020 y, en unos tres meses, pasó por Colombia, Panamá y Costa Rica. Esta es la primera vez que se registra el viaje de una tortuga bebé desde las costas ecuatorianas hacia el norte del ­continente americano.

Los datos obtenidos a través de Julián ayudaron a conocer más sobre esta especie, que se encuentra en peligro crítico de extinción, y a tener información sobre una etapa de estos animales que todavía es una incógnita para la ciencia: “los años perdidos de las tortugas”.

Felipe Vallejo, director Ejecutivo de Equilibrio Azul, cuenta que, con el objetivo de descifrar qué hacen estos animales desde que nacen hasta que alcanzan los 6 años de edad, implementaron un proyecto para marcar a las tortugas carey que anidan en el Parque Nacional Machalilla.

Mediante este estudio, se realiza un seguimiento acústico de las tortugas marinas para evidenciar hacia dónde se dirigen cuando entran al océano. Tuco y Tico fueron las primeras en emprender este viaje con los transmisores satelitales.

Cristina Miranda, investigadora y coordinadora de Equilibrio Azul, recuerda que estas eran dos tortugas que los investigadores habían rescatado y trasladado hasta el Centro de Rehabilitación del Parque Nacional Machalilla.

Después de unos meses, al ver que ya tenían el tamaño adecuado, les colocaron los aparatos. Estos arrojaron pocos datos y, al poco tiempo, se perdió la señal. Lo mismo ocurrió con la tortuga Sabina.

Los investigadores decidieron continuar con el trabajo cuando apareció Julián. Esta carey nació en el sector conocido como La Playita de Salango, y fue rescatada por una voluntaria mientras realizaba las mediciones de los nidos.

Rubén Alemán, médico veterinario y encargado del Centro de Rehabilitación del Parque Nacional Machalilla, explica que el animal llegó muy débil. Lo habían encontrado en el fondo de un nido y no habría sobrevivido sin las atenciones médicas. El proceso de recuperación tardó alrededor de un año.

Cuando ya estaba listo para salir al océano, los investigadores idearon un nuevo método para colocarle el transmisor. Miranda dice que, por lo general, se lo pega al caparazón, pero Julián era muy pequeño y era probable que el aparato se cayera. Por eso, crearon una especie de mochila con una tela para que se pudiera expandir como una prenda.

El transmisor iba pegado a la mochila, adherida a la tortuga. La idea era que el animal creciera con libertad y que el aparato pudiera aguantar más tiempo sobre la tortuga.

“Se puso a viajar enseguida que la liberamos”, recuerda la investigadora. Las aventuras de Julián eran narradas en Twitter. Este fue liberado frente a La Playita, se fue a Esmeraldas, recorrió toda la costa ecuatoriana, subió al norte de Colombia y, después de 1 200 km, llegó a Panamá.

En este punto, los investigadores no sabían con certeza si iba a continuar hacia el norte. Finalmente, el transmisor les mostró que había llegado a Costa Rica. Alemán cuenta que de las cinco carey marcadas en el centro, esta es la que ha brindado más información hasta el momento.

Al llegar a Costa Rica, los investigadores perdieron el rastro de Julián. Se cree que el transmisor se desprendió. Los datos abrieron una nueva etapa en el conocimiento de las carey que anidan en el país. Vallejo dice que esta es la primera vez que cruza las fronteras de Ecuador y que se registra un movimiento tan lejano. Continúan los monitoreos para detectar el regreso de Julián.

Miranda y Vallejo se dedican a observar las escamas faciales, que son como sus huellas dactilares, para reconocer a los individuos. Se sabe que las ­tortugas vuelven a la playa o zona donde nacieron.

Tras el viaje de Julián, la atención está puesta en los movimientos de Marañón, la nueva carey liberada este 2021 que ya viajó hasta Panamá.