China activa los aranceles de represalia a productos de EE UU por valor de 14.000 millones
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Técnicamente, la nueva guerra comercial entre Estados Unidos y China ha comenzado: este lunes, a las 00.01h de la madrugada en China (las 17.01h de la tarde del domingo en España) han entrado en vigor los aranceles contra productos estadounidenses por valor de cerca de 14.000 millones de dólares (13.554 millones de euros) que Pekín aprobó como réplica contra los gravámenes decretados la semana pasada por el presidente estadounidense, Donald Trump.
No ha habido llamada conciliadora de última hora, como muchos esperaban, entre el magnate y su homólogo chino, Xi Jinping, algo que el propio Trump había anunciado el lunes pasado, aunque finalmente se desdijera. A falta de acuerdo provisional, como sí logró con Canadá y México, las dos grandes potencias económicas del planeta retoman el rumbo de confrontación comercial iniciado en 2018 durante el anterior mandato del republicano, una contienda que en realidad no dejó de existir en los años de la Administración de Joe Biden.
El zarpazo chino se une, además, al nuevo anuncio del magnate de que aprobará este mismo lunes aranceles del 25% sobre todo el acero y el aluminio que importe Estados Unidos, otro nuevo golpe proteccionista con aroma de su anterior estancia en la Casa Blanca: ya hizo un anuncio muy similar en 2018.
La réplica de China, que fija aranceles de entre el 10% y el 15% adicionales a 80 productos energéticos y manufacturas de Estados Unidos, es de impacto mucho más reducido al zarpazo de Trump, que grava con un 10% a todos los productos importados de China sin distinción, cuyo valor supera los 400.000 millones de dólares (unos 387.000 millones de euros).
La respuesta de la República Popular fue inmediata y contundente, pero acotada, lo que diversos analistas han interpretado como una disposición negociadora por parte de Pekín. El martes pasado, el mismo día en que entraron en vigor los aranceles de Trump, el Gobierno chino anunció la represalia tarifaria que acaba de implementarse, además de una batería de medidas de respuesta en distintos ámbitos.
La represalia china incluye una investigación a Google —cuyo buscador está prohibido en el país y, por tanto, tiene presencia limitada—, restricciones a la exportación de minerales críticos para las industrias tecnológica y armamentística, y la inclusión de corporaciones estadounidenses como PVH (dueña de Tommy Hilfiger y Calvin Klein) o Illumina (dedicada a la biotecnología) en el listado de empresas no fiables, lo que da vía libre para imponer medidas punitivas.
Intento de negociación “amistosa”
La respuesta es indicativa de que Pekín ha preparado el regreso del magnate. Y es, también, una señal de que aunque replica el golpe, no se cierra a un eventual diálogo, según valora Dong Shaopeng, investigador principal del Instituto Chaoyang de Estudios Financieros de la Universidad de Renmin. “China quiere negociar amistosamente con EE UU”, asegura. “Pero el nuevo Gobierno de EE UU se está comportando de forma intensa, imponiendo políticas y reclamando mediante presiones. Claramente, China tiene que reaccionar”.
Algunos analistas creen que Pekín llega mejor preparado para aguantar el pulso que en 2018; otros creen que su economía lastrada por una enorme crisis inmobiliaria, y su excesiva dependencia de las exportaciones, le restan margen de maniobra.
Nadie conoce con certeza los próximos pasos de Pekín, pero la réplica del gigante asiático esboza ya por dónde podrían ir en caso de que se recrudeciera la batalla: podría cerrar aún más el grifo de materiales críticos y tierras raras, sector en el que China roza el 90% del procesamiento global; o abrir investigaciones a otros gigantes tecnológicos con mayor presencia en el gigante asiático, como Apple, según adelantó Bloomberg.
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