Cristóbal López, el español papable por sorpresa, sobre la posibilidad de un cisma: “Para ser hereje hay que saber bastante teología, no vale cualquier imbécil”

Cristóbal López, salesiano y arzobispo de Rabat (Vélez-Rubio, Almería, 72 años), es uno de los cardenales que, por sorpresa, se ha colado en la prensa italiana como candidato revelación en las listas de papables. Por su perfil misionero, en contacto con otras religiones, y por ser uno de esos religiosos a pie de calle que pedía el papa Francisco.
Tras estudiar periodismo, se fue de España en los años ochenta y ha vivido en Paraguay, Bolivia y Marruecos. Cuando el Pontífice viajó a este país en marzo de 2019 se cayeron bien. Tanto, que en octubre le hizo cardenal. Y ahora esto.
Pregunta. La prensa italiana le indica como papable.
Respuesta. Uno empieza y los otros copian, pero no le doy ninguna importancia, sé que son elucubraciones periodísticas y como periodista comprendo que se hagan, pero son cosas sin fundamento.
P. Cuando se enteró de la muerte del papa, ¿empezó a pensar a quién votar?
R. Yo venía con la idea de escuchar, nos conocemos poco y tengo mucha fe en que estos días nos tienen que dar elementos para discernir y para inspirarnos. Pero no venía con un candidato preparado, ni lo tengo ahora.
P. ¿Las congregaciones generales están ayudando?
R. Cada uno expresa aquello que le importa, y eso ya te da una orientación, te dice si esta persona sería válida o si ya ves que por ahí no.
P. ¿Quien pide la palabra para hablar quiere ser elegido papa?
R. No, no, es porque quiere intervenir. Si hay alguno que quiere ser papa y que lo desea, está mal de la cabeza o del corazón, tiene unas apetencias de poder que son malsanas espiritualmente. Y creo que entre nosotros, sinceramente, no lo hay. Nadie es tan tonto de querer agarrar esa patata caliente. Entre nosotros no hay candidatos, no hay nadie que diga “yo quiero ser”, o alguien que dice “votemos a este”. Se lleva con la máxima discreción.
P. ¿Cómo hacen para conocerse, quedan a cenar?
R. Sí, nos conocemos poco. De los 130 electores a lo mejor conozco a 60. Y gracias a que participé en el Sínodo, en 2023 y 2024, y conocí a algunos. Te conoces escuchando. Y en el receso, en la media hora para tomar un café, hablas con tres o cuatro.
P. ¿Las intervenciones de cardenales están siendo buenas?
R. Sí, cada uno se retrata. Están los que les gusta pisar el freno, o dar marcha atrás. Y ves que otros quieren que se continúe, avanzar. Hay gente que apoya cosas que yo considero para mí periféricas, sin mucha importancia. Y hay otras que son intervenciones que van al núcleo, a cosas importantes.
P. ¿Cuál es la cuestión central para usted ahora, si tuviera que intervenir?
R. Lo que yo quisiera decir es que la Iglesia tiene que estar al servicio del Reino de Dios. Que la Iglesia tiene que estar abierta y salir al encuentro de las otras religiones en diálogo con el mundo y al servicio del mundo. O sea, que la Iglesia no tiene que ser, lo decía el papa Francisco, autorreferencial. La Iglesia no trabaja para ella misma. Es servidora del mundo, debe estar flechada hacia la paz, la justicia, la libertad, la vida, la verdad y el amor. Y de ahí salen muchas consecuencias. Por ejemplo, estamos presentes en Marruecos y siendo una minoría absoluta no recogemos nada, no trabajamos para obtener fruto, sino que estamos verdaderamente al servicio. Eso cambia todo. El objetivo es construir el Reino de Dios. Y solo podemos hacerlo con los musulmanes, no contra los musulmanes. Hay muchos que no lo ven porque están en otras circunstancias. En Paraguay todos son católicos, no se imaginan lo que es vivir en minoría, trabajar en completa gratuidad y amar como Dios nos ama. Creo que es una actitud que debería estar en todas partes.

P. ¿Y qué cuestiones le parecen periféricas, sin importancia, como decía?
R. Pues el hecho de que se respeten las normas del derecho canónico, que es importante, pero está siempre al servicio de la misión. No está hecho el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre. O un tema que a todo el mundo le preocupa, las vocaciones, pero para mí hay cosas más básicas, más profundas, no me preocupa tanto que haya más o menos sacerdotes, sino que todo cristiano se sienta llamado y enviado.
P. No es un misterio que hay división en la Iglesia, con ataques al Papa.
R. Y hay quien le ha tratado de hereje, pero entre los cardenales no diría que hay división, hay diferencias. Pero la unidad se construye a partir de la aceptación del otro como diferente a ti, te enriquece. Creo que es una de las características que debería tener el nuevo papa, capaz de construir la unidad sin ahogar la diversidad, una unidad en la que nadie se sienta excluido.
P. ¿Ve peligro de un cisma, como se ha dicho estos años?
R. Yo no lo veo posible. Vería la posibilidad de que alguna persona desequilibrada o algún grupo mal orientado se separe, pero no veo el cisma. Que haya 10 o 12, lo lamento, pero para ser cismático hay que tener razones. Para ser hereje hay que saber bastante teología, no vale cualquier imbécil.
P. Pero a este Papa lo han criticado mucho. Ha habido mucha rebelión.
R. Ha habido cuatro o cinco, pero es llamativo que haya habido esa interpelación por parte de cardenales. Yo estaba sorprendido, por no decir escandalizado, de esa manera de actuar. Pero a pesar de eso, veo también la libertad de estos cardenales de haberse expresado, los que lo hicieron respetuosamente. No estoy de acuerdo con ellos, pero acepto que tengan otra visión, somos hermanos. Otra cosa es la grosería de ciertos blogs que llevan el nombre de Vaticano en el título y que prácticamente insultan al Papa.
P. ¿Y por qué Francisco ha despertado esta animadversión?
R. Porque les ha tocado donde les apretaba el zapato. El Papa ha dicho y hecho gestos que dejaban en evidencia a muchos, como en Estados Unidos, toda la predicación social ha tocado muchos intereses de todo tipo. Eso levanta ampollas y antipatías. Y de ahí a trabajar para que se cambie el papa o para que haya un papa diferente que corrija el rumbo del anterior hay un paso. Y hay gente en Estados Unidos interesada en invertir dinero para conseguir eso, que es inútil.
P. Se ven dos tendencias en el cónclave: continuidad o marcha atrás. El Papa ha abierto muchos procesos, con homosexuales, mujeres, inmigrantes. ¿Se debe ir más allá todavía?
R. Se tiene que seguir caminando en esa dirección y dejar que el Espíritu nos haga ver hasta dónde tenemos que llegar. Debemos continuar esos procesos, y usted ha mencionado alguno, con una Iglesia inclusiva, donde nadie se sienta rechazado de entrada. Y el proceso de la sinodalidad, por ejemplo, donde todos están llamados a participar, a dar juntos la respuesta a los problemas. Todo ese proceso está apenas comenzado y sería una pena que se frenara, se tiene que continuar.
P. ¿Cómo se ve la inmigración hacia Europa desde África?
R. Yo me siento avergonzado de la política migratoria de la Unión Europea y de España, de Italia. Es una política que yo califico de egoísta, de mezquina y de raquítica. Yo he sido emigrante, de Andalucía a Cataluña. En mi familia hubo muchos de esos tres millones de españoles que en España fueron a Francia, Alemania, Suiza, a trabajar y parece que tenemos memoria a corto plazo. Comprendo que Europa no puede, en un corto espacio de tiempo, admitir a todos los que querrían venir. Se tiene que regular, pero esa política de cierre y de cada vez mayor xenofobia no es aceptable. Colaboran al desarrollo de España. Hay 400.000 marroquíes que cotizan a la Seguridad Social.
P. ¿Cómo ve España cuando vuelve de vez en cuando?
R. Polarizada, individualista, acomodada, envejecida. Si todavía cobramos la pensión es gracias a muchos de esos extranjeros.
P. ¿Se imagina en la Capilla Sixtina eligiendo al nuevo Papa, está nervioso?
R. No, un poco curioso. Ya cuando te nombran cardenal piensas que te va a tocar. Es una experiencia única también para un cristiano. Y la verdad es que te hace, por un lado, ilusión. Por otro, un sentido grande de responsabilidad, pensar que de mi voto, en parte, depende el futuro de la Iglesia y también el del mundo: el otro día en la plaza San Pedro allí estaban frente a mí Trump, los Reyes de España... Quiere decir que la Iglesia todavía tiene algo que decir. Levanta su voz en favor de la paz. Ahora los socialistas y todos hablando de aumentar el presupuesto militar al 2%. Estamos volviendo a hace 70 años. Es increíble.
P. Mencionaba a Trump. Hay una deriva de populismo, de extrema derecha, de racismo en Europa. ¿Cómo puede afrontar el próximo papa un mundo tan complejo?
R. Anunciar el Evangelio, predicar la paz, denunciar las injusticias, como lo ha hecho este Papa y los anteriores. Lo que hizo Juan Pablo II en favor de la paz fue también extraordinario. La caída del muro de Berlín fue una bocanada de aire de libertad. El papa tiene que continuar siendo un líder religioso, pero que habla de todo, de política también, es una voz profética.
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