La justicia de Brasil coloca una tobillera electrónica a Bolsonaro ante el riesgo de fuga

La justicia de Brasil coloca una tobillera electrónica a Bolsonaro ante el riesgo de fuga

El expresidente brasileño Jair Bolsonaro amaneció este viernes en su casa de Brasilia con la visita más temida: la de la Policía Federal. Los agentes llegaron a su domicilio para colocarle una tobillera electrónica, después de que el Tribunal Supremo Federal detectara un creciente riesgo de fuga. El líder ultraderechista está en medio de un proceso judicial por haber liderado un intento de golpe de Estado contra el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, y la sentencia, que podría conocerse en septiembre, puede superar los 40 años de cárcel.

La operación policial llega un día después de la última carta del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, presionando a las autoridades brasileñas en favor de Bolsonaro, donde llegaba a decir que el juicio “debe terminar inmediatamente”. Con una tensión que va a más cada día que pasa, el juez Alexandre de Moraes, que instruye el proceso, decidió adelantarse a la posibilidad de que Bolsonaro pidiera asilo a Trump y se refugiara en la embajada de Estados Unidos, por ejemplo, una hipótesis de la que se habla desde hace tiempo.

Después de pasar por la comisaría donde le colocaron la tobillera, Bolsonaro aseguró ante la prensa que está siendo víctima de una persecución: “La sospecha (de fuga) es una exageración, soy un expresidente de la República, tengo 70 años de edad. Suprema humillación”, se quejó. También dijo que nunca pensó en salir de Brasil o en refugiarse en una embajada, aunque dejó caer que tenía prevista una reunión con embajadores la semana que viene.

El expresidente no quiso responder cuando se le preguntó si respetaría las medidas cautelares impuestas. Tras la turbulenta mañana en Brasilia, su hijo Eduardo colgó un mensaje en inglés en las redes sociales explicando la operación y destacando que ni él ni otro de sus hermanos (el concejal Carlos Bolsonaro, investigado por difusión de mensajes de odio y desinformación en internet) podrán hablar con él a partir de ahora porque forman parte de la investigación.

Los movimientos de Bolsonaro ya estaban bastante limitados desde que a principios de 2024 la policía le confiscara el pasaporte. Ahora, con la tobillera, estará vigilado 24 horas. Podrá circular libremente, aunque con restricciones: por las noches (de 19 a 7 horas) tendrá que estar en casa. No podrá tener contacto con embajadores extranjeros ni acercarse físicamente a ninguna embajada. Tampoco podrá usar las redes sociales ni mantener contacto con uno de sus hijos, el diputado Eduardo Bolsonaro, que desde Estados Unidos se convirtió en el artífice de toda la estrategia de presión vía Trump.

La Justicia cree que hay pruebas de que Bolsonaro ha actuado para dificultar el juicio por intento golpista y ha llevado a cabo iniciativas que podrían calificarse como delitos de coacción, obstrucción a la Justicia y ataque a la soberanía nacional, que sumarían 20 años de cárcel.

En la decisión que ordenó las medidas cautelares, el juez Moraes destacó que las conductas de Bolsonaro y de su hijo Eduardo son “flagrantes confesiones de la práctica de actos delictivos”. En su opinión, la extorsión de Bolsonaro a las instituciones brasileñas es tan “descarada” que el jueves dijo públicamente que el fin de los aranceles de Estados Unidos están condicionados a su propia amnistía. El propio Bolsonaro admitió haber mandado dos millones de reales (más de 360.000 dólares) a su hijo en Estados Unidos, lo que para los investigadores constituye una prueba de que financió una operación contra la soberanía de Brasil.

La hipótesis de la fuga cobró fuerza después de que hace pocas semanas la diputada bolsonarista Carla Zambelli, recién condenada a diez años de cárcel, se fugara a Italia. Desde entonces, está en paradero desconocido y en la lista roja de la Interpol. Además, Bolsonaro ya había insinuado hace tiempo la idea de refugiarse en una embajada. En febrero del año pasado, poco después de perder el pasaporte, pasó dos noches en la embajada de Hungría, del Gobierno de otro de sus aliados ultras, Viktor Orbán.

En el registro a su casa de este viernes, la policía encontró 14.000 dólares y 8.000 reales en efectivo y un pendrive escondido en el baño, cuyo contenido ya está siendo analizado. También se halló una copia de la demanda que la plataforma de videos estadounidense Rumble presentó contra Moraes. La empresa acusa al juez de censura y pide que sus órdenes para derribar cuentas de usuarios de la plataforma no tengan efecto legal en Estados Unidos. La moderación del contenido de las ‘big techs’ es uno de los puntos centrales de la contienda entre la administración Trump y el Gobierno brasileño.