Lisboa, conmocionada por la tragedia del funicular que causó 16 muertos: “Se deshizo como una caja de cartón, no tenía freno”

Lisboa ha amanecido este jueves aún conmocionada por la tragedia vivida pocas horas antes, al descarrilar un funicular que provocó la muerte de 16 personas y heridas a una veintena, entre ellas dos de nacionalidad española, que ya han recibido el alta hospitalaria. “Chocó con una fuerza brutal en un edificio y se deshizo como una caja de cartón, no tenía ningún tipo de freno”, relató una testigo del siniestro a la cadena SIC. La mujer observó al transporte descender “desenfrenado” por la pronunciada cuesta por donde circula hasta chocar contra un inmueble.
Entre los fallecidos se encuentra el guardafrenos del funicular, André Jorge Gonçalves Marques. Otra de las víctimas es el padre de un menor de tres años, que fue rescatado por un policía y trasladado al hospital. La madre del pequeño permanece también ingresada con heridas de gravedad. La familia es de nacionalidad alemana.
El suceso ha llevado al Ayuntamiento de Lisboa a suspender el servicio de tres funiculares históricos de características similares al siniestrado −el Ascensor de la Gloria−, que son una de las grandes atracciones turísticas de la ciudad. Así, los elevadores de Graça, Bica y Lavra, que salvan grandes desniveles, están interrumpidos de momento por decisión del Ayuntamiento de Lisboa, que ha decretado tres días de luto oficial. Este jueves el duelo institucional se extiende a todo el país.










La Fiscalía, por su parte, ha abierto una investigación para esclarecer lo ocurrido. La primera hipótesis barajada por la prensa local apunta hacia la rotura de un cable de seguridad en el transporte que descendía la calzada de la Gloria, donde se registró el accidente pasadas las 18.00 del miércoles, una hora más en horario peninsular español. Ese elevador conecta la plaza de los Restauradores, en la parte baja de la capital portuguesa, con el Barrio Alto.
Los vagones de estos elevadores, con capacidad para unas 40 personas cada uno −22 sentadas y unas 20 de pie−, están unidos por un cable de tracción que, según la hipótesis que se considera más probable, pudo haberse roto.
El accidente ocurrió en las cercanías de la plaza de los Restauradores cuando la supuesta rotura de ese cable dejó el vehículo que efectuaba el descenso sin control. La cabina se deslizó entonces a gran velocidad por la pendiente de más de 260 metros que une la zona alta con la Baixa pombalina. Incapaz de frenar, el vehículo descarriló en una curva y se convirtió en un amasijo de chatarras tras embestir contra un edificio de la calzada de la Gloria.

El siniestro también afectó al segundo funicular que presta este servicio, que se encontraba detenido al principio de la calzada de la Gloria con algunos pasajeros en su interior y que fue desplazado unos metros al romperse el cable de seguridad del vehículo que descendía. Este vagón no sufrió daños, pero las imágenes de vídeo tomadas por transeúntes mostraron a pasajeros saltando por las ventanas.
Manuel Leal, líder del sindicato Fectrans, ha declarado a la televisión local que aún es pronto para determinar la causa del accidente, pero que los trabajadores del elevador de la Gloria se habían quejado de problemas con la tensión del cable de tracción del funicular que dificultaban el frenado.
La empresa municipal de transporte público Carris ha asegurado, por su parte, en un comunicado haber llevado a cabo todos los protocolos de mantenimiento de los vehículos, incluido el mantenimiento mensual y semanal, así como las inspecciones diarias de las instalaciones.

Los heridos fueron trasladados a tres hospitales de Lisboa (Santa María, San José y San Francisco Javier) y otros centros sanitarios de localidades cercanas como Cascais. Esos medios señalaron que siete de ellos se encontraban el miércoles por la noche en estado grave. Uno de los heridos falleció durante la noche en el hospital de San José.
El funicular de la Gloria comenzó a funcionar en 1885 y fue electrificado a comienzos del XX. Transporta al año a cerca de tres millones de viajeros, en su mayoría turistas, que quieren conocer uno de los medios de transporte históricos de la capital portuguesa.
Los populares carruajes amarillos de tranvías y funiculares constituyen uno de los símbolos de Lisboa más fotografiados y solicitados por los visitantes.