Los ladrones caen hasta de los árboles en sitios oscuros
A María Clavijo le robaron el monedero a dos cuadras de su casa, en mayo pasado. A su vecino Andrés Maldonado, le asaltaron cuando llegaba de su trabajo de guardia de seguridad a inicios de año, y a Kamila Chambo le quitaron la mochila cuando regresaba del instituto, en septiembre. Los tres atracos tienen algo en común: ocurrieron en la calle Luis Vargas Torres, en La Pisulí, en un tramo sin alumbrado público.
Los vecinos de la zona tienen al menos un familiar que ha sido víctima de robos, y aseguran que los incidentes ocurren junto a dos pequeñas ágoras en ese tramo oscuro.
Nancy Carrera, de 44 años, vive allí desde que cumplió 15. Su casa se encuentra a 50 metros del punto más conflictivo y asegura que en ese lugar los ladrones le ganaron la batalla a la vecindad, sobre todo cuando el sol se va.
Esta calle de Pisulí conecta pasajes secundarios y está junto a un parque. Años atrás, el Municipio construyó una pequeña ágora y baños, pero ahora los servicios higiénicos ya no tienen techo y sirven de guarida para los delincuentes.
Carrera recuerda que el año pasado, los malhechores, aprovechando la oscuridad, tomaron a una chica por la fuerza y se encerraron con ella en ese espacio. Por eso, en La Pisulí se vive con miedo.
Los ladrones -dice Carrera- se esconden hasta en los árboles. Su cuñado fue víctima de esa modalidad. Caminaba por la vereda cuando escuchó una voz que le dijo que le diera el celular. No había nadie junto a él. Regresó a ver al árbol y el delincuente saltó desde una rama y lo amenazó.
Cuando la hija de Carrera llega del trabajo se comunica con su madre para que ella tome a sus perros y le dé el encuentro en el retén policial de la zona. Para tomar el bus a San Roque, a la Mariscal Sucre y a la Marín, los vecinos deben pasar por este punto.
A cinco minutos de allí, también en tinieblas, está el puente que conduce a Vista Hermosa. Antes de la pandemia, la comunidad solía organizar guardias nocturnas, pero con la emergencia sanitaria dejaron de hacerlo.
Los moradores concuerdan en que la solución es derrocar los baños e iluminar la zona.
En Toctiuco, la realidad es similar. Pepe Claudio, coordinador del cabildo barrial, cuenta que la comunidad se organizó y hace seis meses pidió a la administración zonal que ilumine tres espacios públicos que carecen de alumbrado. Solo falta que intervengan en el mirador de Toctiuco.
El cruce de las calles Álvaro de Cevallos y Guatemala es completamente oscuro, a pesar de que se encuentra diagonal a las canchas de la liga barrial, al lado de un parque, junto a la Unidad Educativa Pichincha, y cerca de la casa comunitaria.
Cruzar por allí es un problema. Los alcohólicos y consumidores de drogas han hecho del sector su casa.
Claudio calcula que unas 5 000 personas se ven afectadas por esta falta de iluminación; sobre todo, quienes cruzan entre Toctiuco y Miraflores Alto. Los robos y asaltos allí son a diario.
Según los indicadores de seguridad ciudadana que maneja el Ministerio de Gobierno, este año el número de robos a personas en Quito aumentó en comparación con 2020. Aunque hay que tomar en cuenta que, debido a la pandemia y al confinamiento, los delitos se redujeron desde el inicio de la emergencia sanitaria.
No obstante, entre enero y octubre del año pasado se registraron 3 712 robos a personas, y en ese mismo lapso de este año hubo 4 514.
Las estadísticas muestran que la mayor parte de los atracos ocurre entre jueves y viernes, sobre todo en la tarde y noche, entre las 12:00 y las 23:59. Los líderes barriales aseguran que las zonas sin alumbrado son las más vulnerables.
La Empresa Eléctrica Quito explicó que existen pocos sectores dispersos en el área de servicio que no cuentan con el alumbrado público. Se debe, indica, principalmente a que son pasajes y calles transversales que están en proceso de definición y delimitación.
Se estima que un 0,2% del espacio público general aún no cuenta con el servicio. La entidad aclaró que la iluminación de parques, jardines y zonas intervenidas no es competencia de la EEQ.
Si un barrio desea hacer el pedido a la EEQ debe enviar un oficio a la entidad, adjuntar el certificado de trazado vial emitido por el Municipio, el certificado de división de lotes, y un croquis de ubicación.
Los documentos pueden ser entregados en cualquier agencia de la empresa. En lo que va del año, 169 barrios han solicitado alumbrado público.
Tender el cableado, colocar los postes, el transformador, las luminarias y los accesorios para dotar de alumbrado público a un barrio es costoso.
El valor aproximado para una red de este tipo es de USD 4 500 por metro.
El alumbrado público de Quito se mantiene encendido en promedio 12 horas al día, de 18:00 a 06:00. Los costos de operación y mantenimiento del sistema se acercan a los USD 700 000 mensuales, que incluye materiales, mano de obra para reparaciones y operación general del sistema.
Se debe considerar también el costo de la energía que se consume, que asciende a cerca de USD 900 000 por mes.
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