Comunidades de Tumbaco y Los Chillos protegen al Ilaló

Comunidades de Tumbaco y Los Chillos protegen al Ilaló

El cerro Ilaló, ubicado en el sureste de Quito, cruza los valles de Tumbaco y Los Chillos. Proteger a este volcán extinto hace miles de años es una de las misiones que tienen los habitantes que se asientan en sus faldas.

11 comunas reconocidas por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) viven en los alrededores: Toglla, Sorialoma, Rumiloma, Tingo, Angamarca, San Francisco de Baños, Alangasí (centro poblado), Tola Chica, Tola Grande, Comuna Central y Lumbisí. Estas poblaciones comparten la idea de preservar la biodiversidad del Ilaló y recuperar su flora endémica. La siembra de especies como el eucalipto ha causado erosión y sequía de vertientes.

Ricardo Buitrón, coordinador del Colectivo Cabildo Cívico, dice que el Ilaló luce cada vez con menos vegetación y mayor presencia de conjuntos habitacionales.

“Tenemos un objetivo claro, que es recuperar el ecosistema del Ilaló para beneficio de la comuna y de la colectividad en general”, aseguró Gerardo Simbaña, presidente de Tola Chica, en Tumbaco.

Este poblado trabaja desde 2001 para darle una cara más verde al cerro. La iniciativa consiste en reforestar la montaña. Desde ese año, los pobladores han sembrado más de 200 000 árboles, que corresponden a más de 7 hectáreas. Pero ellos planean que su labor de extender el bosque continúe.  A esta propuesta se han sumado jóvenes de instituciones educativas de la zona y autoridades, tanto de la Administración Zonal Tumbaco como de Los Chillos. 

Juntos desarrollan un proyecto, a largo plazo, de siembra en el cerro de plantas autóctonas, como pumamaqui, quishuar, casanto, cholán, tilo. Estas especies son el hábitat de huiracchuros, águilas rojinegras, mirlos y gorriones.
“Nos ocupamos de la reforestación en la Comuna Central. El objetivo es llegar a 1 000 árboles. Es un trabajo en conjunto”, indicó Fernando Palacios, jefe de la Sección Ambiente de la Administración Zonal Tumbaco.

La montaña sirve para el cultivo de alimentos, consumidos por los mismos pobladores. “Las personas de aquí protegemos el Ilaló, porque cada una tenemos nuestra parcela para sembrar”, dijo Geró­nimo Chinchero, de la comuna Angamarca, en Los Chillos.

Segundo Paucar, de 66 años, tiene maíz y habas en su terreno. Él cuenta que los demás vecinos cosechan fréjol, zapallo, sambo, col, trigo, cebada, cebolla, acelga… Para los moradores de ambos valles, el Ilaló es considerado un pulmón por la gran cantidad de vegetación que alberga. No por nada, en el 2015, el volcán fue denominado Patrimonio Natural del Distrito Metropolitano de Quito.

Pero para las personas de El Tingo, en Los Chillos, el cerro también es una fuente de ingresos por el turismo. Quiteños y extranjeros visitan la montaña para hacer deporte, despejar la mente y apreciar el paisaje. Los fines de semana son los preferidos para visitar esta zona.

“El Ilaló no solo es naturaleza, sino también turismo para el sector”, dijo Marcelo Ruiz, presidente del Comité Pro-Mejoras El Tingo. Con esta idea coincide Fulmes Pilaquinga, que vende empanadas desde hace 27 años en un parque de la zona. “Quienes vendemos aquí, vivimos del turismo. Desde luego que quisiera que suba más gente, pero con esto de la pandemia estamos un poco complicados”.

Por ello, los representantes de El Tingo, a más de preocuparse en dar fuerza al atractivo turístico natural, realizan campañas para el cuidado del cerro. Muestran videos a niños, jóvenes y adultos acerca de la experiencia que se llevan los visitantes que acuden a la montaña; así como la importancia de mantener limpio el entorno.

“El volcán es patrimonio de nuestros antepasados. Las nuevas generaciones debemos mantenerlo”, comentó Roldán Paucar, presidente de la comuna San Pedro de El Tingo. Para ese fin, coordinan actividades con la Junta Parroquial de Alangasí y el Comité Pro-Mejoras.

Francisco Chungandro, vicepresidente de la comuna, acotó que tienen un proyecto de guías turísticos. La idea es que los pobladores dirijan a grupos de personas que asciendan hasta la cruz del Ilaló y, a la vez, controlen que los turistas no afecten a este ecosistema.