El Reino Unido y Francia pactan por primera vez coordinar su capacidad de disuasión nuclear

El Reino Unido y Francia pactan por primera vez coordinar su capacidad de disuasión nuclear

Las dos potencias nucleares europeas de la OTAN, el Reino Unido y Francia, han decidido dar un paso explícito e histórico para coordinar su capacidad armamentística atómica. La inestabilidad geopolítica actual, la amenaza rusa sobre el continente y las señales desde Washington de que Europa debe comenzar a protegerse por sí misma han empujado a las dos naciones hacia una mayor cooperación y acercamiento.

“Como únicas potencias nucleares y como líderes de la OTAN, desempeñamos un papel clave a la hora de preservar la paz y la seguridad de este continente. Hoy hemos actualizado nuestro histórico acuerdo de Lancaster House [de cooperación militar] para proteger a nuestros ciudadanos y nuestro modo de vida”, anunciaba Starmer en la rueda de prensa conjunta que ponía fin a una visita de Estado de tres días del presidente francés, Emmanuel Macron, al Reino Unido, en la que las instituciones británicas (monarquía y Gobierno) han desplegado toda la pompa necesaria para dejar atrás las turbulencias del Brexit. “Esta mañana [de jueves] hemos firmado la Declaración de Northwood [en referencia a la base militar donde ambos se han reunido], en la que por primera vez manifestamos la voluntad de coordinar nuestra capacidad independiente de disuasión nuclear. Desde hoy, nuestros adversarios sabrán que cualquier amenaza extrema al continente tendrá la respuesta inmediata de nuestras dos naciones”, aseguraba el primer ministro británico.

Aunque la idea de respaldarse mutuamente, como miembros de la Alianza Atlántica, existe implícitamente desde que ambos países firmaron en 1995 la Declaracion de Chequers, y en el último medio siglo ha habido varios intentos de profundizar en la cooperación nuclear, nunca se había afirmado tan claramente como este jueves. Francia ha sido siempre muy celosa de su soberanía nuclear y, a diferencia del Reino Unido, siempre se ha resistido a integrarse en unas estructuras de la OTAN con férreo liderazgo estadounidense. París forma parte del grupo de planificación nuclear de la Alianza, y su arsenal atómico está comprometido con la defensa colectiva, pero no participa en el acuerdo operativo por el que Washington estaciona su armamento en bases europeas o permite que los cazas de combate de otras naciones puedan transportar y operar con sus misiles.

“La decisión profundiza nuestra cooperación tanto en las políticas de capacidad como en las operativas. Hemos decidido poner en marcha una estructura conjunta, un grupo de control nuclear que liderará esta cooperación”, explicaba Macron. “Son decisiones muy importantes, por las que nuestros países preservarán su independencia y soberanía, pero nos dotaremos de los medios necesarios para trabajar juntos en un entorno mucho más amenazador”, aseguraba el presidente francés.

La capacidad de disuasión nuclear británica se concentra en exclusiva en sus submarinos de la clase Astute, que transportan misiles balísticos Trident proporcionados por Estados Unidos, pero con autonomía para operarlos. Starmer ha anunciado recientemente la construcción, antes de que termine la próxima década, de una docena de submarinos SSN-AUKUS, como parte del programa AUKUS en el que el Reino Unido participa junto a Australia y Estados Unidos. Esta alianza está en el centro de un esfuerzo de rearme por parte de Londres que incluye, además, el recién firmado acuerdo de colaboración en materia de defensa con la UE.

Aunque las cifras son secretas, según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (Sipri, por sus siglas en inglés), Francia dispone de unas 290 cabezas nucleares, de las que 280 podrían usarse de inmediato.

Acuerdo de devolución de inmigrantes

En el mismo día en que las fuerzas de seguridad costera del Reino Unido rescataban a cerca de 220 personas de las aguas del canal de la Mancha, Starmer y Macron anunciaban, además del pacto nuclear, un importante acuerdo de devolución de migrantes al continente. Bautizado como one in-one out (uno dentro-uno fuera), comenzará a ponerse en marcha en unas pocas semanas, según han anunciado ambos dirigentes.

El proyecto piloto dista mucho de ser la solución definitiva a un problema que ha puesto contra las cuerdas al actual Gobierno del Partido Laborista y ha dado mecha en abundancia a la derecha populista de Nigel Farage y su partido, Reform UK. Según los términos acordados, los primeros intercambios serán de apenas 50 personas de un lado y de otro por semana. Londres podrá devolver a Francia los irregulares que lleguen a sus costas desde las playas cercanas a Calais, y el Gobierno francés podrá enviar a territorio británico a las personas que tengan algún vínculo familiar en la isla, siempre que no hayan intentado previamente entrar de modo irregular.

“Esto servirá para demostrar a otros potenciales migrantes que intenten realizar la misma travesía que su esfuerzo será en vano. Y que los supuestos empleos que alguien les había prometido una vez llegaran a territorio británico no existen realmente. Nuestro Gobierno ya está realizando un amplio combate sin precedentes a escala nacional para erradicar la contratación ilegal”, explicaba Starmer.

El primer ministro se refería así a la principal inquietud y protesta expresada durante los últimos años por parte de París, que señala como principal “factor de atracción” de los inmigrantes que se dirigen al Reino Unido la facilidad con que se contrata ilegalmente, la abundancia de empleos en la llamada nueva economía gig, con trabajos temporales de repartidores manejados por plataformas y aplicaciones digitales. El país es, además, el único en Europa que no exige portar documentos de identidad de forma obligatoria, con lo que controlar el acceso de irregulares al mercado laboral es mucho más complejo.

Macron ha querido señalar a los británicos, con diplomática crudeza, la causa de sus tribulaciones actuales con la inmigración irregular, que tiene mucho que ver con la falsa promesa del Brexit: “Sé que no es su caso, primer ministro”, decía, dirigiéndose a Starmer, “pero muchos ciudadanos de su país afirmaron que el Brexit haría posible combatir con más firmeza la inmigración irregular. De hecho, desde entonces no ha sido posible un acuerdo migratorio con la UE (…). Para todos aquellos que quieren cruzar el canal de la Mancha, se ha vuelto un incentivo el hecho de que no haya un acuerdo de readmisión”, señalaba.

La aprobación final del acuerdo migratorio dependerá de las instituciones de la UE, ha indicado Macron, que deberán llevar a cabo el obligatorio proceso de verificación legal a un pacto bilateral que afecta a terceros países. España, Italia, Grecia, Malta y Chipre habían enviado semanas antes a la Comisión Europea una carta, adelantada por el diario Financial Times, en la que expresaban sus temores ante lo acordado entre Londres y París: “Tomamos nota, con un grado de sorpresa, de las intenciones publicadas de Francia de firmar un acuerdo bilateral de readmisión”, decía el texto, que expresaba el recelo a que los migrantes pudieran acabar finalmente devueltos a los países por los que entraron en un principio al territorio Schengen de libre circulación europea.