La Calera se promociona como marca de turismo comunitario

La Calera se promociona como marca de turismo comunitario

Anderson Bonilla recuerda que cuando él era niño la comunidad La Calera, en Cotacachi, empezó a recibir a los primeros turistas.

Entre los visitantes extranjeros había estudiantes de Estados Unidos que llegaron atraídos por la convivencia con familias kichwas.

Ellos colaboraban con actividades como enseñar inglés y diversas expresiones artísticas a los niños de la localidad.

Eso influyó para que Bonilla estudiase y se graduara en la carrera de Ingeniería en Turismo y Ecoturismo, en Carchi.

El comunero, de 24 años, es parte del equipo de dirigentes del cabildo y jóvenes profesionales que trabajaron para crear la marca turística La Calera, que está inspirada en la cosmovisión andina.

Este producto está en el plan de promoción turística y desarrollo comunitario que se ejecuta desde junio de 2019.

En esta parcialidad, ubicada a 10 minutos del centro de Cotacachi, en las dos últimas décadas han surgido servicios de alojamiento, gastronomía, talleres artesanales demostrativos, grupos de música y danza, para cautivar al visitante.

La Calera, constituida en 1938, fue una de las primeras comunas de este cantón de Imbabura en incursionar en el turismo comunitario.

Fausto Gualsaquí, presidente del Cabildo, cuenta que 40 familias están vinculadas a la actividad. En la mayoría de los hogares, como el de este guía nativo, se alterna con agricultura y crianza de animales. Otros, en cambio, elaboran textiles, bisutería y alpargatas.

Por la pandemia del covid-19, los turistas extranjeros dejaron de arribar al poblado. Sin embargo, Gualsaquí señala que tienen el reto de consolidarse como un destino.

Hay personas que siguieron la línea gastronómica, como Anderson Bonilla, que está al frente de la Casa del Kachipukru, una finca agroturística. En ese restaurante se pueden degustar platillos andinos, uno de los principales es el cuy frito, pero también hay wafles.

Una de las cosas que más llama la atención es que comparten saberes, como el uso de la yunta y del arado, que aún conservan agricultores de la zona.

En la marca también resalta la frase: “Vivir la espiritualidad”. Por eso, la oferta incluye un recorrido por las fuentes consideradas sagradas. Otra de las propuestas es el complejo Tambo Jatarishum, que abarca un predio de alrededor de 9 hectáreas.

Los integrantes de 16 familias implementaron un restaurante, sitios de alojamiento, zonas para acampar, pesca deportiva y hasta construyeron un lago artificial, donde se puede pasear en bote.

Wayra Calapi, socio de la organización, cuenta que también poseen un apiario, una quesera y una huerta orgánica que abastecen de productos a la cocina del comedor.

Para potenciar este espacio turístico recibieron el apoyo del Municipio de Cotacachi y de la Prefectura de Imbabura.

Christian Garzón, director Zonal 1 del Ministerio de Turismo, dice que La Calera tiene experiencia en el turismo comunitario. “Esto le permitió desarrollarse y contar con una marca turística propia”.

Una de las razones es que esta localidad puede ser el sitio de partida a otros lugares, como la laguna de Cuicocha, el valle de Íntag, las excursiones a los cerros Cotacachi e Imbabura.

De acuerdo con la investigación del Instituto Superior Tecnológico Cotacachi, este cantón tiene 88 atractivos entre naturales y culturales.

Juan Benítez, docente investigador del plantel educativo, explica que en esta última categoría hay 41 manifestaciones culturales, como el Inti Raymi, y las fiestas tradicionales que se mantienen en cada sector.

Una de ellas es el Tarpuy Ray­mi, con la que los vecinos de La Calera celebran el inicio de la nueva época de siembra.

Por eso, la agenda de actividades en Rumi Tola incluyó una ceremonia ancestral para bendecir las semillas, el 20 de septiembre pasado.

También se programaron otros actos culturales y deportivos que atrajeron la atención de vecinos de otras ciudades.

En el marco del Tarpuy Ray­mi 2021 se presentó la marca turística La Calera. Anderson Bonilla considera que el desarrollo de la actividad está en manos de los comuneros.