La ley está hecha para el hombre, no el hombre para la ley

Hace más 1 980 años, hubo un judío muy sabio que pregonaba sabiduría. Con mucho entusiasmo lo hacía con menciones directas, o con parábolas. De acuerdo a mi entendimiento, sus palabras fueron tan llenas de sabiduría, que dieron origen de una religión que ha estado vigente como una de las principales del mundo, por ese mismo tiempo aproximadamente.

Yo estoy plenamente convencido que el progreso de la humanidad tiene sus bases más sólidas, en las palabras sabias que se han emitido a lo largo de los siglos de la vigencia de la especie humana. Hay tanta recopilación de esas palabras sabias, muchas de ellas resumidas en frases célebres, en proverbios, y de muchas otras maneras. Esta recopilación siempre encuentra frases para aplicar a cada caso. El judío del que hablo es nada menos que Jesús, el Cristo, quien ante un cuestionamiento dijo, más o menos, lo siguiente: “La Ley está hecha para el hombre, no el hombre para la Ley”.

Parece que este principio fundamental, lógico, y absolutamente racional, no se enseña en las escuelas de leyes de nuestro país, y que tampoco lo han leído ni lo han entendido gran parte de los jueces ecuatorianos. Hemos sido testigos de muchos pronunciamientos donde jueces, fiscales o abogados plantean que la Ley es por sí o ante sí el único argumento posible y lo decisorio en cualquier circunstancia.