Lamine Yamal deja el 19 y se enfrenta al peso histórico del 10 en plena polémica por su transgresora fiesta de cumpleaños

Lamine Yamal deja el 19 y se enfrenta al peso histórico del 10 en plena polémica por su transgresora fiesta de cumpleaños

Lamine Yamal parece dispuesto a cargar con el peso de la camiseta del 10, la misma con la que se han canonizado Messi, Maradona, Ronaldinho o Pelé y también la que ha doblado las rodillas de promesas como Ansu Fati, después de vivir una aventura juvenil tan excitante con la del 19 que figura como candidato a ganar el Balón de Oro 2025. No es un cambio cualquiera si se tiene en cuenta que el domingo cumplió 18 años y firmó un contrato millonario —unos 40 millones de euros brutos al año— con el Barcelona. Nada motiva más al jugador que los desafíos, siempre dispuesto a ser protagonista, ahora también con una zamarra que algunos barcelonistas consideran todavía propiedad de Messi.

Mudar la camiseta no supone necesariamente asumir una mayor responsabilidad de la misma manera que no se madura solo por ser mayor de edad como pretenden aquellos que temen por el futuro a corto plazo de Lamine. Una vertiginosa gira veraniega por medio mundo, el divertido encuentro con su ídolo Neymar y una fiesta de cumpleaños tan estruendosa que ha provocado la intervención del Ministerio de Derechos Sociales han puesto el foco sobre el extremo del Barça. La pregunta es si en la celebración de su aniversario se vulneró la ley de discapacidad después de una denuncia de la Asociación de Personas con Acondroplasia y Otras Displasias Esqueléticas con Enanismo (ADEE). La réplica de uno de los propios afectados en declaraciones a Rac 1 avala de momento la defensa del organizador del sarao montado en una casa rural cercana a Barcelona.

Lamine se desvivió para que se organizara precisamente una celebración explosiva, a su gusto y al de los invitados, así como al de sus fans, propio de quien pretende generar misterio y llamar la atención para después servir la información por sus propios canales, nada que ver con la burla y menos con las fiestas sabidas y no divulgadas de Ronaldo Nazario, Romario o Ronaldinho ni las celebraciones de Mbappé. La industria del entretenimiento agradece a futbolistas irreverentes que jueguen con el dinero y la fama como Lamine. El delantero internacional quiere trascender en el escenario igual que en el campo como líder de la generación que por las obras del Camp Nou ha nacido en el estadio de Montjuïc.

Hay multitud de jóvenes aficionados del Barcelona y de la selección española que se visten con la camiseta del 19. El número funciona como seña de identidad, se asocia al fenómeno Lamine, es un signo de personalidad y también de ruptura frente a la convencionalidad y racionalidad que supone el 10. El éxito y la manera de ser del jugador se han asociado hasta ahora al dorsal 19. Lamine no es un delantero tan romántico como para evocar a Maradona ni tampoco un revolucionario como Best o Cantona. Tiene en cualquier caso un perfil propio tan interesante que ha seducido a los adolescentes que se habían alejado del fútbol por aburrido y aburguesado para abrazar fórmulas como la Kings League.

No se muestra, sino que se expone; no huye, sino que busca y asume la presión; y no quiere ser ejemplar sino trascender con un discurso bien construido y sin dobleces, como quedó demostrado el día 13: “Quiero el título que me falta, la Champions y obviamente también el Mundial. Mi mentalidad me dice que tengo que ir a ganar. No me pasa por la cabeza que tengo muchos años por delante; quiero ganar ahora y lo daré todo por hacerlo”, declaró nada más cumplir los 18 años. La ambición se nota es sus palabras, en sus jugadas, en sus varios récords de precocidad, en sus gestos y en su iconografía: el pelo, la gorra, la sonrisa y el signo del 304, que es el código postal de su barrio de Rocafonda.

“Mientras gane, no me pueden decir nada; cuando no gane, sí”, advirtió Lamine antes de la eliminatoria con el Inter. Nadie le replicó después de la derrota porque su actuación fue soberbia en Milán. No es fácil de gobernar, por no decir que es ingobernable, y es tan desacomplejado que a veces duele incluso la manera como responde a Flick. La mano del entrenador ha sido decisiva para armonizar a jugadores tan opuestos y al tiempo amigos como el irreverente Lamine y el políticamente correcto Pau Cubarsí. El paso por la Masia ha tenido mucho que ver en el comportamiento de un delantero que se ha presentado cuando le ha dado la gana como acostumbran los genios por más que forme parte de la cantera del Barça.

El relato azulgrana, en cualquier caso, siempre encuentra explicaciones a los fenómenos más sorprendentes, también a la relación Lamine-Messi. Hay una fotografía de Joan Monfort en un calendario deportivo editado por el diario Sport en que el argentino baña a un bebé en presencia de su madre Sheila Ebana. El ungido por Messi es Lamine. Ambos se rencontrarán el año que viene cuando se inaugure el Spotify Camp Nou si no falla el calendario hecho a la medida de Laporta y el rosarino se aviene a volver después de ser despedido de mala manera de su entrañable Barcelona. La imagen sería bonita: el 10 frente al 10. Quizá para entonces ya se sabrá qué queda del 19 de Lamine. El reto empezará este miércoles en el Camp Nou.

El club azulgrana tiene previsto oficializar la renovación del jugador y también el cambio del 19 al 10. El acto será muy diferente a la fiesta de Lamine. Aunque una jornada institucional nada tiene que ver con una fiesta particular, al jugador seguramente le gustaría que la entidad azulgrana presumiera de un futbolista decidido a entrar en la historia de los mejores 10. No estaría mal el visionado de un video con la samba de Ronaldinho, los goles de Rivaldo, las gambetas de Maradona y, por supuesto, las jugadas de Messi para estimular a Lamine.

El delantero se sale cuando se sabe y se siente admirado, con y sin balón, en la cancha, en una casa rural o en un tablado en el que pueda demostrar por qué invitó a su aniversario a Duki, Nicki Nicole, Luck Ra y Bizarrap. El freestyle y el hip-hop se le dan especialmente bien a Lamine como bien saben los que le vieron actuar por sorpresa este verano en un bar de China. El monólogo improvisado cautivó a la audiencia en un momento de asueto que se concedió el futbolista después de uno de los múltiples compromisos comerciales que se suceden desde su firma con el Barcelona.

El sentido del show, su gusto por la transgresión y la capacidad para percibir cuánto sucede a su alrededor, decisivo para saber si debe intervenir o por el contrario se impone el silencio o el anonimato, conceden a Lamine un papel de estrella en el universo futbolístico y mediático, reclamo de jóvenes y mayores, un activo de valor incalculable para el Barça. La afrenta ahora es cómo gestionar un éxito fuera de guion como el de Lamine vestido con el 10 después de triunfar con el 19.