Las tensiones entre EE UU y China se intensifican a la espera de una llamada entre Trump y Xi

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se ha reunido, ha hablado e incluso jugado algolf con numerosos líderes extranjeros desde su regreso a la Casa Blanca. Pero en su lista hay una enorme excepción: no ha conversado aún con el jefe de Estado chino, Xi Jinping, mientras las tensiones entre ambas potencias económicas se disparan, en áreas que abarcan desde los aranceles mutuos a la defensa, y ambos gobiernos intercambian reproches y acusaciones que amenazan la inestable tregua comercial que alcanzaron el mes pasado. Ahora la Casa Blanca asegura que ambos hablarán muy pronto, probablemente esta misma semana. Pero Pekín se muestra mucho más escéptica. Y aunque ambos líderes conversen, es improbable que su charla vaya a solucionar las profundas diferencias de fondo entre ambos gobiernos.
La llamada telefónica entre ambos líderes tendrá lugar “muy pronto”, reiteró este martes la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, en su rueda de prensa semanal. Leavitt había anunciado el lunes que la conversación podría tener lugar esta misma semana. Trump ha dejado claro que considera que solo mediante una charla entre los dos será posible reencauzar una relación bilateral de 600.000 millones de dólares, vital para ambos colosos y para el mundo.
Pero desde su regreso al poder, el presidente y la Casa Blanca han anunciado en varias ocasiones una inminente conversación con el líder chino, y en ninguno de los casos esa llamada ha llegado a materializarse. Y en Pekín, las posiciones del Gobierno chino parecen mucho menos entusiastas sobre una charla entre los dos presidentes, visto, además, el resultado de las conversaciones de Trump con líderes extranjeros con los que discrepa, como el ucranio Volodímir Zelenski o el sudafricano Cyril Ramaphosa, ambos víctimas en el Despacho Oval de reproches o una bronca en público. “No tengo información que ofrecer” sobre un posible diálogo, declaró este martes el portavoz del Ministerio de Exteriores en Pekín, Lin Jian.
El ministro de Exteriores, Wang Yi, recibió también el martes al nuevo embajador estadounidense en China, David Perdue, y le insistió en que Estados Unidos debe “crear las condiciones necesarias para que las relaciones vuelvan al buen camino”, según un comunicado de su ministerio en Pekín en el que parece leerse entre líneas que el Gobierno chino no está muy dispuesto a seguir la corriente al inquilino de la Casa Blanca. “Es lamentable que Estados Unidos haya introducido recientemente una serie de medidas negativas”, agregó el jefe de la diplomacia china.
Por su parte, siempre según la versión de Pekín, el enviado de Washington aseguró que “el presidente Trump tiene un gran respeto por el presidente Xi Jinping, y es muy importante que los dos jefes de Estado mantengan intercambios positivos y constructivos”.
Estados Unidos ha acusado a China de incumplir su compromiso, alcanzado en Ginebra el 12 de mayo, de suavizar los controles sobre la exportación de tierras raras, imprescindibles para la fabricación de todo tipo de productos, desde semiconductores hasta automóviles y aviones. Pekín controla la mayor parte del suministro mundial.
“El hecho de que estén reteniendo algunos de los productos que acordaron suministrar en nuestro pacto quizá es un error en el sistema chino. Quizá es algo intencional. Lo veremos después de que el presidente hable con Xi”, declaraba el domingo el secretario del Tesoro, Scott Bessent, en una entrevista concedida a la cadena de televisión CBS.
El gigante asiático responsabiliza por su parte a Washington de haber impuesto restricciones indebidas a piezas de motores de avión y a la venta de software especializado para el diseño de semiconductores, en un intento de impedir que China pueda hacerse con los chips más avanzados. También le acusa de imponer límite a la producción de semiconductores por parte del gigante chino Huawei. Además, la semana pasada Estados Unidos anunció que pondría en marcha de manera “agresiva” restricciones a los visados de los estudiantes chinos en su suelo. “Si Estados Unidos insiste en seguir su propio camino y sigue perjudicando los intereses de China, China seguirá adoptando medidas firmes y resueltas para proteger sus derechos legítimos”, advertía el lunes el Ministerio de Comercio chino.
Al malestar ya existente entre las dos grandes potencias económicas mundiales se sumaban este fin de semana las palabras del secretario de Defensa, Pete Hegseth, en el foro internacional de Defensa Shangri-La en Singapur, donde acusaba a Pekín de planear un ataque “inminente” contra Taiwán.
Los reproches mutuos amenazan con hacer saltar por los aires la frágil entente entre los dos colosos alcanzada el mes pasado. Entonces los representantes de Comercio y de Economía de ambos países se reunieron en Ginebra entre amenazas de elevar hasta la estratosfera los aranceles recíprocos, mientras se acumulaban las advertencias de empresarios y académicos de que la guerra comercial entre ambos ya comenzaba a afectar las cadenas de suministro y la disponibilidad de productos. Cuando comenzó aquel encuentro, los aranceles de Estados Unidos sobre los productos chinos llegaban al 145%, y los de Pekín sobre los productos de su rival alcanzaban el 125%.
Ambas delegaciones, encabezadas respectivamente por el secretario del Tesoro, Scott Bessent, y de Comercio, Howard Lutnick, y por el viceprimer ministro chino He Lifeng, acordaron suspender durante noventa días sus medidas punitivas. Los gravámenes quedaron temporalmente en un 30% en el caso de los productos chinos y de un 10% para los productos estadounidenses, para alivio de los mercados, que reaccionaron con una de las mayores subidas en décadas. Hasta que un mensaje de Trump en su red social Truth el viernes pasado acusaba a China de incumplimiento y amenazaba con deshacer lo logrado en aquel encuentro.
Trump y Xi habían hablado por última vez el 17 de enero, en vísperas de la toma de posesión de Trump, y desde entonces no han vuelto a tener contacto personal. El presidente estadounidense aseguró en abril que había hablado con su homólogo, pero China lo negó de inmediato. El republicano está convencido de que solo una conversación personal, de hombre a hombre, entre los dos líderes conseguirá despejar los problemas en la relación comercial bilateral de manera permanente.
Pero no necesariamente será así. La desconfianza entre los dos gobiernos es profunda y sus estilos, opuestos. “Hay una desconexión fundamental”, consideraba el ex jefe de Gabinete y exdirector de presupuestos de la Casa Blanca Mick Mulvaney, en declaraciones a la cadena de televisión Bloomberg TV. “Trump quiere hablar al nivel más alto. Pero ese no es siempre el modo en que los chinos quieren tratar las cosas”, agregaba. En general, Pekín prefiere que los especialistas se encarguen de resolver los detalles de una negociación, y que los muy altos mandos -y, sobre todo, Xi Jinping- solo intervengan cuando ya todo está atado y bien atado.
En este caso, según Mulvaney, “no veo que China pueda conseguir un acuerdo a su manera tradicional, entre bambalinas”. Pero al mismo tiempo “creo que será muy difícil cerrar un pacto a la manera de Trump, en una conversación solo entre Xi y Trump, hablando de hombre a hombre”, agregaba el antiguo alto cargo.
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