La UE aprueba aranceles por 93.000 millones a las importaciones de Estados Unidos por si fracasa el acuerdo

El acuerdo comercial entre la UE y Estados Unidos está más cerca tras las últimas conversaciones. Falta la “última milla”, como dice un buen conocedor de las negociaciones. Pero recorrerla con éxito depende del presidente Donald Trump y su errática política económica no inspira confianza. Así que la Unión Europea da pasos para estar lista por si el inquilino de la Casa Blanca en un nuevo golpe de volante no da el visto bueno: este jueves por la mañana los Estados miembros han aprobado aranceles a un volumen de importaciones estadounidenses por valor de 93.000 millones de euros (unos 110.000 millones de dólares al cambio de estos días), apuntan fuentes diplomáticas. Las mismas fuentes que afirman que no se han dado pasos para activar el mecanismo anticoerción, que permitiría gravar el comercio de servicios estadounidenses.
Según los datos de intercambios bilaterales de 2024, el volumen de exportaciones que pueden ser sancionadas si fracasan las conversaciones afecta al 27% lo que la UE trae del otro lado del Atlántico. La réplica, en realidad, solo buscaría reequilibrar algo el tablero y no implicaría una retorsión comercial propia de una batalla arancelaria. Si respondiera en la misma medida en que castiga Estados Unidos, la UE aumentaría los derechos aduaneros a un volumen equivalente al 70% de las importaciones estadounidenses (unos 243.000 millones de euros), el mismo volumen al que Washington ya aplica aranceles adicionales.
Casi nadie en Bruselas quiere que se activen esos aranceles que se han aprobado por mayoría cualificada. La apuesta de la UE por la salida pactada ha sido inquebrantable, a pesar de los desplantes y amenazas procedentes desde el otro lado del Atlántico. De hecho, este jueves, un par de horas después de que se aprobara el potencial contraataque, el portavoz comercial de la Comisión Europea, Olof Gill, ha incidido en la idea: “La UE continúa en contactos intensos con Estados Unidos en el nivel técnico y político”. A continuación ha vuelto a dejar claro que, al menos oficialmente, la discreción es la norma desde Bruselas: “No voy a entrar en detalles del plan de contactos”.
Y esos contactos empezaron a dar frutos este miércoles, cuando el comisario de Comercio, Maros Sefcovic, llevó buenas noticias a su reunión con los embajadores representantes de los Estados miembros al Consejo tras haber hablado con el secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick, un poco antes. Hubo optimismo en el encuentro, apuntan fuentes diplomáticas, pero también se acordó no bajar la guardia. Y ahí entra el paso dado ese jueves, que no deja de ser una muestra de lo poco que se fían de Trump sus socios —sobre el papel— comerciales, militares y políticos en Europa. Tal es la desconfianza que lo aprobado no se desarticulará del todo en caso de acuerdo, sino que seguirá simplemente suspendido por si Washington vuelve a cambiar de idea después.
La lista definitiva de productos a los que aplicar aranceles se compone de las dos ya conocidas: la primera cercana a 21.000 millones que ya se aprobó —pero nunca ha llegado a aplicarse para negociar sin dar pie a una escalada— y la propuesta de hace una semana de 72.000 millones, que todavía no había recibido el visto bueno de los Estados. Ahora se ha unificado y en ella hay importaciones como el whisky bourbon, los aviones de Boeing, las motos Harley-Davidson o los coches.
Si llega a activarse, el plan apuntado el miércoles está pensado para que funcione como un arancel espejo. Es decir, si llegado el día 1 de agosto no hay acuerdo y Estados Unidos aplica un arancel general del 30%, como amenazaba la carta enviada por el presidente estadounidense el 12 de julio, la UE aplicará el mismo porcentaje, apuntan fuentes diplomáticas. Hay que tener en cuenta que los 93.000 millones de euros son la base del valor de productos sobre los que se aplica esa tasa. Por ejemplo, en el caso de que se llegara al peor escenario del 30%, podría suponer un castigo o una recaudación aduanera adicional para la Unión, según el prisma del que se mire, de 27.900 millones de euros.
Sin embargo, su activación dependerá, muy probablemente, de la decisión que tome Donald Trump respecto al pacto en ciernes, que probablemente se anuncie en Truth Social, la red social de la que es propietario. El presidente utiliza esta plataforma para difundir anuncios, lanzar amenazas o expresar sus desahogos, a la vez que obliga de forma indirecta a medios de comunicación y ciudadanos a convertirse en usuarios de su negocio.
El acuerdo, que aún se está ultimando, implica un arancel del 15% para las exportaciones de la UE a Estados Unidos. Ese porcentaje, en realidad, ratifica la situación actual, vigente desde abril. Entonces Washington suspendió los falsamente llamados “aranceles recíprocos” durante 90 días —al final Trump, en otra muestra de su política errática, alargó el plazo— y los rebajó en una tasa adicional del 10% que se sumaba al 4,8% que ya aplicaba antes. El objetivo era lograr un acuerdo y eso parece cercano.
El marco de negociación que se está ultimando incluiría a las exportaciones de coches en ese arancel general, que ahora pagan un 27,5% en total. No lo habría al aluminio y el acero, sobre los que ahora pesa un gravamen adicional del 50%. También habría exenciones a productos como algunas bebidas espirituosas o al sector aeronáutico.
Es clave conocer qué va a pasar con las investigaciones abiertas sobre sectores como el farmacéutico —al que el presidente estadounidense amenazó con imponer un arancel del 200%— y los semiconductores. No obstante, y dado el optimismo de este miércoles en Bruselas, es probable que esos obstáculos, presentes hasta el pasado viernes, hayan desaparecido.
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