Diego Oquendo: ‘Yo supe lo que era tener hambre’ revela el periodista quiteño

Diego Oquendo: ‘Yo supe lo que era tener hambre’ revela el periodista quiteño

Diego Oquendo Silva abre la puerta de su casa, en el norte de Quito, que ha sido su hogar por décadas. Nos recibe atento, con una sonrisa afable y su característico acento que lo identifica por arrastrar las erres. Es inconfundible.

“Te digo una cosa: a mí me costó muchísimo ingresar, digamos, al ambiente de Guayaquil, porque yo, evidentemente, arrastro el idioma. Sin embargo, finalmente me aceptaron como era”, confiesa entre risas al final de una larga charla. Diego Oquendo Silva, el galardonado periodista, con título de abogado, es en realidad un fervoroso escritor y poeta.

Es lunes 13 de enero de 2025. Han pasado casi tres años desde aquel lunes 22 de julio de 2022, cuando se despidió de la audiencia que por cuatro décadas lo escuchó en su programa de entrevistas y opinión Buenos días, de Radio Visión. Los micrófonos se apagaron a finales de julio por fuerza de las circunstancias, que tras años difíciles, de lucha constante, hicieron insostenible el negocio.

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Diego avanza hacia la sala. Pasea por las escaleras de un piso a otro, sin problema. No detiene el ritmo de su conversación. No se cansa. Es inquieto, curioso, alegre. Su pasión por la lectura, por escribir, el arte y, sobre todo, caminar a diario lo mantienen muy activo.

Su casa es a la vez una suerte de galería. “El arte es la quintaesencia del ser humano”, resalta. Hay cuadros por doquier. Retratos. Poemas suyos plasmados en lienzos. Esculturas. Libros. Decenas de libros acomodados, algunos en tres bibliotecas y otros esparcidos por su estudio, donde también guarda publicaciones que recogen su vasta y destacada carrera como escritor, así como periodística de prensa escrita, televisión y radio.

A sus 87 años, la lucidez lo acompaña sin recelo en sus reflexiones sobre el acontecer de la política nacional, el periodismo y la vida. La agudeza de su memoria parece más bien un cuidadoso almanaque histórico.

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Diego Oquendo como presentador de noticias. Foto: Alfredo Cárdenas.

En noviembre de 2024 publicó su más reciente obra, su autobiografía, titulada El lugar de donde vengo. Memorias. En 511 páginas, con una prosa prolija y sin concesiones, Oquendo abre su vida al público. Hace un hábil recuento desde su infancia, la cual pasó de una situación económicamente boyante a padecer severas carencias económicas a partir de la separación de sus padres, Juan Luis Oquendo y Matilde Silva.

Repasa su historia, la de su familia, sin esconder episodios espinosos. Y a la vez retrata la historia de Ecuador. Comparte anécdotas, entrevistas y acontecimientos que marcaron al país. La obra trae consigo múltiples fotografías de lo que narra el escritor. “Es un libro profundamente sincero”, admite.

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Su anhelo no fue convertirse en un referente del periodismo ecuatoriano. Él siempre quiso ser escritor; por eso, no sorprende que haya publicado una veintena de libros.

Yo desde el momento primero quise ser escritor. Debo haber tenido unos 13 años y escribí mis dos primeros poemas. De pronto, se presenta el periodismo. Pero yo diría que incluso durante el ejercicio del periodismo no dejé de ser escritor”, dice Oquendo.

El periodismo se le presentó en el camino y fue su trinchera por más de 60 años. Admirado por muchos, odiado por otros. Para él, “todo periodista, aunque sea de televisión o de radio, tiene que ser fundamentalmente un escritor”, un ávido lector, culto, cuya credibilidad se cimiente en esas bases.

“Un periodista, un comunicador, tiene que ser una persona culta. Tienes que leer historia, filosofía, temas internacionales, todo. No te digo que tienes que ser una todóloga ni una enciclopedista, pero sí una persona culta. ¿Por qué? Porque la cultura te da credibilidad. La gente se percata. La lectora, el lector, el oyente, el televidente se percata cuando el periodista es una persona culta, y esa cultura le da credibilidad”, remarca.

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La inmediatez que gobierna al periodismo en la actualidad “es un peligro”, dice, que se puede agravar con un inadecuado e irresponsable manejo de la información que se difunde en las redes sociales.

Admirado por unos y rechazado por otros, la trayectoria de Diego Oquendo no pasa ni pasará desapercibida.

En un ejercicio de sinceramiento, reconoce que es difícil practicar un periodismo cien por ciento imparcial y objetivo; pero ese es precisamente el reto, señala, intentar ser objetivo y ofrecer disculpas si se ha errado.

QUITO (13-01-2025).- Portada del libro "El lugar de donde vengo", de Diego Oquendo, periodista y escritor ecuatoriano. Alfredo Cárdenas/ EL UNIVERSO. Foto: Alfredo Cárdenas.

Su última obra

¿Qué Diego Oquendo van a descubrir los lectores en este libro?

Aquí van a descubrir el Diego Oquendo periodista, el Diego Oquendo familiar, pero fundamentalmente, fundamentalmente, el Diego Oquendo poeta. Porque yo mismo, cuando reviso el libro, digamos, no dejo de sorprenderme, a lo largo de todo el libro, de cada página, hay un cierto vientecillo poético. Hay una línea lírica. En este libro, yo no me hago concesiones. Es un libro profundamente sincero. Tampoco soy un masoquista. Cuento las cosas como son, incluso cosas dolorosas o anecdóticas. Por ejemplo, cuento que yo soy el producto del tercer matrimonio entre mi padre y mi madre. Mi madre y mi padre se casaron una vez, se divorciaron, se casaron otra vez, se produjo el tercer matrimonio.

¿Las carencias en su vida qué significaron?

Lo cuento aquí (en el libro). Yo supe lo que era tener hambre. Yo supe lo que era no tener, digamos, un atuendo decente. Más allá de que, te digo, tanto por parte de mi madre como de mi padre veníamos de familias socialmente bien acomodadas, bien ubicadas socialmente y económicamente.

¿Cómo le formó ese cambio y cómo logró empatar eso en su ejercicio periodístico para conectar con la gente?

Justamente, esa dolorosa experiencia cotidiana de haber sido un niño, digamos, acomodado, a un niño que tuvo muchas pobrezas, eso me dio toda una sensibilidad social. Y algo más que es importante: yo jamás juzgué a mis padres. En este libro puedo ser sutilmente crítico, pero manteniendo una, digamos, una actitud de profundo respeto a mis padres. Yo no lo juzgo. Pero evidentemente, pues, fue una experiencia muy dura.

Son sus memorias, pero también son las memorias de un país.

Así es. En este libro, sin ser un contenido esencialmente político, también me refiero a la política. Me refiero, por ejemplo, a la amarga experiencia del correísmo, a la época de León Febres-Cordero, de Rodrigo Borja. Y soy también profundamente crítico, pero con una mirada objetiva, porque evidentemente, pues, el país y lo que tiene que ver con la cuestión política ha sufrido muchísimo.

Diego Oquendo Silva en entrevista con Rodrigo Borja, expresidente de Ecuador. Foto: Alfredo Cárdenas.

Política y democracia

¿Cuáles son esos momentos, a su criterio, cuando se comenzaron a quebrar las cosas en el país?

Desventuradamente, la historia política del país no es una historia de perfiles luminosos. Por cierto, de todo ha habido en el país. Hemos tenido buenos gobiernos. Por ejemplo, el gobierno de Rodrigo Borja fue un gobierno realmente lúcido, decente, honrado. Ha habido buenos y malos gobiernos. Pero lo que hemos vivido en los últimos años, tremendo. Los diez años del correísmo, realmente nefastos.

¿Por qué Ecuador es un país en constante crisis?

Porque no termina de madurar, políticamente hablando. Mira lo que está pasando en este momento. El contrapunto entre el señor (Daniel) Noboa (presidente de la República) y la señora (Verónica) Abad (vicepresidenta) es simplemente inconfesable. Y a propósito, había que preguntarse qué fue lo que realmente pasó entre Noboa y la Abad.

Todavía nadie quiere responder esa pregunta.

Y esa pregunta es fundamental, porque los destinos a los que han llegado son realmente condenables.

¿Cuál ha sido el gobierno más duro de todos los que usted ha vivido?

El de (Rafael) Correa.

¿Ni las dictaduras?

Ni las dictaduras. Y no me victimizo. En las dictaduras, y eso está en la historia, me pegaron, me dispararon, me desterraron, me pusieron bombas.

¿Esa violencia fue menor a lo que pasó en el correísmo?

Las dictaduras me persiguieron y todo, pero en el correísmo hubo una especie, digamos, de mala fe esencial. A título de una revolución ciudadana se le robó al país, se le humilló al país, se le persiguió. Para mí, lo peor, el correísmo, porque era una mala fe cotidiana, engañándole al país, creando toda una infraestructura mediática falsa, canallesca.

El 1 de abril de 1970, durante el quinto velasquismo, Oquendo fue a parar a la clínica Santa Cecilia, tras recibir una paliza. Fotografía de propiedad de Diego Oquendo, publicada en su libro "El lugar de donde vengo". Foto: Alfredo Cárdenas.

¿Cree que en realidad hay democracia en Ecuador?

En apariencia vivimos una democracia. Porque tú me estás entrevistando, no tiene ningún tipo de limitación lo que me preguntas, tampoco hay una limitación en lo que yo digo. Vivimos una apariencia de democracia, porque la democracia también tiene que concretarse en justicia social. Democracia, bien entendida y bien aplicada, significa un país en que no haya pobreza extrema, en que haya una sociedad mucho más respetable, con menos vacíos que los que tiene la sociedad actual. Vivimos, digamos, un principio de democracia, pero es una democracia que tiene muchas carencias.

Y en esto, ¿cuál es el rol del periodismo?

Señalar las fallas. Señalar frontalmente las fallas, con valentía, pero dando al mismo tiempo alternativas. Porque es muy fácil criticar, pero también hay que dar alternativas.

Los buenos días y el posible retorno

¿Cómo son los buenos días de Diego Oquendo después que terminó el programa y cerró Radio Visión?

Qué lamentable fue el cierre voluntario de Radio Visión. Fue realmente un golpe muy duro para la familia. A partir de eso, no es que me he olvidado de mi país, de ninguna manera. Sigo pendiente, igual que mis hijos. Diego, Cristian, Michelle son periodistas. Veo la televisión, leo los periódicos, reviso las redes sociales. Estoy pendiente de mi país. Así que cada día yo me duelo por mi país. Y claro, cada día, frente a cada acontecimiento, tengo una especie de orientación, hasta el punto que he pensado en la posibilidad, de alguna manera, de retornar.

Se apagaron los micrófonos, pero no se apaga el periodista.

No, no, no. A tal punto que he pensado, sí, en esa posibilidad (de volver a tener un programa de entrevistas). Tal vez en algunas redes sociales, de retomar mi papel. Hacer una entrevista, no sé si más, y sobre todo comentarios.

Diego Oquendo entrevista a Heather Hodges, embajadora de Estados Unidos en Ecuador, que fue expulsada de Ecuador en abril de 2011 por el Gobierno del entonces presidente Rafael Correa. Foto: Alfredo Cárdenas.

Los detractores, la imparcialidad

Así como usted tiene personas que lo admiran, también sus detractores son parte de su historia. ¿Qué han significado ellos, los detractores?

A los detractores, yo les he mantenido una línea de distancia, de respeto. ¿Qué pueden decir de Diego Oquendo? Jamás he robado. Jamás saqué una utilidad nefasta de mi oficio. Nunca. Jamás. ¿Qué pueden decir? Que quizás mis comentarios eran desmesurados, estaban equivocados, pero ningún detractor puede decir que Diego Oquendo fue un pícaro, que fue un ladrón, que fue un indecente.

Siempre hay el debate de que el periodismo tiene que ser objetivo, imparcial. ¿Se puede ser realmente imparcial?

Difícil. Porque siempre está el ánimo subjetivo, está la visión particular. Uno puede intentar ser objetivo, ser imparcial. En la práctica es muy difícil.

¿Cómo cuidar que los sentimientos, las ideas propias no empañen el trabajo periodístico para inclinar la cancha hacia un lado?

Al menos hay que hacer el intento. Mire, yo hice comentarios desde 1986. ¿Y por qué gané la respetabilidad? Porque al menos intenté ser objetivo y ser imparcial. Es posible que no lo haya conseguido en la práctica y, cuando me equivoqué, pedí disculpas públicas.

Enero de 2017, en Quito, Diego Oquendo lideró un plantón y luego una marcha hacia el Consejo de Regulación de la Comunicación, en reclamo por la frecuencia de Radio Visión.

La vida

¿Cuál ha sido su propósito de vida y cree que lo ha cumplido?

Yo he hecho periodismo durante tantos y tantos años, y a veces tengo la amarga sensación de haber arado en el mar.

¿Por qué?

Porque has dicho lo tuyo, has insistido en lo tuyo, te has aferrado a tu punto de vista. ¿Y cuáles son los resultados finales? ¿Dónde están los resultados finales? Ahora, por cierto, yo he cumplido conmigo mismo. Y, algo que lo puedo decir con profunda convicción, nunca me traicioné a mí mismo ni traicioné a los demás. Nunca. Jamás obtuve una ventaja de mi posición. Y cuando me equivoqué, pues, reconocí.

¿Cuáles son sus mayores miedos y alegrías?

No sé si miedos... Pero saber que he llegado a una edad, tengo 87 años, y sé que estoy viviendo los descuentos. No es miedo, pero sí recelo. En todo caso, vengo de una familia, digamos, longeva. Creo que voy a vivir hasta unos 90 años, pero no más, porque lo que quiero es vivir con claridad, lucidez. Y mi mayor alegría es saber que he llegado a esta altura de mi vida y que hay una buena cantidad de gente que me aprecia. Y saber que por mí es una familia absolutamente honesta.

Retrato del joven Diego Oquendo Silva. Foto: Alfredo Cárdenas.

A la nueva generación de periodistas

¿Qué les recomienda a los jóvenes que desean ser periodistas o que están empezando en esta profesión?

Que sean personas cultas, que lean, que investiguen, que averigüen, que sean escritores. Ser periodista no es una cosa fácil. No es cuestión simplemente de tomar un apunte, tomar una fotografía, un micrófono. Ser periodista es una gran responsabilidad. Leer, leer, ser culto. Solamente eso te da credibilidad. Si tú no tienes credibilidad, mejor dedícate a otra cosa. (I)