El Gobierno de EE UU congela 2.200 millones de dólares en subvenciones a Harvard tras el plante de la universidad

A diferencia de Columbia, que accedió a la primera andanada de exigencias de la Administración republicana para recuperar la financiación federal, la Universidad de Harvard se ha plantado este lunes ante las demandas de la Casa Blanca, y eso que se juega mucho más que su par (400 millones) en el pulso: la institución de Cambridge (Massachusetts) puede ver congelados 9.000 millones de dólares en subvenciones y contratos federales si no se pliega a las imposiciones de Washington. Pocas horas después del plante de Harvard, el Gobierno ha cumplido su amenaza y congelado 2.200 millones de dólares de subvenciones plurianuales y un contrato de 60 millones, según el denominado Grupo de Trabajo Conjunto para combatir el antisemitismo, la fuerza de choque de la Administración republicana en los campus.
Al menos siete prestigiosas universidades de EE UU están en el punto de mira de Trump por supuestamente permitir manifestaciones antisemitas en sus campus (o alentar el ideario woke, como también es el caso de las de Harvard y Pensilvania). De ahí la amenaza de congelar la financiación federal, para obligarles a implementar medidas que para muchos son una forma de yugular la libertad de expresión y académica.
La Administración republicana estudiaba la retirada de 256 millones de dólares en contratos federales para Harvard, y otros 8.700 millones de dólares en lo que describió como “compromisos de subvenciones plurianuales”, la partida de la que se descontarán los 2.200 millones. Las exigencias de Washington van desde la reforma del sistema de admisión a la contratación del profesorado —o el diseño de temarios sensibles, como los relacionados con Oriente Próximo y la cuestión palestina—, pasando por la regulación de las protestas en los campus. Para Harvard, se trata de demandas ilegales y sin precedentes, pero la negativa de la prestigiosa universidad, la más rica del país, la coloca en la línea de tiro. Harvard, y el resto de sus pares, dependen en gran medida de la financiación federal, además de la contribución de los donantes privados. Columbia, que aún no ha resuelto el contencioso con Washington pese a sus cesiones, era el faro para las universidades de todo el país, una especie de hoja de ruta para manejarse con la Administración republicana, que en Harvard ya tiene su primera víctima propiciatoria.

Una carta enviada el viernes a Harvard por la Administración de Trump exigía que la Universidad recortara el poder y la voz de los estudiantes y miembros del profesorado en los asuntos de la universidad; la denuncia inmediata —la delación— a las autoridades federales de los estudiantes extranjeros que cometieran infracciones de conducta; y que contratara a terceros para garantizar que cada departamento académico tuviera “diversidad de puntos de vista”. Expresamente, se indicaban la eliminación de las llamadas iniciativas DEI (siglas en inglés de diversidad, equidad e inclusión, epítome de lo woke para Trump) y la detección —es decir, el señalamiento— de estudiantes internacionales “que apoyan el terrorismo y el antisemitismo”. Más o menos, los mismos requisitos que planteó a Columbia en marzo, como por ejemplo, la contratación de un supervisor externo del Departamento de Estudios de Oriente Próximo, en el que se incluye el prestigioso Centro de Estudios Palestinos. La claudicación no la ha protegido de la retirada de fondos; al contrario, el Gobierno se plantea la posibilidad de ponerla bajo tutela federal si no obedece.
“Ningún gobierno, independientemente del partido que esté en el poder, debe dictar lo que las universidades privadas pueden enseñar, a quién pueden admitir y contratar, y qué áreas de estudio e investigación pueden llevar a cabo”, ha dicho este lunes Alan Garber, rector de Harvard, en un mensaje oficial a la comunidad universitaria. Los abogados de Harvard respondieron a la carta de la Administración que la universidad “no está dispuesta a aceptar exigencias que van más allá de la autoridad legal de esta o cualquier Administración”.
“Aunque algunas de las demandas esbozadas por el Gobierno están dirigidas a combatir el antisemitismo, la mayoría representan una regulación gubernamental directa de las condiciones intelectuales en Harvard”, añadió Garber sobre los programas y políticas inclusivos, contrarios, según el presidente, a “los valores e instituciones estadounidenses inscritos en la Constitución y la Declaración de Independencia de los Estados Unidos”. Este mismo lunes, con ocasión del inicio de la Semana Santa, la Casa Blanca ha emitido un mensaje de Trump en el que este reitera la promesa de su Administración de “defender la fe cristiana en nuestras escuelas, fuerzas armadas, lugares de trabajo, hospitales y sedes gubernamentales. Nunca flaquearemos en la salvaguarda del derecho a la libertad religiosa, la defensa de la dignidad de la vida y la protección de Dios en nuestro espacio público”.
Detención de otro activista propalestino
Mohsen Mahdawi, estudiante de posgrado de la Universidad de Columbia, ha sido detenido este lunes por las autoridades de inmigración cuando acudía a una entrevista de naturalización, han informado sus abogados. Mahdawi, de 34 años y residente permanente legal en EE UU, fue arrestado en Vermont, donde vive. Su nombre se suma a la docena larga de estudiantes e investigadores extranjeros detenidos desde el 8 de marzo por su participación en protestas propalestinas.

“La Administración de Trump detuvo a Mohsen Mahdawi en represalia directa por su defensa de los palestinos y debido a su identidad como palestino”, ha dicho Luna Droubi, abogada del detenido, en un comunicado. “Su detención es un intento de silenciar a quienes denuncian las atrocidades cometidas en Gaza. También es inconstitucional”.
Sus abogados han presentado una petición de habeas corpus ante un tribunal federal de Vermont, solicitando al juez que revoque la actuación del Gobierno federal por considerar que la detención viola sus derechos a la libertad de expresión consagrados por la Primera Enmienda.
Como Mahmud Khalil, otro posgraduado de Columbia de origen palestino y el primer detenido en la ofensiva de la Administración republicana contra los campus, Mahdawi, originario de Cisjordania, destacó como activista en las protestas contra la guerra de Gaza en Columbia, tras los atentados perpetrados por Hamás en Israel el 7 de octubre de 2023. El posgraduado intervino con regularidad en las movilizaciones arengando a los participantes y coordinó grupos de estudiantes durante las dos acampadas consecutivas que ocuparon el campus de la universidad la primavera pasada y que fueron desalojadas por la policía. Un juez de inmigración de Luisiana dictaminó el viernes que Khalil puede ser deportado pese a ser titular, como Mahdawi, de un permiso de residencia permanente.
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