Humor, educación y conciencia ambiental, entre las cualidades de Mafalda, la niña que también encanta a Guayaquil

Su forma de cuestionar las acciones del mundo, su humor, su mirada en pro del medioambiente, de la educación, de los derechos humanos, entre otras características destacan y gustan de Mafalda, el personaje que hizo popular a nivel mundial el argentino Joaquín Salvador Lavado, más conocido como Quino, un humorista gráfico que hace casi 61 años presentó al mundo a esta niña cuestionadora, en unas tiras cómicas.
Mafalda, la niña a la que no le gusta la sopa y que siempre aboga por la paz del mundo, es un icónico que encanta a varias generaciones que crecieron con este personaje desde su primera aparición en septiembre de 1964 en el suplemento de la revista literaria Leoplán.
Pero, ¿por qué su importancia?
Carlos Tutivén, Tina Zerega, Xavier Bonilla (Bonil) y Pablo Irrgang, el artista argentino que esculpe a las Mafaldas que ahora están en varias ciudades del mundo, incluyendo a Guayaquil, en Ecuador, abordaron parte de la importancia, de la esencia y de la enseñanza que Quino mostró al mundo a través de este icónico personaje.
Ellos estuvieron en el foro sobre Mafalda, organizado por Diario EL UNIVERSO, el mes pasado, y que se desarrolló en la Universidad Casa Grande (UCG).
En este encuentro, la UCG le entregó a Mafalda un Honoris Causa en Relaciones Internacionales, por todo su aporte.
Hoy recordamos parte de las intervenciones más destacadas de estos importantes panelistas.
Carlos Tutivén: “Mafalda siempre mantuvo una ética solidaria”
Una Mafalda adelantada a su tiempo, que tenía conciencia ambiental, que jamás dejó de preguntarse por el presente y el futuro del mundo, fue uno de los aspectos claves que resaltó el psicólogo Carlos Tutivén en el foro sobre Mafalda, que organizó Diario EL UNIVERSO y que se desarrolló en la Universidad Casa Grande (UCG), el pasado 23 de julio, por la llegada de una escultura de este personaje a Guayaquil, iniciativa de El Mayor Diario Nacional.
Mafalda siempre mantuvo una ética solidaria sobre los acontecimientos sociopolíticos, demandó más sensibilidad y solidaridad ante el sufrimiento humano, menos interés por la validación narcisista que hoy día pueblan las pantallas... dijo Tutivén, decano de la Facultad de Comunicación Mónica Herrera, de la UCG.
En su intervención, “Mafalda y el fin del mundo”, hizo alusión a lo que diría este personaje –del humorista Joaquín Salvador Lavado, Quino, fallecido en 2020 en su natal Argentina– hoy en día.
“Mafalda es uno de los símbolos latinoamericanos que encarnaron los ideales de ese mundo que hoy está, por decirlo así, extinto o al menos en vías de extinción acelerada. Se trata de un mundo cuyos ideales propugnaban la revolución en su versión marxista o la plena vigencia de una democracia liberal en la cual se encarnarían los valores universales de la libertad, la igualdad y la solidaridad planetaria”, expuso Tutivén, un docente investigador, experto en comunicación digital.
Mafalda fue hija de ese tiempo y de ese mundo. “Mantuvo con activos emocionales las expectativas futuristas para un mundo que no dejó de estar, sin embargo, en guerras frías y calientes, conflictos de baja intensidad, dictaduras blandas y duras, crisis económicas en el marco de una significación de riquezas apabullantes y de pobrezas galopantes. Estuvo en el mundo del conflicto. Consumo de masas y a contracorriente de todo ello, el hipismo psicodélico, la música de los Beatles, la confianza en las Naciones Unidas, por (eso) ella quería ser traductora”, agregó.
Para Mafalda, la familia y la escuela eran instituciones consagradas para formar a la humanidad. Ahora “estamos en un mundo hipertecnológico, polarizado, ansioso, agresivo (...), extraño e incomprensible para ella”.
Tina Zerega: “Mafalda se educa principalmente en casa, con padres muy involucrados, pero también se educa en la escuela”
A Tina Zerega, parte de los panelistas del foro, Mafalda la acompañó durante su infancia, incluso le ayudó a ponerles los nombres a su tortuga y a las de sus dos hermanos: Burocracia, Democracia y Socialismo, aunque en ese entonces cree no haber entendido el significado de esas palabras, pero sí recuerda claramente que Burocracia, que era la de ella, triplicó su tamaño, mientras que las dos de sus hermanos, Socialismo y Democracia, no crecieron y murieron pronto.
Más allá de este suceso, Zerega, directora general de Investigación, Innovación y Creación de la Universidad Casa Grande, contó que Mafalda no solo le dio nombre a la literatura, sino que le permitió traducir y construir lecturas que marcan tiempos y generaciones, además de autoeducarse, pues a diferencia de lo que leía en las historietas de Mafalda, en su casa no tenía todas las respuestas a sus preguntas, porque su mamá le daba enciclopedias y libros para que buscara despejar las dudas.
Durante su intervención, Zerega destacó cómo Mafalda, una niña, hacía preguntas de adultos a sus padres, más a su papá. Luego, ella comentaba para así demostrar las contradicciones del mundo adulto que educa. Por ejemplo, si le daban una regla, esta, simplemente, no la cumplían los adultos. “Lo interesante de Mafalda en términos educativos es que Mafalda le da un lugar a la educación”.
“Es desde la palabra que Mafalda transmite un saber válido para ella, con el que puede o no estar de acuerdo, y no siempre lo está. Pero solo el gesto de preguntar es otorgar de alguna forma una suerte de autoridad”.
Un aspecto interesante, dijo Zerega, es que el padre de Mafalda trata después de contestar las preguntas que le hace su hija. “Y eso tiene que ver también con una autoridad de quién transmite el saber y quién no”.
¿Dónde se educa Mafalda? “Se educa principalmente en casa, con padres muy involucrados en el proceso. Se hacen preguntas: ‘si compro o no un televisor, si sale o no sale después de hacer los deberes’... Pero también Mafalda se educa en la escuela... La idea de Mafalda es que la escuela es contradictoria y en ello convergen tanto lo nuevo como lo de antes”, opinó Zerega.
‘Bonil’: “Una niña con diálogos de adultos; más efectividad para interpelar al mundo”
Para Rodrigo Xavier Bonilla, más conocido por su seudónimo de Bonil, el humor es uno de los recursos humanos que permiten “decir sin decir” incluso en tiempos de censuras o como ocurrió con Mafalda, en contextos o en tiempos de dictaduras.
Para este caricaturista quiteño, cuyos trabajos se publican a diario en EL UNIVERSO, Mafalda es una referencia, “un símbolo de una reflexión, de una capacidad de interpelar, de cuestionarse con alegría, con cierto escepticismo...”, opinó en el foro.
Él, uno de los panelistas, destacó la importancia de tener una escultura como Mafalda en Ecuador y en la ciudad de Guayaquil, puesto que le permite al público tener una cercanía con el personaje, tomarse una foto con él, “generar una identificación, motivar a leer las tiras (cómicas) de Mafalda, a introducirse en el mundo de Quino (Joaquín Salvador Lavado, el creador de Mafalda), que tiene mucho para decirnos y para hacernos reír, creo que es valiosísimo. Es importante generar esos hitos. Así lo veo. Es una excelente idea (sobre la escultura de Mafalda en Guayaquil)”, contó el caricaturista.
Él destacó también el trabajo de Pablo Irrgang, el artista argentino que esculpió a Mafalda, el icónico personaje. La escultura permite acercar aún más el legado de Quino, el creador de Mafalda, se resaltó.
“La gracia, me parece, de Joaquín Salvador (Quino) está en que es la voz de la inocencia la que interpela al adulto y le dice: ‘¡Hey!, pregúntate esto, cuestionémonos sobre esto”, comentó Bonil sobre la obra Mafalda, un personaje que sorteó en su momento la censura y en cuyos diálogos o textos de las caricaturas hay un Quino presente.
“Muchas veces se piensa o se dice que la caricatura puede ser un vehículo, o incluso el humor, un recurso para mover conciencias. Creo que es al revés... En el caso de la caricatura periodística, por ejemplo, si es que el lector no está informado o mejor dicho, cuando está informado ya tiene una opinión... Un lector informado sabe de qué está hablando, tiene un criterio, tiene formada una opinión... Entonces, cuando llega la caricatura, el meme..., el lector se engancha con eso, se identifica, acepta el mensaje”, comentó Bonil. (I)
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