Francisco Rocha, director ejecutivo saliente de la Aedep: No hay gobierno que, de alguna manera, no quiera influir en los medios y los confronte
La Asociación Ecuatoriana de Editores de Periódicos (Aedep) se halla en un proceso de reestructuración por el cual se convertirá en la Asociación de Medios de Información (AMI) de Ecuador, comenta Francisco Rocha, quien hasta este lunes, 30 de septiembre, ocupará el cargo de director ejecutivo de este organismo.
El objetivo de este cambio, explica Rocha, es ampliar la participación y la representación, que el gremio ya no solo aglutine a medios impresos (periódicos o revistas) y sus versiones digitales, sino a estaciones de radio, televisión y espacios de información en otras plataformas, siguiendo las tendencias mundiales. Por ejemplo, hay medios impresos que también tienen frecuencias de radio o televisión, o canales que no son parte de los gremios de ese sector, como Ecuavisa o Teleamazonas, que bien podrían sumarse.
Con ese fin ya se están desarrollando los nuevos estatutos (que incluyen el cambio de nombre) que se entregarán al Ministerio de Telecomunicaciones y, una vez aprobados y registrados, la directiva se encargará de hacer la invitación a los representantes de otros medios para sumarse al nuevo gremio.
La presidencia de la Aedep la ocupa actualmente Nicolás Pérez Lapentti, subdirector de Nuevos Medios de diario EL UNIVERSO, y la vicepresidencia, Xavier Merchán, director de El Mercurio de Cuenca.
Rocha fue director ejecutivo durante seis años (2018-2024). Destaca que uno de los principales logros del gremio en ese periodo fue el desmontaje paulatino de la Ley Orgánica de Comunicación, también llamada Ley Mordaza, que fue aprobada en el gobierno de Rafael Correa, en lo que fue una de las etapas de mayor hostigamiento a la prensa y a los periodistas.
“Mi periodo se inició cuando terminaba el de Correa, que había sido el más difícil, porque nos puso la Ley Mordaza. Y enfocamos muestro empeño en desmontar la Ley Mordaza... Nosotros habíamos pedido la eliminación, pero eso no se ha logrado”, dice Rocha, aunque advierte que sí se lograron varios cambios.
Así, Lenín Moreno “aceptó ir a una reforma” y se consiguió “desmontar la penalización” que había a través de la Superintendencia de Comunicación e Información, que dejó de existir, y la eliminación de figuras como el linchamiento mediático.
Guillermo Lasso ofreció enviar la normativa al “tacho de basura de la historia”, algo que no hizo, pero se introdujeron otras reformas respecto a la misión del Consejo de Regulación de la Comunicación e Información, y se creó el Sistema de Protección de Periodistas, que todavía no termina de funcionar.
Rocha señala que dentro de la norma todavía hay algunos conceptos que todavía son ”una amenaza para la libertad de expresión” y que dan paso a que hasta los delincuentes quieran judicializar a la prensa para “lavar sus culpas” e “intentar callarnos”, y que preocupa el manejo de la justicia para amedrentar a los medios.
Daniel Noboa no se ha referido a la Ley de Comunicación. Sobre él, Rocha dice que en algún momento intentó “prescindir de los medios tradicionales”. “Creía que el manejo de las redes sociales, el TikTok sobre todo, era suficiente. Pero ellos mismos han terminado reconociendo que no solo que no es suficiente, sino que los aparta de una realidad del país el no contar con la generación de la opción de los medios tradicionales, y ha habido una especie de diálogo, aunque se han referido a la pauta como una suerte de premio o castigo”, refiere.
“No hay Gobierno que, de alguna manera, no quiera influir en los medios y los confronte. Los gobernantes creen que por el hecho de conversar estamos obligados a no decir lo que pasa. Siempre he dicho que el mayor compromiso de los medios es el de no callar. Y lo que le garantizamos a la ciudadanía, y esa ha sido nuestra mayor fortaleza, es no callar frente a cualquiera que sea el gobernante de turno”, señala.
Otro momento difícil para los medios en estos seis años, recuerda Rocha, fue la pandemia del COVID-19. “Fue una época en la que se enfrentó quizás la etapa más dura para la estructura empresarial. Los periódicos dejaron de circular, más o menos, en un 92 %... Y los medios no tenían de qué vivir y tenían una plantilla que había que mantener... Antes de la pandemia, la transición tecnológica era una opción, pero ya con ella fue una urgencia. Varios medios en el país cerraron por la crisis y porque había que hacer inversiones y tecnologías”, indica.
Ante el crecimiento de las redes sociales, desde algunos sectores, asimismo, empezó a desacreditarse a los medios llamados “tradicionales” diciendo que ya no tenían ningún rol que jugar, comenta. Y ahora “nos vuelven a decir que somos la marca, la seriedad, la confianza. Casi todo lo que pasa en la redes es verificable en los medios tradicionales, y la gente confía. Pero hay que trabajar para diferenciar lo que son los medios de comunicación y lo que son las redes sociales, que son instrumentos tecnológicos a través de los cuales puede llegar la información a la ciudadanía, pero también puede intoxicarla”. (I)
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