La erosión está más cerca de los oleoductos
La erosión regresiva del río Coca continúa. Ahora, el fenómeno natural avanza por el río Piedra Fina 2, uno de sus afluentes, ubicado entre los poblados de San Luis, en la provincia de Napo, y El Reventador, en Sucumbíos.
Las grietas en el piso, tanto en la calzada como en la vegetación, son pronunciadas y el colapso de toda la zona afectada puede ocurrir en cuestión de días, señaló Carlos Barragán, coordinador zonal 2 del Servicio Nacional de Riesgos.
La lluvia era permanente en el sector, la mañana del pasado viernes. Decenas de trabajadores con cascos, botas de caucho e impermeables transitaban por la vía lodosa del área afectada por la erosión.
Antes de las 09:00, los obreros no esperaban que ocurriera un gran colapso y se llevara más de 40 metros de la vía E45, que conecta Quito con Baeza y Lago Agrio.
Ocurrió a las 10:30 del viernes, las grietas se abrieron y toda la mesa de la calzada cayó en la corriente caudalosa del río y desapareció en el agua.
A escasos metros de ahí estaban una cuadrilla de trabajadores, dos palas mecánicas, dos volquetas y más personal procurando alejar los oleoductos de la zona del deslizamiento. Por fortuna no hubo ninguna pérdida humana que lamentar.
En el sitio se construye la séptima variante del Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE), y la quinta del Poliducto Shushufindi-Quito; además del baipás del Oleoducto de Crudos Pesados (OCP).
Por esas tres tuberías salen el petróleo y el combustible que se produce en la Amazonía.
Tras el deslizamiento, el SOTE y el Poliducto suspendieron las actividades de bombeo, y se inició el drenaje de los hidrocarburos. OCP Ecuador ya había suspendido sus operaciones un día antes.
El tránsito por la vía E45 está suspendido totalmente desde la semana pasada. El Ministerio de Obras Públicas (MOP) realizará un estudio para determinar por dónde irá el nuevo trazado de la vía.
El fenómeno natural pone en riesgo esta infraestructura estratégica del país. Pero también los moradores de la zona sufren cada día la pérdida de sus tierras, cultivos y hasta de viviendas.
Karina Farinango, una madre de familia que vive en el sector de El Reventador, y su tío político, Leonidas Alulema, tuvieron que caminar alrededor de una hora y media para llegar a San Luis, la mañana del viernes. Los dos hicieron el trayecto para asistir a una reunión que realizaban las autoridades para tratar el tema de la erosión.
Al poblado llegaron representantes del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), del Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi), del Servicio Nacional de Gestión de Riesgos y Emergencias (Sngre), para comunicar las acciones de las distintas instituciones frente a este fenómeno.
Farinango y Alumena pidieron a las autoridades ser tomados en cuenta en los proyectos de ayuda social que están diseñando. “Nosotros también estamos en peligro. La erosión del río se llevó gran parte del terreno, pero como pertenecemos a Sucumbíos no nos toman en cuenta”, dijo la mujer.
Mientras caminaban hacia la reunión, ellos fueron testigos del deslizamiento de la calzada. “Se acaba de ir la vía, ya no hay paso. Quiero pedir a Obras Públicas que nos ayude, estamos así hace meses y nuestros hijos necesitan ir a la escuela”, dijo Farinango.
Las clases en la zona son presenciales, pero por el cierre de la vía se suspendió la asistencia de los chicos que viven lejos de los centros educativos.
Patricia Carrillo, subsecretaria de Reducción de Riesgos, recordó que el fenómeno natural es un proceso que va en aumento y el Sngre está activo desde hace dos años, cuando empezó el fenómeno. La labor principal de este organismo es articular acciones entre las instituciones y la comunidad para la atención de la emergencia.
En este tiempo, dos familias han sido evacuadas y fueron albergadas en la escuela y recibieron ayuda social. Sus viviendas colapsaron y fueron arrastradas por la corriente del río con enseres y demás.
Actualmente, personal del MIES levanta un registro social para determinar quiénes serán reubicados y quiénes necesitan recibir ayuda.
En San Luis, la mayoría de sus pobladores es foránea; llegaron en 2011, cuando empezó la construcción de la hidroeléctrica Coca-Codo Sinclair, recordó Nancy Chicaiza, presidenta de la comunidad.
En el poblado, la erosión tiene dos realidades.
Por un lado, hay preocupación porque el fenómeno se encuentra a solo 93 metros de las viviendas y el peligro es inminente.
Al mismo tiempo,la erosión ha permitido que los pobladores pasen a trabajar en las empresas contratistas que realizan labores en la zona.
La erosión regresiva del río Coca empezó hace 21 meses con el colapso de la cascada San Rafael. En este tiempo, la corriente se ha llevado kilómetros de vía, oleoductos, puentes de concreto, entre otros.
Además, amenaza a la central Coca-Codo Sinclair. El epicentro está 7,9 km aguas abajo de las obras de captación de la hidroeléctrica. Los daños del fenómeno aún no están cuantificados.
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