Profesiones inusuales en Quito que se mantienen o que han mutado con la tecnología, pero no desaparecen

Profesiones inusuales en Quito que se mantienen o que han mutado con la tecnología, pero no desaparecen

Especialistas en tecnología del entretenimiento, en lectura de huellas dactilares o en determinar el sabor del agua potable son algunas profesiones u oficios que llaman la atención por no ser usuales o no tan conocidas.

Luis Rojas, por ejemplo, es dactiloscopista. Tiene 55 años, 15 de los cuales ha trabajado en el Registro Civil.

Contó que en 2009 se implementó un proyecto gubernamental para identificar a las personas con discapacidad a fin de entregarles la cédula de identidad. Él formó parte de esa iniciativa leyendo las huellas dactilares para ingresar en el sistema del Registro Civil, la codificación dactilar.

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Rodrigo Vaca es catador de agua. Desarrolló la habilidad de definir sabores desde antes de formar parte de una empresa pública local. Foto: El Universo

Recibió capacitación para ese trabajo que incluía archivología. A raíz de esa experiencia es dactiloscopista, es decir, quien lee las huellas, conoce de clasificación dactilar y de cotejo dactilar. Luego viajó a Estados Unidos donde se especializó.

Explicó que con las denominadas minucias, que se ubican en las crestas y surcos papilares, que están en la tercera falange, se comprueba la identidad de una persona.

Para Rojas, los sistemas genetista, reconocimiento por iris, facial, de voz para determinar identidad no son tan fiables y exactos como la dactiloscopia que da un 99,9 % de precisión.

Sostuvo que para personas con discapacidad o algún tipo de enfermedad y no se puede capturar sus huellas de manera digital se aplica la forma manual.

No estudió en la universidad. Señaló que las huellas dactilares no cambian, se forman en el cuarto a sexto mes del embarazo, al nacer, crecer, envejecer y solo desaparecen en la putrefacción cadavérica.

Recuerda que tuvo que ir a un hospital público en el que fallecieron dos personas no identificadas para tomarles las huellas, hacer un cotejo y determinar quiénes eran. A pesar del avance tecnología la función se mantiene por ejemplo en casos de consulados en el exterior.

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Probar los diferentes sabores del café pudo ser el antecedente para que ahora Rodrigo Vaca sea un catador de agua.

De 37 años es Químico de Alimentos, graduado en la Universidad Central del Ecuador. Trabaja en el laboratorio de Control de Calidad del Agua. Hace análisis químico del agua potable y agua tratada.

Un catador de agua es la persona adiestrada y tiene el conocimiento del análisis sensorial organoléptico de los alimentos.

Con algo de experiencia previa, pues dentro de la malla curricular de formación que recibió en la universidad, constaba el de análisis sensorial, contó que hacía cata, pero de alimentos saborizados. Desde hace diez años está en la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps).

¿Cómo se hace una cata?, el experto toma un sorbo que lo mantiene alrededor de 30 segundos en la boca haciendo movimientos por la cavidad bucal para que tope con el paladar, se lo desecha y se anota el valor de acuerdo a una escala.

Se cuida de consumir ají con moderación. No bebe alcohol. Cuando hace cata no desayuna ni tampoco se cepilla los dientes.

“Sí tiene un sabor el agua. Depende de la fuente, el agua del sur de Quito es más agradable, tiene un saborcito como agua natural, en cambio, la del norte es como insípida”, dijo.

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La proyección de películas se la puede manejar desde un teléfono móvil o un computador. Pablo Bustos es un especialista en la materia. Foto: El Universo

Pablo Bustos, de 37 años, recuerda que las películas venían en rollos y que debían unir varios de ellos para tener uno grande que se colocaba en un proyector. Se incluía el sonido que era análogo.

Bustos empezó como acomodador en uno de los cines de la capital, es decir, aquella persona que toma los tiques de quienes van a ver películas, pero luego se interesó en el área de proyección de películas.

Aficionado al cine y al video ha hecho cursos, pues señaló que la tecnología siempre está avanzando. Estudió informática. Su cargo es el de especialista en tecnología del entretenimiento.

Indicó que había que tener paciencia para armar las películas, dado cada rollo tenía unos 20 minutos, venían de cabeza y había que darle la vuelta.

Cuando se tenía que parar la proyección por algún inconveniente había gente que silbaba inconforme, por lo que el administrador del cine pedía que esperen para arreglarlo, un tiempo que era de alrededor de 5 minutos.

Eso sucedía hasta 2014 cuando pasaron a la tecnología digital y todo está tan automatizado, a tal punto que lo puede hacer desde una computadora o desde un teléfono móvil.

Ahora las películas llegan en un disco duro que es cargado en un servidor. Hay un equipo de programación que se encarga de cargar las películas y programarlas, lo que se hace de manera semanal, contó desde una de las oficinas desde donde se puede manejar la proyección. (I)