Lula responde al tarifazo de Trump por el juicio a Bolsonaro con el anuncio de aranceles recíprocos

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, anunció este miércoles, tras reunirse de urgencia con el núcleo duro de su Gabinete, que responderá ante “cualquier medida unilateral de aumento de aranceles” con la aplicación de la Ley de Reciprocidad Económica, aprobada el pasado mes de abril para hacer frente a la ofensiva tarifaria emprendida por el Gobierno de Estados Unidos. Lula reaccionó así a la amenaza cursada tan solo unas horas antes por el presidente norteamericano, Donald Trump, de un aumento al 50% de los gravámenes a todas las exportaciones brasileñas para castigar el juicio abierto contra su principal aliado en el país sudamericano, el expresidente y líder ultraderechista Jair Bolsonaro, acusado de golpismo.
“La soberanía, el respeto y la defensa irrestricta de los intereses del pueblo brasileño son los valores que guían nuestra relación con el mundo”, dijo Lula en un mensaje en la red X. La Ley de Reciprocidad Económica permite al Ejecutivo brasileño poner en marcha contramedidas como respuesta a “acciones, políticas o prácticas unilaterales de un país o bloque económico que impacten negativamente la competitividad”, según recoge el texto de la norma aprobada en el Parlamento brasileño y firmada por Lula el pasado abril.
Tendo em vista a manifestação pública do presidente norte-americano Donald Trump apresentada em uma rede social, na tarde desta-quarta (9), é importante ressaltar:
O Brasil é um país soberano com instituições independentes que não aceitará ser tutelado por ninguém.
O processo…
— Lula (@LulaOficial) July 9, 2025
La ley fue tramitada tras el anuncio de Washington de elevar un 10% los aranceles a las importaciones de varios países, entre ellos Brasil, así como nuevos gravámenes al acero y aluminio. La norma señala que la reacción a cualquier medida comercial en este sentido será “proporcional al impacto económico” causado.
Lula añadió en su texto en X varias consideraciones para desmontar las motivaciones aducidas por Trump para imponer el arancel del 50%: “Brasil es un país soberano con instituciones independientes que no aceptarán ser controladas por nadie”; el juicio contra “quienes planificaron un golpe de Estado” compete a la justicia; la libertad de expresión no ampara prácticas violentas y la información de que Estados Unidos tiene déficit comercial con Brasil “es falsa”, el superávit estadounidense ronda los 410.000 millones en los últimos 15 años. Brasil también llamó a consultas a su embajadora en Washington.
Trump lanzó este miércoles, como parte de la última ofensiva de su guerra comercial el ataque más cruento a Brasil. Se trata de un castigo en toda regla, una represalia, escribió el mandatario estadounidense en la carta con la que el miércoles anunció un gravamen cuya entrada en vigor está prevista para el 1 de agosto, por el trato que la justicia brasileña está dando a Bolsonaro y por los supuestos ataques a la libertad de expresión sufridos por las redes sociales estadounidenses que operan en Brasil.

El líder ultraderechista brasileño se enfrenta a un juicio por liderar un complot golpista tras perder las elecciones de 2022. Sostiene el presidente de Estados Unidos que el llamado Trump de los Trópicos es víctima de una “caza de brujas”. Tras el golpe arancelario, anunciado en la red social Truth Social, el real cayó un 2%, a 5,56 reales por dólar, y la Bolsa de São Paulo, un 1,3%.
El republicano también ordenó a la oficina del Representante Comercial de Estados Unidos una investigación a Brasil por prácticas comerciales desleales, lo que podría endurecer el tarifazo.
Estados Unidos es el segundo socio comercial de Brasil, tras ser superado por China. La mala noticia para los estadounidenses es que el tarifazo puede impactar sus desayunos y meriendas porque un tercio del café y la mitad del zumo de naranja que importa su país viene de Brasil.
“La forma en que Brasil ha tratado al expresidente Bolsonaro, un líder muy respetado durante su mandato, incluso por parte de Estados Unidos, es una vergüenza internacional”, escribe Trump en su misiva del miércoles. “Este juicio no debería estar en marcha. ¡Es una caza de brujas que debe terminar INMEDIATAMENTE!”. Su intento de inmiscuirse en un proceso judicial en marcha en un país extranjero a golpe de amenazas comerciales carece de precedentes.
La carta es distinta del resto de misivas con nuevos aranceles, casi idénticas, remitidas esta semana. La cifra del 50%, la más alta impuesta hasta ahora a los países amenazados en esta última ronda, multiplica por cinco el gravamen que Trump impuso a Brasilia el 2 de abril.
Bolsonaro respondió al tarifazo con una cita bíblica sobre gobiernos justos y perversos. El militar retirado se sienta en el banquillo acusado de cinco delitos que suponen una pena total de 43 años de prisión. La trama incluía planes de asesinar a Lula, a su vicepresidente, Geraldo Alckmin, y al hombre más detestado por el bolsonarismo, el juez Alexandre de Moraes. El Tribunal Supremo espera dictar sentencia hacia septiembre. Además, Bolsonaro está inhabilitado.
Trump también critica abiertamente las decisiones dictadas por Moraes contra bolsonaristas en su combate a la desinformación y los fallos del Supremo responsabilizar a las grandes tecnológicas por el contenido que publican los usuarios.
La misiva del estadounidense continúa así: “Debido en parte a los ataques insidiosos de Brasil a las elecciones libres y al derecho fundamental a la libertad de expresión de los estadounidenses (como ilustra recientemente el Tribunal Supremo de Brasil, que ha emitido cientos de órdenes de censura SECRETAS e ILEGALES a las plataformas de redes sociales estadounidenses, amenazándolas con multas millonarias y la expulsión del mercado brasileño de esas redes sociales) a partir del 1 de agosto de 2025, aplicaremos a Brasil un arancel del 50% a todos los productos brasileños que ingresen a Estados Unidos, aparte de todos los aranceles sectoriales”.
Horas antes del tarifazo del 50%, la Cancillería de Brasil convocó al encargado de negocios de la Embajada de EE UU, Gabriel Escobar, para pedirle explicaciones sobre las diatribas de Trump contra el juicio a Bolsonaro. Después de que anunciara los aranceles con una carta en Truth, el Ministerio de Exteriores volvió a contactarlo para verificar la autenticidad de la misiva, que confirmó, según fuentes de la Presidencia de Brasil. La cancillería la devolvió argumentando que era “ofensiva” y contiene “informaciones no verídicas”.
Antes que Brasil, 21 países recibieron por carta el temido golpe arancelario, incluidos Corea del Sur, Japón o Malasia. Primero fueron 14 el lunes. Siete misivas salieron rumbo a Argelia, Filipinas o Libia este miércoles, fecha en la que terminaba el plazo de 90 días dado por Trump para que decenas de socios comerciales tuvieran tiempo para alcanzar acuerdos con Estados Unidos. Esas cartas llevaban gravámenes de entre el 20% y el 40%.
En los últimos días, Trump también atacó a Brasil como parte de los BRICS, el club formado por 11 países del Sur Global que incluye a China, India, Rusia… Justo cuando los líderes de los BRICS celebraban en Río de Janeiro una cumbre, el estadounidense amenazó, vía Truth, con “un arancel ADICIONAL del 10% a cualquier país que se alinee con las políticas antiestadounidenses de los BRICS”.

Horas antes, el bloque criticó la guerra arancelaria de Trump, pero se cuidó de hacerlo en el acartonado lenguaje diplomático y sin mencionar su nombre. La declaración final decía que “la proliferación de medidas restrictivas del comercio, ya sea mediante el aumento indiscriminado de aranceles (…), amenaza con reducir aún más el comercio mundial (…) y afectar las perspectivas de desarrollo económico mundial”.
Desde que Trump emprendió la guerra arancelaria contra el resto del mundo, Brasil había permanecido fuera del radar de sus arrebatos. La relación entre los presidentes Lula y Trump es inexistente. Mientras el primero pidió el voto para la demócrata Kamala Harris, el segundo exhibía su estrecha relación con el clan Bolsonaro antes de abrazar el discurso victimista del patriarca. Los mandatarios de los dos países más poblados de América nunca se han reunido ni han tenido siquiera una conversación bilateral.
Ante la amenaza a los BRICS, el brasileño replicó así a su homólogo: “El mundo cambió. No queremos un emperador, somos países soberanos”. Lula añadió que, si EEUU los castigaba con gravámenes, responderían siguiendo el principio de reciprocidad. El propio Trump menciona que en su carta que, si eso ocurriera, “cualquier cifra que elijan será añadida al 50%”.
Brasil, principal socio del Mercosur, está poniendo enorme empeño en las negociaciones del bloque sudamericano con la Unión Europea para cerrar cuanto antes del acuerdo que crearía la mayor zona comercial del mundo. Y diversificar así su comercio exterior.
El superávit estadounidense hacía que el ministro de Hacienda brasileño, Fernando Haddad, pareciera relativamente confiado el viernes pasado en una entrevista con este diario: “Brasil está en déficit [en su relación comercial con EE UU]. Nos ha impuesto el mínimo, un 10% mínimo, lo cual es injusto. Ahora él está negociando en otros frentes, pero nos llegará la vez y presentaremos nuestros argumentos”.
En cuanto Trump ganó las elecciones, el clan Bolsonaro decidió apostar fuerte por lograr su apoyo para aflojar el cerco judicial contra el patriarca. Uno de los hijos, Eduardo Bolsonaro, que habla inglés y es el enlace de la familia con el movimiento nacionalpopulista internacional, dejó su escaño de diputado y se instaló en EE UU. Allí se dedica a hacer lobby a favor de su padre ante la Casa Blanca y congresistas republicanos.
El propio presidente Trump y su Administración ya habían dado pasos para presionar al juez que instruye el caso por el asalto golpista de Brasilia, en enero de 2023, Alexandre de Moraes, el mismo que en 2024 cerró X durante un mes y tuvo un fuerte embate con el magnate Elon Musk.
Al día siguiente de que el fiscal general de Brasil denunciara a Bolsonaro, la empresa Trump Media y la red Rumble presentaron una demanda en Estados Unidos contra el magistrado brasileño, acusándolo de censura. Semanas después, el jefe de la diplomacia estadounidense, Marco Rubio, dijo en sede parlamentaria que veía “muy posible” imponer sanciones al juez. Y esta semana Steve Bannon avisaba en una entrevista con el medio brasileño UOL que Trump castigaría al juez Moraes —“creo que eso ocurrirá en cuestión de semanas”—. Quizá ocurra, pero, mientras, Trump ha lanzado un órdago arancelario para salvar a un aliado en un país extranjero.
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