Quito

Quito

Más allá del desenlace del bochornoso proceso legal sobre la cesación del alcalde Yunda- lleno de “habilidades” de abogados y jueces- y la asunción del alcalde Guarderas, los graves problemas que afectan a la ciudad y la necesidad de enfrentarlos con capacidad y urgencia, serán de responsabilidad de quien, finalmente, sea el administrador de la ciudad hasta 2023. De paso, en una campaña radial a favor de Yunda, se afirma que Guarderas no podía intervenir en el proceso de remoción por ser su “principal beneficiario” lo cual no es verdad. El primer beneficiario sería la ciudad de Quito.

El cabildo no puede continuar con 20.000 empleados, cuando hasta 2007 no pasaban de 8.000.

La administración de Barrera incrementó la burocracia municipal de forma irresponsable con el propósito de sumar los ciudadanos dóciles al “proyecto”, que por poco acaba no solo con la capital, sino con el país. Y Rodas no se quedó atrás. Es imperioso cambiar de raíz la actual estructura administrativa, irracional e ineficiente.

La operación del Metro está en pañales por desidia o incapacidad de las alcaldías de Rodas y Yunda. La falta de decisiones oportunas para ponerlo en funcionamiento, han resultado en que la obra más importante de la ciudad permanecerá inoperante por largo tiempo. Determinar el sistema y seleccionar el operador, la fijación de una tarifa viable, los sistemas de recaudo, la conexión y distribución de ingresos con los buses alimentadores, la caja común, los seguros, la protección de las instalaciones y los usuarios, las fuentes de los fondos para el subsidio, son temas por los que, mientras no sean resueltos, el Metro seguirá paralizado.

La recolección y disposición de los residuos sólidos, la reparación de las calles, que son un peligro para la circulación de automóviles, bicicletas y peatones; el ordenamiento del tráfico, cada vez más caótico; el mantenimiento de las vías periféricas, como la Simón Bolívar, la Mariscal Sucre, la Ruta Viva, que están semidestruidas, complican el tráfico y producen accidentes fatales. Establecer peajes para la Ruta Viva y la Collas, por ejemplo, porque prestan un importante servicio a los ciudadanos, existen rutas alternativas y el Municipio carece de recursos para su mantenimiento. La Ruta Viva debe llegar directamente al aeropuerto, como está proyectada. Rescatar el centro histórico, nuevamente invadido y responder por la inseguridad de la ciudad, mientras se paga una tasa específica para enfrentarla.

Pero por encima de la obra física y la racionalización de la estructura municipal, hay que recuperar la respetabilidad y el prestigio del Municipio. Nunca más que un alcalde engrilletado presida la sesión solemne del 10 de Agosto y un concejal desbocado lance agua al alcalde. Quito no se lo merece y no lo soportará más.