Una terapia contra la depresión, sin pastillas
Mariela Rosero Ch. (I)
Al ingresar a la sala capturan la atención el sillón blanco, el brazo robótico, el casco de tela y las computadoras. Allí se aplica el tratamiento para combatir la depresión.
En una pantalla, una vez que está conectado al estimulador magnético transcraneal que permite la neuronavegación, se observa en detalle una proyección del cerebro del paciente. Para ello le colocan un gorro descartable, parecido al que usan los nadadores.
Con ayuda de una bobina, recibe una descarga de impulsos magnéticos (estimulaciones), directo en el punto escogido, luego de una resonancia.
José Cruz es neurólogo, especializado en estimulación cerebral no invasiva. Estudió en Harvard y atiende en Quito.
Algunas personas que llegan a su consultorio, lo han ubicado por videos que difunde en Tik Tok (braindoc_ec).
¿Le dirías a una persona con neumonía que no tosa? ¿A alguien con epilepsia que no convulsione?, son preguntas que el médico, de 33 años, con su delantal blanco y gorro negro, lanza al aire. Aparecen escritas en medio del video. En el fondo se escucha un ‘cover’ del tema Baby, de Matt Lasong.
De pronto remata: Y a una persona con depresión, ¿le dirías que no esté triste, que le ponga voluntad, ganas?
En otros videos explica que la estimulación magnética transcraneal (EMT) es un tratamiento de especialidad médica. El primer paso es valorar si el paciente es ‘candidato’.
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) aprobó la terapia en el 2008. La Clínica Mayo la usa, desde el 2002, primero como parte de investigaciones.
A través de Tik Tok, Ana Paula Samaniego, de 22 años, dio con Cruz este 2021. Se sentía triste y lloraba todo el tiempo. A los 15 le diagnosticaron depresión y a los 20, trastorno de personalidad límite. Varias experiencias -entre ellas acoso escolar- los detonaron.
La universitaria ya llevaba siete años tomando antidepresivos, ansiolíticos, incluso pastillas para poder dormir. Además, iba con psicólogos. Nada funcionaba, no se sentía bien.
En este último año -cuenta- no tenía ganas ni de estudiar. Intentó con ejercicio, pintura, reiki y más actividades. Un día vio al doctor Cruz en Tik Tok y le escribió. Él le respondió a través de Instagram. Acudió a una cita junto con sus padres.
“No tenía mucha fe, pero probamos y terminó siendo increíble”, comenta, mientras disfruta de unas vacaciones con su familia, que la nota cambiada, calmada y feliz. Dejó las pastillas. Su terapia de EMT duró dos meses, primero con tres sesiones diarias.
Cruz recuerda que sigue protocolos y que es parte de congresos, en Estados Unidos, para actualizarse. Antes de aplicar la estimulación magnética transcraneal levanta una historia clínica; su equipo hace una evaluación neuropsicológica; con un electroencefalograma descartan posibilidad de convulsiones y definen la dosis o tiempo de duración y periodicidad de las sesiones.
Además -apunta- que quienes llegan a él ya han tomado más de dos antidepresivos. Y no han visto cambios. “La EMT no crea adicción y no tiene efectos secundarios”.
“Siento ganas de hacer cosas; de vivir, en general; antes no quería ni levantarme”, anota Ana Paula. La terapia, comenta, al principio se siente algo incómoda, hasta que se acostumbra el cuero cabelludo. Las estimulaciones magnéticas -describe- son como unos golpecitos super leves, como si te tocaran con el dedo la cabeza.
“No es un electrochoque más moderno; eso requiere anestesia y causa pérdida de memoria”, aclara Cruz. Con la EMT, explica, busca ir a la región que controla el estado de ánimo, donde hay un desbalance neuroelectroquímico, de moderado a severo grave. Está en el núcleo lateral prefrontal izquierdo del cerebro, desde la corteza hasta zonas profundas de la red neuronal. Ahí trabaja la estimulación, creando nuevas conexiones.
“Entendí que cuando las neuronas están vivas se mueven, hacen conexiones, botan serotoninas, dopaminas, que mantienen al cerebro. En personas con depresión no tienen la misma agilidad, están dormidas y hasta muertas”, dice Sofía, nombre protegido.
Tiene 36 años y enfrentó, sin saberlo, una depresión posparto que se hizo crónica. Dudó de la EMT, pues cada sesión cuesta USD 75 y al inicio pueden ser dos o tres al día. Luego pensó que vivía con antidepresivos y se decidió. Antes se sentía dopada; ahora ya no, y quiere pasar tiempo con sus hijos.
La psiquiatra Paula Vernimmen opina que hay que agotar recursos. “La psicofarmacología es fundamental, también la psicoterapia cognitiva conductual y la psicoeducación. Si eso no funciona, ni el cambio o potenciación de fármacos, se puede ir con terapias de electroestimulación”.
No olvide
Las células nerviosas de la región cerebral implicadas en el control del ánimo y la depresión se estimulan con la técnica.
La terapia se aplica para tratar trastornos de sueño, TDAH o neurorrehabilitación tras accidentes cerebrovasculares.
Una queja de los pacientes con depresión es que los seguros no cubren sus necesidades en el campo de salud mental.
En el equipo de José Cruz hay una nutricionista, que guía al paciente a tener una alimentación equilibrada, que lo ayuda.
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